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"No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios." Jesús.
San Mateo 4:4

miércoles, 31 de enero de 2024

DIA 31 DE ENERO - EXODO 11-13



Anunciada la muerte de los primogénitos

Capítulo 11  

1 Jehová dijo a Moisés: Una plaga traeré aún sobre Faraón y sobre Egipto, después de la cual él os dejará ir de aquí; y seguramente os echará de aquí del todo.

2 Habla ahora al pueblo, y que cada uno pida a su vecino, y cada una a su vecina, alhajas de plata y de oro.

3 Y Jehová dio gracia al pueblo en los ojos de los egipcios. También Moisés era tenido por gran varón en la tierra de Egipto, a los ojos de los siervos de Faraón, y a los ojos del pueblo.

4 Dijo, pues, Moisés: Jehová ha dicho así: A la medianoche yo saldré por en medio de Egipto,

5 y morirá todo primogénito en tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que se sienta en su trono, hasta el primogénito de la sierva que está tras el molino, y todo primogénito de las bestias.

6 Y habrá gran clamor por toda la tierra de Egipto, cual nunca hubo, ni jamás habrá.

7 Pero contra todos los hijos de Israel, desde el hombre hasta la bestia, ni un perro moverá su lengua, para que sepáis que Jehová hace diferencia entre los egipcios y los israelitas.

8 Y descenderán a mí todos estos tus siervos, e inclinados delante de mí dirán: Vete, tú y todo el pueblo que está debajo de ti; y después de esto yo saldré. Y salió muy enojado de la presencia de Faraón.

9 Y Jehová dijo a Moisés: Faraón no os oirá, para que mis maravillas se multipliquen en la tierra de Egipto.

10 Y Moisés y Aarón hicieron todos estos prodigios delante de Faraón; pues Jehová había endurecido el corazón de Faraón, y no envió a los hijos de Israel fuera de su país.


La Pascua

Capítulo 12  

1 Habló Jehová a Moisés y a Aarón en la tierra de Egipto, diciendo:

2 Este mes os será principio de los meses; para vosotros será éste el primero en los meses del año.

3 Hablad a toda la congregación de Israel, diciendo: En el diez de este mes tómese cada uno un cordero según las familias de los padres, un cordero por familia.

4 Mas si la familia fuere tan pequeña que no baste para comer el cordero, entonces él y su vecino inmediato a su casa tomarán uno según el número de las personas; conforme al comer de cada hombre, haréis la cuenta sobre el cordero.

5 El animal será sin defecto, macho de un año; lo tomaréis de las ovejas o de las cabras.

6 Y lo guardaréis hasta el día catorce de este mes, y lo inmolará toda la congregación del pueblo de Israel entre las dos tardes.

7 Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer.

8 Y aquella noche comerán la carne asada al fuego, y panes sin levadura; con hierbas amargas lo comerán.

9 Ninguna cosa comeréis de él cruda, ni cocida en agua, sino asada al fuego; su cabeza con sus pies y sus entrañas.

10 Ninguna cosa dejaréis de él hasta la mañana; y lo que quedare hasta la mañana, lo quemaréis en el fuego.

11 Y lo comeréis así: ceñidos vuestros lomos, vuestro calzado en vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente; es la Pascua de Jehová.

12 Pues yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, así de los hombres como de las bestias; y ejecutaré mis juicios en todos los dioses de Egipto. Yo Jehová.

13 Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto.

14 Y este día os será en memoria, y lo celebraréis como fiesta solemne para Jehová durante vuestras generaciones; por estatuto perpetuo lo celebraréis.

15 Siete días comeréis panes sin levadura; y así el primer día haréis que no haya levadura en vuestras casas; porque cualquiera que comiere leudado desde el primer día hasta el séptimo, será cortado de Israel.

16 El primer día habrá santa convocación, y asimismo en el séptimo día tendréis una santa convocación; ninguna obra se hará en ellos, excepto solamente que preparéis lo que cada cual haya de comer.

17 Y guardaréis la fiesta de los panes sin levadura, porque en este mismo día saqué vuestras huestes de la tierra de Egipto; por tanto, guardaréis este mandamiento en vuestras generaciones por costumbre perpetua.

18 En el mes primero comeréis los panes sin levadura, desde el día catorce del mes por la tarde hasta el veintiuno del mes por la tarde.

19 Por siete días no se hallará levadura en vuestras casas; porque cualquiera que comiere leudado, así extranjero como natural del país, será cortado de la congregación de Israel.

20 Ninguna cosa leudada comeréis; en todas vuestras habitaciones comeréis panes sin levadura.

21 Y Moisés convocó a todos los ancianos de Israel, y les dijo: Sacad y tomaos corderos por vuestras familias, y sacrificad la pascua.

22 Y tomad un manojo de hisopo, y mojadlo en la sangre que estará en un lebrillo, y untad el dintel y los dos postes con la sangre que estará en el lebrillo; y ninguno de vosotros salga de las puertas de su casa hasta la mañana.

23 Porque Jehová pasará hiriendo a los egipcios; y cuando vea la sangre en el dintel y en los dos postes, pasará Jehová aquella puerta, y no dejará entrar al heridor en vuestras casas para herir.

24 Guardaréis esto por estatuto para vosotros y para vuestros hijos para siempre.

25 Y cuando entréis en la tierra que Jehová os dará, como prometió, guardaréis este rito.

26 Y cuando os dijeren vuestros hijos: ¿Qué es este rito vuestro?,

27 vosotros responderéis: Es la víctima de la pascua de Jehová, el cual pasó por encima de las casas de los hijos de Israel en Egipto, cuando hirió a los egipcios, y libró nuestras casas. Entonces el pueblo se inclinó y adoró.

28 Y los hijos de Israel fueron e hicieron puntualmente así, como Jehová había mandado a Moisés y a Aarón.

Muerte de los primogénitos

29 Y aconteció que a la medianoche Jehová hirió a todo primogénito en la tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que se sentaba sobre su trono hasta el primogénito del cautivo que estaba en la cárcel, y todo primogénito de los animales.

30 Y se levantó aquella noche Faraón, él y todos sus siervos, y todos los egipcios; y hubo un gran clamor en Egipto, porque no había casa donde no hubiese un muerto.

31 E hizo llamar a Moisés y a Aarón de noche, y les dijo: Salid de en medio de mi pueblo vosotros y los hijos de Israel, e id, servid a Jehová, como habéis dicho.

32 Tomad también vuestras ovejas y vuestras vacas, como habéis dicho, e idos; y bendecidme también a mí.

33 Y los egipcios apremiaban al pueblo, dándose prisa a echarlos de la tierra; porque decían: Todos somos muertos.

34 Y llevó el pueblo su masa antes que se leudase, sus masas envueltas en sus sábanas sobre sus hombros.

35 E hicieron los hijos de Israel conforme al mandamiento de Moisés, pidiendo de los egipcios alhajas de plata, y de oro, y vestidos.

36 Y Jehová dio gracia al pueblo delante de los egipcios, y les dieron cuanto pedían; así despojaron a los egipcios.

Los israelitas salen de Egipto

37 Partieron los hijos de Israel de Ramesés a Sucot, como seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños.

38 También subió con ellos grande multitud de toda clase de gentes, y ovejas, y muchísimo ganado.

39 Y cocieron tortas sin levadura de la masa que habían sacado de Egipto, pues no había leudado, porque al echarlos fuera los egipcios, no habían tenido tiempo ni para prepararse comida.

40 El tiempo que los hijos de Israel habitaron en Egipto fue cuatrocientos treinta años.

41 Y pasados los cuatrocientos treinta años, en el mismo día todas las huestes de Jehová salieron de la tierra de Egipto.

42 Es noche de guardar para Jehová, por haberlos sacado en ella de la tierra de Egipto. Esta noche deben guardarla para Jehová todos los hijos de Israel en sus generaciones.

43 Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Esta es la ordenanza de la pascua; ningún extraño comerá de ella.

44 Mas todo siervo humano comprado por dinero comerá de ella, después que lo hubieres circuncidado.

45 El extranjero y el jornalero no comerán de ella.

46 Se comerá en una casa, y no llevarás de aquella carne fuera de ella, ni quebraréis hueso suyo.

47 Toda la congregación de Israel lo hará.

48 Mas si algún extranjero morare contigo, y quisiere celebrar la pascua para Jehová, séale circuncidado todo varón, y entonces la celebrará, y será como uno de vuestra nación; pero ningún incircunciso comerá de ella.

49 La misma ley será para el natural, y para el extranjero que habitare entre vosotros.

50 Así lo hicieron todos los hijos de Israel; como mandó Jehová a Moisés y a Aarón, así lo hicieron.

51 Y en aquel mismo día sacó Jehová a los hijos de Israel de la tierra de Egipto por sus ejércitos.


Consagración de los primogénitos

Capítulo 13  

1 Jehová habló a Moisés, diciendo:

2 Conságrame todo primogénito. Cualquiera que abre matriz entre los hijos de Israel, así de los hombres como de los animales, mío es.

3 Y Moisés dijo al pueblo: Tened memoria de este día, en el cual habéis salido de Egipto, de la casa de servidumbre, pues Jehová os ha sacado de aquí con mano fuerte; por tanto, no comeréis leudado.

4 Vosotros salís hoy en el mes de Abib.

5 Y cuando Jehová te hubiere metido en la tierra del cananeo, del heteo, del amorreo, del heveo y del jebuseo, la cual juró a tus padres que te daría, tierra que destila leche y miel, harás esta celebración en este mes.

6 Siete días comerás pan sin leudar, y el séptimo día será fiesta para Jehová.

7 Por los siete días se comerán los panes sin levadura, y no se verá contigo nada leudado, ni levadura, en todo tu territorio.

8 Y lo contarás en aquel día a tu hijo, diciendo: Se hace esto con motivo de lo que Jehová hizo conmigo cuando me sacó de Egipto.

9 Y te será como una señal sobre tu mano, y como un memorial delante de tus ojos, para que la ley de Jehová esté en tu boca; por cuanto con mano fuerte te sacó Jehová de Egipto.

10 Por tanto, tú guardarás este rito en su tiempo de año en año.

11 Y cuando Jehová te haya metido en la tierra del cananeo, como te ha jurado a ti y a tus padres, y cuando te la hubiere dado,

12 dedicarás a Jehová todo aquel que abriere matriz, y asimismo todo primer nacido de tus animales; los machos serán de Jehová.

13 Mas todo primogénito de asno redimirás con un cordero; y si no lo redimieres, quebrarás su cerviz. También redimirás al primogénito de tus hijos.

14 Y cuando mañana te pregunte tu hijo, diciendo: ¿Qué es esto?, le dirás: Jehová nos sacó con mano fuerte de Egipto, de casa de servidumbre;

15 y endureciéndose Faraón para no dejarnos ir, Jehová hizo morir en la tierra de Egipto a todo primogénito, desde el primogénito humano hasta el primogénito de la bestia; y por esta causa yo sacrifico para Jehová todo primogénito macho, y redimo al primogénito de mis hijos.

16 Te será, pues, como una señal sobre tu mano, y por un memorial delante de tus ojos, por cuanto Jehová nos sacó de Egipto con mano fuerte.

La columna de nube y de fuego


17 Y luego que Faraón dejó ir al pueblo, Dios no los llevó por el camino de la tierra de los filisteos, que estaba cerca; porque dijo Dios: Para que no se arrepienta el pueblo cuando vea la guerra, y se vuelva a Egipto.

18 Mas hizo Dios que el pueblo rodease por el camino del desierto del Mar Rojo. Y subieron los hijos de Israel de Egipto armados.

19 Tomó también consigo Moisés los huesos de José, el cual había juramentado a los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os visitará, y haréis subir mis huesos de aquí con vosotros.

20 Y partieron de Sucot y acamparon en Etam, a la entrada del desierto.

21 Y Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y de noche.

22 Nunca se apartó de delante del pueblo la columna de nube de día, ni de noche la columna de fuego.

martes, 30 de enero de 2024

DIA 30 DE ENERO - EXODO 8-10



La plaga de ranas

Capítulo 8  

1 Entonces Jehová dijo a Moisés: Entra a la presencia de Faraón y dile: Jehová ha dicho así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva.

2 Y si no lo quisieres dejar ir, he aquí yo castigaré con ranas todos tus territorios.

3 Y el río criará ranas, las cuales subirán y entrarán en tu casa, en la cámara donde duermes, y sobre tu cama, y en las casas de tus siervos, en tu pueblo, en tus hornos y en tus artesas.

4 Y las ranas subirán sobre ti, sobre tu pueblo, y sobre todos tus siervos.

5 Y Jehová dijo a Moisés: Di a Aarón: Extiende tu mano con tu vara sobre los ríos, arroyos y estanques, para que haga subir ranas sobre la tierra de Egipto.

6 Entonces Aarón extendió su mano sobre las aguas de Egipto, y subieron ranas que cubrieron la tierra de Egipto.

7 Y los hechiceros hicieron lo mismo con sus encantamientos, e hicieron venir ranas sobre la tierra de Egipto.

8 Entonces Faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les dijo: Orad a Jehová para que quite las ranas de mí y de mi pueblo, y dejaré ir a tu pueblo para que ofrezca sacrificios a Jehová.

9 Y dijo Moisés a Faraón: Dígnate indicarme cuándo debo orar por ti, por tus siervos y por tu pueblo, para que las ranas sean quitadas de ti y de tus casas, y que solamente queden en el río.

10 Y él dijo: Mañana. Y Moisés respondió: Se hará conforme a tu palabra, para que conozcas que no hay como Jehová nuestro Dios.

11 Y las ranas se irán de ti, y de tus casas, de tus siervos y de tu pueblo, y solamente quedarán en el río.

12 Entonces salieron Moisés y Aarón de la presencia de Faraón. Y clamó Moisés a Jehová tocante a las ranas que había mandado a Faraón.

13 E hizo Jehová conforme a la palabra de Moisés, y murieron las ranas de las casas, de los cortijos y de los campos.

14 Y las juntaron en montones, y apestaba la tierra.

15 Pero viendo Faraón que le habían dado reposo, endureció su corazón y no los escuchó, como Jehová lo había dicho.

La plaga de piojos

16 Entonces Jehová dijo a Moisés: Di a Aarón: Extiende tu vara y golpea el polvo de la tierra, para que se vuelva piojos por todo el país de Egipto.

17 Y ellos lo hicieron así; y Aarón extendió su mano con su vara, y golpeó el polvo de la tierra, el cual se volvió piojos, así en los hombres como en las bestias; todo el polvo de la tierra se volvió piojos en todo el país de Egipto.

18 Y los hechiceros hicieron así también, para sacar piojos con sus encantamientos; pero no pudieron. Y hubo piojos tanto en los hombres como en las bestias.

19 Entonces los hechiceros dijeron a Faraón: Dedo de Dios es éste. Mas el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó, como Jehová lo había dicho.

La plaga de moscas

20 Jehová dijo a Moisés: Levántate de mañana y ponte delante de Faraón, he aquí él sale al río; y dile: Jehová ha dicho así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva.

21 Porque si no dejas ir a mi pueblo, he aquí yo enviaré sobre ti, sobre tus siervos, sobre tu pueblo y sobre tus casas toda clase de moscas; y las casas de los egipcios se llenarán de toda clase de moscas, y asimismo la tierra donde ellos estén.

22 Y aquel día yo apartaré la tierra de Gosén, en la cual habita mi pueblo, para que ninguna clase de moscas haya en ella, a fin de que sepas que yo soy Jehová en medio de la tierra.

23 Y yo pondré redención entre mi pueblo y el tuyo. Mañana será esta señal.

24 Y Jehová lo hizo así, y vino toda clase de moscas molestísimas sobre la casa de Faraón, sobre las casas de sus siervos, y sobre todo el país de Egipto; y la tierra fue corrompida a causa de ellas.

25 Entonces Faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les dijo: Andad, ofreced sacrificio a vuestro Dios en la tierra.

26 Y Moisés respondió: No conviene que hagamos así, porque ofreceríamos a Jehová nuestro Dios la abominación de los egipcios. He aquí, si sacrificáramos la abominación de los egipcios delante de ellos, ¿no nos apedrearían?

27 Camino de tres días iremos por el desierto, y ofreceremos sacrificios a Jehová nuestro Dios, como él nos dirá.

28 Dijo Faraón: Yo os dejaré ir para que ofrezcáis sacrificios a Jehová vuestro Dios en el desierto, con tal que no vayáis más lejos; orad por mí.

29 Y respondió Moisés: He aquí, al salir yo de tu presencia, rogaré a Jehová que las diversas clases de moscas se vayan de Faraón, y de sus siervos, y de su pueblo mañana; con tal que Faraón no falte más, no dejando ir al pueblo a dar sacrificio a Jehová.

30 Entonces Moisés salió de la presencia de Faraón, y oró a Jehová.

31 Y Jehová hizo conforme a la palabra de Moisés, y quitó todas aquellas moscas de Faraón, de sus siervos y de su pueblo, sin que quedara una.

32 Mas Faraón endureció aun esta vez su corazón, y no dejó ir al pueblo.


La plaga en el ganado

Capítulo 9  

1 Entonces Jehová dijo a Moisés: Entra a la presencia de Faraón, y dile: Jehová, el Dios de los hebreos, dice así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva.

2 Porque si no lo quieres dejar ir, y lo detienes aún,

3 he aquí la mano de Jehová estará sobre tus ganados que están en el campo, caballos, asnos, camellos, vacas y ovejas, con plaga gravísima.

4 Y Jehová hará separación entre los ganados de Israel y los de Egipto, de modo que nada muera de todo lo de los hijos de Israel.

5 Y Jehová fijó plazo, diciendo: Mañana hará Jehová esta cosa en la tierra.

6 Al día siguiente Jehová hizo aquello, y murió todo el ganado de Egipto; mas del ganado de los hijos de Israel no murió uno.

7 Entonces Faraón envió, y he aquí que del ganado de los hijos de Israel no había muerto uno. Mas el corazón de Faraón se endureció, y no dejó ir al pueblo.

La plaga de úlceras

8 Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Tomad puñados de ceniza de un horno, y la esparcirá Moisés hacia el cielo delante de Faraón;

9 y vendrá a ser polvo sobre toda la tierra de Egipto, y producirá sarpullido con úlceras en los hombres y en las bestias, por todo el país de Egipto.

10 Y tomaron ceniza del horno, y se pusieron delante de Faraón, y la esparció Moisés hacia el cielo; y hubo sarpullido que produjo úlceras tanto en los hombres como en las bestias.

11 Y los hechiceros no podían estar delante de Moisés a causa del sarpullido, porque hubo sarpullido en los hechiceros y en todos los egipcios.

12 Pero Jehová endureció el corazón de Faraón, y no los oyó, como Jehová lo había dicho a Moisés.

La plaga de granizo

13 Entonces Jehová dijo a Moisés: Levántate de mañana, y ponte delante de Faraón, y dile: Jehová, el Dios de los hebreos, dice así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva.

14 Porque yo enviaré esta vez todas mis plagas a tu corazón, sobre tus siervos y sobre tu pueblo, para que entiendas que no hay otro como yo en toda la tierra.

15 Porque ahora yo extenderé mi mano para herirte a ti y a tu pueblo de plaga, y serás quitado de la tierra.

16 Y a la verdad yo te he puesto para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra.

17 ¿Todavía te ensoberbeces contra mi pueblo, para no dejarlos ir?

18 He aquí que mañana a estas horas yo haré llover granizo muy pesado, cual nunca hubo en Egipto, desde el día que se fundó hasta ahora.

19 Envía, pues, a recoger tu ganado, y todo lo que tienes en el campo; porque todo hombre o animal que se halle en el campo, y no sea recogido a casa, el granizo caerá sobre él, y morirá.

20 De los siervos de Faraón, el que tuvo temor de la palabra de Jehová hizo huir sus criados y su ganado a casa;

21 mas el que no puso en su corazón la palabra de Jehová, dejó sus criados y sus ganados en el campo.

22 Y Jehová dijo a Moisés: Extiende tu mano hacia el cielo, para que venga granizo en toda la tierra de Egipto sobre los hombres, y sobre las bestias, y sobre toda la hierba del campo en el país de Egipto.

23 Y Moisés extendió su vara hacia el cielo, y Jehová hizo tronar y granizar, y el fuego se descargó sobre la tierra; y Jehová hizo llover granizo sobre la tierra de Egipto.

24 Hubo, pues, granizo, y fuego mezclado con el granizo, tan grande, cual nunca hubo en toda la tierra de Egipto desde que fue habitada.

25 Y aquel granizo hirió en toda la tierra de Egipto todo lo que estaba en el campo, así hombres como bestias; asimismo destrozó el granizo toda la hierba del campo, y desgajó todos los árboles del país.

26 Solamente en la tierra de Gosén, donde estaban los hijos de Israel, no hubo granizo.

27 Entonces Faraón envió a llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo: He pecado esta vez; Jehová es justo, y yo y mi pueblo impíos.

28 Orad a Jehová para que cesen los truenos de Dios y el granizo, y yo os dejaré ir, y no os detendréis más.

29 Y le respondió Moisés: Tan pronto salga yo de la ciudad, extenderé mis manos a Jehová, y los truenos cesarán, y no habrá más granizo; para que sepas que de Jehová es la tierra.

30 Pero yo sé que ni tú ni tus siervos temeréis todavía la presencia de Jehová Dios.

31 El lino, pues, y la cebada fueron destrozados, porque la cebada estaba ya espigada, y el lino en caña.

32 Mas el trigo y el centeno no fueron destrozados, porque eran tardíos.

33 Y salido Moisés de la presencia de Faraón, fuera de la ciudad, extendió sus manos a Jehová, y cesaron los truenos y el granizo, y la lluvia no cayó más sobre la tierra.

34 Y viendo Faraón que la lluvia había cesado, y el granizo y los truenos, se obstinó en pecar, y endurecieron su corazón él y sus siervos.

35 Y el corazón de Faraón se endureció, y no dejó ir a los hijos de Israel, como Jehová lo había dicho por medio de Moisés.


La plaga de langostas

Capítulo 10  

1 Jehová dijo a Moisés: Entra a la presencia de Faraón; porque yo he endurecido su corazón, y el corazón de sus siervos, para mostrar entre ellos estas mis señales,

2 y para que cuentes a tus hijos y a tus nietos las cosas que yo hice en Egipto, y mis señales que hice entre ellos; para que sepáis que yo soy Jehová.

3 Entonces vinieron Moisés y Aarón a Faraón, y le dijeron: Jehová el Dios de los hebreos ha dicho así: ¿Hasta cuándo no querrás humillarte delante de mí? Deja ir a mi pueblo, para que me sirva.

4 Y si aún rehúsas dejarlo ir, he aquí que mañana yo traeré sobre tu territorio la langosta,

5 la cual cubrirá la faz de la tierra, de modo que no pueda verse la tierra; y ella comerá lo que escapó, lo que os quedó del granizo; comerá asimismo todo árbol que os fructifica en el campo.

6 Y llenará tus casas, y las casas de todos tus siervos, y las casas de todos los egipcios, cual nunca vieron tus padres ni tus abuelos, desde que ellos fueron sobre la tierra hasta hoy. Y se volvió y salió de delante de Faraón.

7 Entonces los siervos de Faraón le dijeron: ¿Hasta cuándo será este hombre un lazo para nosotros? Deja ir a estos hombres, para que sirvan a Jehová su Dios. ¿Acaso no sabes todavía que Egipto está ya destruido?

8 Y Moisés y Aarón volvieron a ser llamados ante Faraón, el cual les dijo: Andad, servid a Jehová vuestro Dios. ¿Quiénes son los que han de ir?

9 Moisés respondió: Hemos de ir con nuestros niños y con nuestros viejos, con nuestros hijos y con nuestras hijas; con nuestras ovejas y con nuestras vacas hemos de ir; porque es nuestra fiesta solemne para Jehová.

10 Y él les dijo: ¡Así sea Jehová con vosotros! ¿Cómo os voy a dejar ir a vosotros y a vuestros niños? ¡Mirad cómo el mal está delante de vuestro rostro!

11 No será así; id ahora vosotros los varones, y servid a Jehová, pues esto es lo que vosotros pedisteis. Y los echaron de la presencia de Faraón.

12 Entonces Jehová dijo a Moisés: Extiende tu mano sobre la tierra de Egipto para traer la langosta, a fin de que suba sobre el país de Egipto, y consuma todo lo que el granizo dejó.

13 Y extendió Moisés su vara sobre la tierra de Egipto, y Jehová trajo un viento oriental sobre el país todo aquel día y toda aquella noche; y al venir la mañana el viento oriental trajo la langosta.

14 Y subió la langosta sobre toda la tierra de Egipto, y se asentó en todo el país de Egipto en tan gran cantidad como no la hubo antes ni la habrá después;

15 y cubrió la faz de todo el país, y oscureció la tierra; y consumió toda la hierba de la tierra, y todo el fruto de los árboles que había dejado el granizo; no quedó cosa verde en árboles ni en hierba del campo, en toda la tierra de Egipto.

16 Entonces Faraón se apresuró a llamar a Moisés y a Aarón, y dijo: He pecado contra Jehová vuestro Dios, y contra vosotros.

17 Mas os ruego ahora que perdonéis mi pecado solamente esta vez, y que oréis a Jehová vuestro Dios que quite de mí al menos esta plaga mortal.

18 Y salió Moisés de delante de Faraón, y oró a Jehová.

19 Entonces Jehová trajo un fortísimo viento occidental, y quitó la langosta y la arrojó en el Mar Rojo; ni una langosta quedó en todo el país de Egipto.

20 Pero Jehová endureció el corazón de Faraón, y éste no dejó ir a los hijos de Israel.

La plaga de tinieblas


21 Jehová dijo a Moisés: Extiende tu mano hacia el cielo, para que haya tinieblas sobre la tierra de Egipto, tanto que cualquiera las palpe.

22 Y extendió Moisés su mano hacia el cielo, y hubo densas tinieblas sobre toda la tierra de Egipto, por tres días.

23 Ninguno vio a su prójimo, ni nadie se levantó de su lugar en tres días; mas todos los hijos de Israel tenían luz en sus habitaciones.

24 Entonces Faraón hizo llamar a Moisés, y dijo: Id, servid a Jehová; solamente queden vuestras ovejas y vuestras vacas; vayan también vuestros niños con vosotros.

25 Y Moisés respondió: Tú también nos darás sacrificios y holocaustos que sacrifiquemos para Jehová nuestro Dios.

26 Nuestros ganados irán también con nosotros; no quedará ni una pezuña; porque de ellos hemos de tomar para servir a Jehová nuestro Dios, y no sabemos con qué hemos de servir a Jehová hasta que lleguemos allá.

27 Pero Jehová endureció el corazón de Faraón, y no quiso dejarlos ir.

28 Y le dijo Faraón: Retírate de mí; guárdate que no veas más mi rostro, porque en cualquier día que vieres mi rostro, morirás.

29 Y Moisés respondió: Bien has dicho; no veré más tu rostro.

lunes, 29 de enero de 2024

DIA 29 DE ENERO - EXODO 5-7



Moisés y Aarón ante Faraón

Capítulo 5  

1 Después Moisés y Aarón entraron a la presencia de Faraón y le dijeron: Jehová el Dios de Israel dice así: Deja ir a mi pueblo a celebrarme fiesta en el desierto.

2 Y Faraón respondió: ¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel.

3 Y ellos dijeron: El Dios de los hebreos nos ha encontrado; iremos, pues, ahora, camino de tres días por el desierto, y ofreceremos sacrificios a Jehová nuestro Dios, para que no venga sobre nosotros con peste o con espada.

4 Entonces el rey de Egipto les dijo: Moisés y Aarón, ¿por qué hacéis cesar al pueblo de su trabajo? Volved a vuestras tareas.

5 Dijo también Faraón: He aquí el pueblo de la tierra es ahora mucho, y vosotros les hacéis cesar de sus tareas.

6 Y mandó Faraón aquel mismo día a los cuadrilleros del pueblo que lo tenían a su cargo, y a sus capataces, diciendo:

7 De aquí en adelante no daréis paja al pueblo para hacer ladrillo, como hasta ahora; vayan ellos y recojan por sí mismos la paja.

8 Y les impondréis la misma tarea de ladrillo que hacían antes, y no les disminuiréis nada; porque están ociosos, por eso levantan la voz diciendo: Vamos y ofrezcamos sacrificios a nuestro Dios.

9 Agrávese la servidumbre sobre ellos, para que se ocupen en ella, y no atiendan a palabras mentirosas.

10 Y saliendo los cuadrilleros del pueblo y sus capataces, hablaron al pueblo, diciendo: Así ha dicho Faraón: Yo no os doy paja.

11 Id vosotros y recoged la paja donde la halléis; pero nada se disminuirá de vuestra tarea.

12 Entonces el pueblo se esparció por toda la tierra de Egipto para recoger rastrojo en lugar de paja.

13 Y los cuadrilleros los apremiaban, diciendo: Acabad vuestra obra, la tarea de cada día en su día, como cuando se os daba paja.

14 Y azotaban a los capataces de los hijos de Israel que los cuadrilleros de Faraón habían puesto sobre ellos, diciendo: ¿Por qué no habéis cumplido vuestra tarea de ladrillo ni ayer ni hoy, como antes?

15 Y los capataces de los hijos de Israel vinieron a Faraón y se quejaron a él, diciendo: ¿Por qué lo haces así con tus siervos?

16 No se da paja a tus siervos, y con todo nos dicen: Haced el ladrillo. Y he aquí tus siervos son azotados, y el pueblo tuyo es el culpable.

17 Y él respondió: Estáis ociosos, sí, ociosos, y por eso decís: Vamos y ofrezcamos sacrificios a Jehová.

18 Id pues, ahora, y trabajad. No se os dará paja, y habéis de entregar la misma tarea de ladrillo.

19 Entonces los capataces de los hijos de Israel se vieron en aflicción, al decírseles: No se disminuirá nada de vuestro ladrillo, de la tarea de cada día.

20 Y encontrando a Moisés y a Aarón, que estaban a la vista de ellos cuando salían de la presencia de Faraón,

21 les dijeron: Mire Jehová sobre vosotros, y juzgue; pues nos habéis hecho abominables delante de Faraón y de sus siervos, poniéndoles la espada en la mano para que nos maten.

Jehová comisiona a Moisés y a Aarón


22 Entonces Moisés se volvió a Jehová, y dijo: Señor, ¿por qué afliges a este pueblo? ¿Para qué me enviaste?

23 Porque desde que yo vine a Faraón para hablarle en tu nombre, ha afligido a este pueblo; y tú no has librado a tu pueblo.


Capítulo 6  

1 Jehová respondió a Moisés: Ahora verás lo que yo haré a Faraón; porque con mano fuerte los dejará ir, y con mano fuerte los echará de su tierra.

2 Habló todavía Dios a Moisés, y le dijo: Yo soy JEHOVÁ.

3 Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Omnipotente, mas en mi nombre JEHOVÁ no me di a conocer a ellos.

4 También establecí mi pacto con ellos, de darles la tierra de Canaán, la tierra en que fueron forasteros, y en la cual habitaron.

5 Asimismo yo he oído el gemido de los hijos de Israel, a quienes hacen servir los egipcios, y me he acordado de mi pacto.

6 Por tanto, dirás a los hijos de Israel: Yo soy JEHOVÁ; y yo os sacaré de debajo de las tareas pesadas de Egipto, y os libraré de su servidumbre, y os redimiré con brazo extendido, y con juicios grandes;

7 y os tomaré por mi pueblo y seré vuestro Dios; y vosotros sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios, que os sacó de debajo de las tareas pesadas de Egipto.

8 Y os meteré en la tierra por la cual alcé mi mano jurando que la daría a Abraham, a Isaac y a Jacob; y yo os la daré por heredad. Yo JEHOVÁ.

9 De esta manera habló Moisés a los hijos de Israel; pero ellos no escuchaban a Moisés a causa de la congoja de espíritu, y de la dura servidumbre.

10 Y habló Jehová a Moisés, diciendo:

11 Entra y habla a Faraón rey de Egipto, que deje ir de su tierra a los hijos de Israel.

12 Y respondió Moisés delante de Jehová: He aquí, los hijos de Israel no me escuchan; ¿cómo, pues, me escuchará Faraón, siendo yo torpe de labios?

13 Entonces Jehová habló a Moisés y a Aarón y les dio mandamiento para los hijos de Israel, y para Faraón rey de Egipto, para que sacasen a los hijos de Israel de la tierra de Egipto.

14 Estos son los jefes de las familias de sus padres: Los hijos de Rubén, el primogénito de Israel: Hanoc, Falú, Hezrón y Carmi; estas son las familias de Rubén.

15 Los hijos de Simeón: Jemuel, Jamín, Ohad, Jaquín, Zohar, y Saúl hijo de una cananea. Estas son las familias de Simeón.

16 Estos son los nombres de los hijos de Leví por sus linajes: Gersón, Coat y Merari. Y los años de la vida de Leví fueron ciento treinta y siete años.

17 Los hijos de Gersón: Libni y Simei, por sus familias.

18 Y los hijos de Coat: Amram, Izhar, Hebrón y Uziel. Y los años de la vida de Coat fueron ciento treinta y tres años.

19 Y los hijos de Merari: Mahli y Musi. Estas son las familias de Leví por sus linajes.

20 Y Amram tomó por mujer a Jocabed su tía, la cual dio a luz a Aarón y a Moisés. Y los años de la vida de Amram fueron ciento treinta y siete años.

21 Los hijos de Izhar: Coré, Nefeg y Zicri.

22 Y los hijos de Uziel: Misael, Elzafán y Sitri.

23 Y tomó Aarón por mujer a Elisabet hija de Aminadab, hermana de Naasón; la cual dio a luz a Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar.

24 Los hijos de Coré: Asir, Elcana y Abiasaf. Estas son las familias de los coreítas.

25 Y Eleazar hijo de Aarón tomó para sí mujer de las hijas de Futiel, la cual dio a luz a Finees. Y estos son los jefes de los padres de los levitas por sus familias.

26 Este es aquel Aarón y aquel Moisés, a los cuales Jehová dijo: Sacad a los hijos de Israel de la tierra de Egipto por sus ejércitos.

27 Estos son los que hablaron a Faraón rey de Egipto, para sacar de Egipto a los hijos de Israel. Moisés y Aarón fueron éstos.

28 Cuando Jehová habló a Moisés en la tierra de Egipto,

29 entonces Jehová habló a Moisés, diciendo: Yo soy JEHOVÁ; di a Faraón rey de Egipto todas las cosas que yo te digo a ti.

30 Y Moisés respondió delante de Jehová: He aquí, yo soy torpe de labios; ¿cómo, pues, me ha de oír Faraón?


Capítulo 7  

1 Jehová dijo a Moisés: Mira, yo te he constituido dios para Faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta.

2 Tú dirás todas las cosas que yo te mande, y Aarón tu hermano hablará a Faraón, para que deje ir de su tierra a los hijos de Israel.

3 Y yo endureceré el corazón de Faraón, y multiplicaré en la tierra de Egipto mis señales y mis maravillas.

4 Y Faraón no os oirá; mas yo pondré mi mano sobre Egipto, y sacaré a mis ejércitos, mi pueblo, los hijos de Israel, de la tierra de Egipto, con grandes juicios.

5 Y sabrán los egipcios que yo soy Jehová, cuando extienda mi mano sobre Egipto, y saque a los hijos de Israel de en medio de ellos.

6 E hizo Moisés y Aarón como Jehová les mandó; así lo hicieron.

7 Era Moisés de edad de ochenta años, y Aarón de edad de ochenta y tres, cuando hablaron a Faraón.

La vara de Aarón

8 Habló Jehová a Moisés y a Aarón, diciendo:

9 Si Faraón os respondiere diciendo: Mostrad milagro; dirás a Aarón: Toma tu vara, y échala delante de Faraón, para que se haga culebra.

10 Vinieron, pues, Moisés y Aarón a Faraón, e hicieron como Jehová lo había mandado. Y echó Aarón su vara delante de Faraón y de sus siervos, y se hizo culebra.

11 Entonces llamó también Faraón sabios y hechiceros, e hicieron también lo mismo los hechiceros de Egipto con sus encantamientos;

12 pues echó cada uno su vara, las cuales se volvieron culebras; mas la vara de Aarón devoró las varas de ellos.

13 Y el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó, como Jehová lo había dicho.

La plaga de sangre

14 Entonces Jehová dijo a Moisés: El corazón de Faraón está endurecido, y no quiere dejar ir al pueblo.

15 Ve por la mañana a Faraón, he aquí que él sale al río; y tú ponte a la ribera delante de él, y toma en tu mano la vara que se volvió culebra,

16 y dile: Jehová el Dios de los hebreos me ha enviado a ti, diciendo: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva en el desierto; y he aquí que hasta ahora no has querido oír.

17 Así ha dicho Jehová: En esto conocerás que yo soy Jehová: he aquí, yo golpearé con la vara que tengo en mi mano el agua que está en el río, y se convertirá en sangre.

18 Y los peces que hay en el río morirán, y hederá el río, y los egipcios tendrán asco de beber el agua del río.

19 Y Jehová dijo a Moisés: Di a Aarón: Toma tu vara, y extiende tu mano sobre las aguas de Egipto, sobre sus ríos, sobre sus arroyos y sobre sus estanques, y sobre todos sus depósitos de aguas, para que se conviertan en sangre, y haya sangre por toda la región de Egipto, así en los vasos de madera como en los de piedra.

20 Y Moisés y Aarón hicieron como Jehová lo mandó; y alzando la vara golpeó las aguas que había en el río, en presencia de Faraón y de sus siervos; y todas las aguas que había en el río se convirtieron en sangre.

21 Asimismo los peces que había en el río murieron; y el río se corrompió, tanto que los egipcios no podían beber de él. Y hubo sangre por toda la tierra de Egipto.

22 Y los hechiceros de Egipto hicieron lo mismo con sus encantamientos; y el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó; como Jehová lo había dicho.

23 Y Faraón se volvió y fue a su casa, y no dio atención tampoco a esto.

24 Y en todo Egipto hicieron pozos alrededor del río para beber, porque no podían beber de las aguas del río.

25 Y se cumplieron siete días después que Jehová hirió el río.

domingo, 28 de enero de 2024

DIA 28 DE ENERO - EXODO 1-4



Aflicción de los israelitas en Egipto

Capítulo 1  

1 Estos son los nombres de los hijos de Israel que entraron en Egipto con Jacob; cada uno entró con su familia:

2 Rubén, Simeón, Leví, Judá,

3 Isacar, Zabulón, Benjamín,

4 Dan, Neftalí, Gad y Aser.

5 Todas las personas que le nacieron a Jacob fueron setenta. Y José estaba en Egipto.

6 Y murió José, y todos sus hermanos, y toda aquella generación.

7 Y los hijos de Israel fructificaron y se multiplicaron, y fueron aumentados y fortalecidos en extremo, y se llenó de ellos la tierra.

8 Entretanto, se levantó sobre Egipto un nuevo rey que no conocía a José; y dijo a su pueblo:

9 He aquí, el pueblo de los hijos de Israel es mayor y más fuerte que nosotros.

10 Ahora, pues, seamos sabios para con él, para que no se multiplique, y acontezca que viniendo guerra, él también se una a nuestros enemigos y pelee contra nosotros, y se vaya de la tierra.

11 Entonces pusieron sobre ellos comisarios de tributos que los molestasen con sus cargas; y edificaron para Faraón las ciudades de almacenaje, Pitón y Ramesés.

12 Pero cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban y crecían, de manera que los egipcios temían a los hijos de Israel.

13 Y los egipcios hicieron servir a los hijos de Israel con dureza,

14 y amargaron su vida con dura servidumbre, en hacer barro y ladrillo, y en toda labor del campo y en todo su servicio, al cual los obligaban con rigor.

15 Y habló el rey de Egipto a las parteras de las hebreas, una de las cuales se llamaba Sifra, y otra Fúa, y les dijo:

16 Cuando asistáis a las hebreas en sus partos, y veáis el sexo, si es hijo, matadlo; y si es hija, entonces viva.

17 Pero las parteras temieron a Dios, y no hicieron como les mandó el rey de Egipto, sino que preservaron la vida a los niños.

18 Y el rey de Egipto hizo llamar a las parteras y les dijo: ¿Por qué habéis hecho esto, que habéis preservado la vida a los niños?

19 Y las parteras respondieron a Faraón: Porque las mujeres hebreas no son como las egipcias; pues son robustas, y dan a luz antes que la partera venga a ellas.

20 Y Dios hizo bien a las parteras; y el pueblo se multiplicó y se fortaleció en gran manera.

21 Y por haber las parteras temido a Dios, él prosperó sus familias.

22 Entonces Faraón mandó a todo su pueblo, diciendo: Echad al río a todo hijo que nazca, y a toda hija preservad la vida.


Nacimiento de Moisés

Capítulo 2  

1 Un varón de la familia de Leví fue y tomó por mujer a una hija de Leví,

2 la que concibió, y dio a luz un hijo; y viéndole que era hermoso, le tuvo escondido tres meses.

3 Pero no pudiendo ocultarle más tiempo, tomó una arquilla de juncos y la calafateó con asfalto y brea, y colocó en ella al niño y lo puso en un carrizal a la orilla del río.

4 Y una hermana suya se puso a lo lejos, para ver lo que le acontecería.

5 Y la hija de Faraón descendió a lavarse al río, y paseándose sus doncellas por la ribera del río, vio ella la arquilla en el carrizal, y envió una criada suya a que la tomase.

6 Y cuando la abrió, vio al niño; y he aquí que el niño lloraba. Y teniendo compasión de él, dijo: De los niños de los hebreos es éste.

7 Entonces su hermana dijo a la hija de Faraón: ¿Iré a llamarte una nodriza de las hebreas, para que te críe este niño?

8 Y la hija de Faraón respondió: Ve. Entonces fue la doncella, y llamó a la madre del niño,

9 a la cual dijo la hija de Faraón: Lleva a este niño y críamelo, y yo te lo pagaré. Y la mujer tomó al niño y lo crió.

10 Y cuando el niño creció, ella lo trajo a la hija de Faraón, la cual lo prohijó, y le puso por nombre Moisés,[a] diciendo: Porque de las aguas lo saqué.[b]

Moisés huye de Egipto

11 En aquellos días sucedió que crecido ya Moisés, salió a sus hermanos, y los vio en sus duras tareas, y observó a un egipcio que golpeaba a uno de los hebreos, sus hermanos.

12 Entonces miró a todas partes, y viendo que no parecía nadie, mató al egipcio y lo escondió en la arena.

13 Al día siguiente salió y vio a dos hebreos que reñían; entonces dijo al que maltrataba al otro: ¿Por qué golpeas a tu prójimo?

14 Y él respondió: ¿Quién te ha puesto a ti por príncipe y juez sobre nosotros? ¿Piensas matarme como mataste al egipcio? Entonces Moisés tuvo miedo, y dijo: Ciertamente esto ha sido descubierto.

15 Oyendo Faraón acerca de este hecho, procuró matar a Moisés; pero Moisés huyó de delante de Faraón, y habitó en la tierra de Madián.

16 Y estando sentado junto al pozo, siete hijas que tenía el sacerdote de Madián vinieron a sacar agua para llenar las pilas y dar de beber a las ovejas de su padre.

17 Mas los pastores vinieron y las echaron de allí; entonces Moisés se levantó y las defendió, y dio de beber a sus ovejas.

18 Y volviendo ellas a Reuel su padre, él les dijo: ¿Por qué habéis venido hoy tan pronto?

19 Ellas respondieron: Un varón egipcio nos defendió de mano de los pastores, y también nos sacó el agua, y dio de beber a las ovejas.

20 Y dijo a sus hijas: ¿Dónde está? ¿Por qué habéis dejado a ese hombre? Llamadle para que coma.

21 Y Moisés convino en morar con aquel varón; y él dio su hija Séfora por mujer a Moisés.

22 Y ella le dio a luz un hijo; y él le puso por nombre Gersón, porque dijo: Forastero[c] soy en tierra ajena.

23 Aconteció que después de muchos días murió el rey de Egipto, y los hijos de Israel gemían a causa de la servidumbre, y clamaron; y subió a Dios el clamor de ellos con motivo de su servidumbre.

24 Y oyó Dios el gemido de ellos, y se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob.

25 Y miró Dios a los hijos de Israel, y los reconoció Dios.


Llamamiento de Moisés

Capítulo 3  

1 Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios.

2 Y se le apareció el Angel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía.

3 Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema.

4 Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí.

5 Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es.

6 Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios.

7 Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias,

8 y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo.

9 El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen.

10 Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel.

11 Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?

12 Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte.

13 Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?

14 Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.

15 Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Jehová,[d] el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos.

16 Ve, y reúne a los ancianos de Israel, y diles: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, me apareció diciendo: En verdad os he visitado, y he visto lo que se os hace en Egipto;

17 y he dicho: Yo os sacaré de la aflicción de Egipto a la tierra del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo, a una tierra que fluye leche y miel.

18 Y oirán tu voz; e irás tú, y los ancianos de Israel, al rey de Egipto, y le diréis: Jehová el Dios de los hebreos nos ha encontrado; por tanto, nosotros iremos ahora camino de tres días por el desierto, para que ofrezcamos sacrificios a Jehová nuestro Dios.

19 Mas yo sé que el rey de Egipto no os dejará ir sino por mano fuerte.

20 Pero yo extenderé mi mano, y heriré a Egipto con todas mis maravillas que haré en él, y entonces os dejará ir.

21 Y yo daré a este pueblo gracia en los ojos de los egipcios, para que cuando salgáis, no vayáis con las manos vacías;

22 sino que pedirá cada mujer a su vecina y a su huéspeda alhajas de plata, alhajas de oro, y vestidos, los cuales pondréis sobre vuestros hijos y vuestras hijas; y despojaréis a Egipto.


Capítulo 4  

1 Entonces Moisés respondió diciendo: He aquí que ellos no me creerán, ni oirán mi voz; porque dirán: No te ha aparecido Jehová.

2 Y Jehová dijo: ¿Qué es eso que tienes en tu mano? Y él respondió: Una vara.

3 El le dijo: Echala en tierra. Y él la echó en tierra, y se hizo una culebra; y Moisés huía de ella.

4 Entonces dijo Jehová a Moisés: Extiende tu mano, y tómala por la cola. Y él extendió su mano, y la tomó, y se volvió vara en su mano.

5 Por esto creerán que se te ha aparecido Jehová, el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob.

6 Le dijo además Jehová: Mete ahora tu mano en tu seno. Y él metió la mano en su seno; y cuando la sacó, he aquí que su mano estaba leprosa como la nieve.

7 Y dijo: Vuelve a meter tu mano en tu seno. Y él volvió a meter su mano en su seno; y al sacarla de nuevo del seno, he aquí que se había vuelto como la otra carne.

8 Si aconteciere que no te creyeren ni obedecieren a la voz de la primera señal, creerán a la voz de la postrera.

9 Y si aún no creyeren a estas dos señales, ni oyeren tu voz, tomarás de las aguas del río y las derramarás en tierra; y se cambiarán aquellas aguas que tomarás del río y se harán sangre en la tierra.

10 Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua.

11 Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿o quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová?

12 Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar.

13 Y él dijo: ¡Ay, Señor! envía, te ruego, por medio del que debes enviar.

14 Entonces Jehová se enojó contra Moisés, y dijo: ¿No conozco yo a tu hermano Aarón, levita, y que él habla bien? Y he aquí que él saldrá a recibirte, y al verte se alegrará en su corazón.

15 Tú hablarás a él, y pondrás en su boca las palabras, y yo estaré con tu boca y con la suya, y os enseñaré lo que hayáis de hacer.

16 Y él hablará por ti al pueblo; él te será a ti en lugar de boca, y tú serás para él en lugar de Dios.

17 Y tomarás en tu mano esta vara, con la cual harás las señales.

Moisés vuelve a Egipto


18 Así se fue Moisés, y volviendo a su suegro Jetro, le dijo: Iré ahora, y volveré a mis hermanos que están en Egipto, para ver si aún viven. Y Jetro dijo a Moisés: Ve en paz.

19 Dijo también Jehová a Moisés en Madián: Ve y vuélvete a Egipto, porque han muerto todos los que procuraban tu muerte.

20 Entonces Moisés tomó su mujer y sus hijos, y los puso sobre un asno, y volvió a tierra de Egipto. Tomó también Moisés la vara de Dios en su mano.

21 Y dijo Jehová a Moisés: Cuando hayas vuelto a Egipto, mira que hagas delante de Faraón todas las maravillas que he puesto en tu mano; pero yo endureceré su corazón, de modo que no dejará ir al pueblo.

22 Y dirás a Faraón: Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito.

23 Ya te he dicho que dejes ir a mi hijo, para que me sirva, mas no has querido dejarlo ir; he aquí yo voy a matar a tu hijo, tu primogénito.

24 Y aconteció en el camino, que en una posada Jehová le salió al encuentro, y quiso matarlo.

25 Entonces Séfora tomó un pedernal afilado y cortó el prepucio de su hijo, y lo echó a sus pies, diciendo: A la verdad tú me eres un esposo de sangre.

26 Así le dejó luego ir. Y ella dijo: Esposo de sangre, a causa de la circuncisión.

27 Y Jehová dijo a Aarón: Ve a recibir a Moisés al desierto. Y él fue, y lo encontró en el monte de Dios, y le besó.

28 Entonces contó Moisés a Aarón todas las palabras de Jehová que le enviaba, y todas las señales que le había dado.

29 Y fueron Moisés y Aarón, y reunieron a todos los ancianos de los hijos de Israel.

30 Y habló Aarón acerca de todas las cosas que Jehová había dicho a Moisés, e hizo las señales delante de los ojos del pueblo.

31 Y el pueblo creyó; y oyendo que Jehová había visitado a los hijos de Israel, y que había visto su aflicción, se inclinaron y adoraron.

Footnotes

a. Éxodo 2:10 Heb. Mosheh.
b. Éxodo 2:10 Heb. mashah.
c. Éxodo 2:22 Heb. ger.
d. Éxodo 3:15 El nombre Jehová representa el nombre divino YHWH que aquí se relaciona con el verbo hayah, ser.

sábado, 27 de enero de 2024

DIA 27 DE ENERO - JOB 38-42



Jehová convence a Job de su ignorancia

Capítulo 38  

1 Entonces respondió Jehová a Job desde un torbellino, y dijo:

2 ¿Quién es ése que oscurece el consejo
Con palabras sin sabiduría?

3 Ahora ciñe como varón tus lomos;
Yo te preguntaré, y tú me contestarás.

4 ¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?
Házmelo saber, si tienes inteligencia.

5 ¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes?
¿O quién extendió sobre ella cordel?

6 ¿Sobre qué están fundadas sus bases?
¿O quién puso su piedra angular,

7 Cuando alababan todas las estrellas del alba,
Y se regocijaban todos los hijos de Dios?

8 ¿Quién encerró con puertas el mar,
Cuando se derramaba saliéndose de su seno,

9 Cuando puse yo nubes por vestidura suya,
Y por su faja oscuridad,

10 Y establecí sobre él mi decreto,
Le puse puertas y cerrojo,

11 Y dije: Hasta aquí llegarás, y no pasarás adelante,
Y ahí parará el orgullo de tus olas?

12 ¿Has mandado tú a la mañana en tus días?
¿Has mostrado al alba su lugar,

13 Para que ocupe los fines de la tierra,
Y para que sean sacudidos de ella los impíos?

14 Ella muda luego de aspecto como barro bajo el sello,
Y viene a estar como con vestidura;

15 Mas la luz de los impíos es quitada de ellos,
Y el brazo enaltecido es quebrantado.

16 ¿Has entrado tú hasta las fuentes del mar,
Y has andado escudriñando el abismo?

17 ¿Te han sido descubiertas las puertas de la muerte,
Y has visto las puertas de la sombra de muerte?

18 ¿Has considerado tú hasta las anchuras de la tierra?
Declara si sabes todo esto.

19 ¿Por dónde va el camino a la habitación de la luz,
Y dónde está el lugar de las tinieblas,

20 Para que las lleves a sus límites,
Y entiendas las sendas de su casa?

21 ¡Tú lo sabes! Pues entonces ya habías nacido,
Y es grande el número de tus días.

22 ¿Has entrado tú en los tesoros de la nieve,
O has visto los tesoros del granizo,

23 Que tengo reservados para el tiempo de angustia,
Para el día de la guerra y de la batalla?

24 ¿Por qué camino se reparte la luz,
Y se esparce el viento solano sobre la tierra?

25 ¿Quién repartió conducto al turbión,
Y camino a los relámpagos y truenos,

26 Haciendo llover sobre la tierra deshabitada,
Sobre el desierto, donde no hay hombre,

27 Para saciar la tierra desierta e inculta,
Y para hacer brotar la tierna hierba?

28 ¿Tiene la lluvia padre?
¿O quién engendró las gotas del rocío?

29 ¿De qué vientre salió el hielo?
Y la escarcha del cielo, ¿quién la engendró?

30 Las aguas se endurecen a manera de piedra,
Y se congela la faz del abismo.

31 ¿Podrás tú atar los lazos de las Pléyades,
O desatarás las ligaduras de Orión?

32 ¿Sacarás tú a su tiempo las constelaciones de los cielos,
O guiarás a la Osa Mayor con sus hijos?

33 ¿Supiste tú las ordenanzas de los cielos?
¿Dispondrás tú de su potestad en la tierra?

34 ¿Alzarás tú a las nubes tu voz,
Para que te cubra muchedumbre de aguas?

35 ¿Enviarás tú los relámpagos, para que ellos vayan?
¿Y te dirán ellos: Henos aquí?

36 ¿Quién puso la sabiduría en el corazón?
¿O quién dio al espíritu inteligencia?

37 ¿Quién puso por cuenta los cielos con sabiduría?
Y los odres de los cielos, ¿quién los hace inclinar,

38 Cuando el polvo se ha convertido en dureza,
Y los terrones se han pegado unos con otros?

39 ¿Cazarás tú la presa para el león?
¿Saciarás el hambre de los leoncillos,

40 Cuando están echados en las cuevas,
O se están en sus guaridas para acechar?

41 ¿Quién prepara al cuervo su alimento,
Cuando sus polluelos claman a Dios,
Y andan errantes por falta de comida?


Capítulo 39  

1 ¿Sabes tú el tiempo en que paren las cabras monteses?
¿O miraste tú las ciervas cuando están pariendo?

2 ¿Contaste tú los meses de su preñez,
Y sabes el tiempo cuando han de parir?

3 Se encorvan, hacen salir sus hijos,
Pasan sus dolores.

4 Sus hijos se fortalecen, crecen con el pasto;
Salen, y no vuelven a ellas.

5 ¿Quién echó libre al asno montés,
Y quién soltó sus ataduras?

6 Al cual yo puse casa en la soledad,
Y sus moradas en lugares estériles.

7 Se burla de la multitud de la ciudad;
No oye las voces del arriero.

8 Lo oculto de los montes es su pasto,
Y anda buscando toda cosa verde.

9 ¿Querrá el búfalo servirte a ti,
O quedar en tu pesebre?

10 ¿Atarás tú al búfalo con coyunda para el surco?
¿Labrará los valles en pos de ti?

11 ¿Confiarás tú en él, por ser grande su fuerza,
Y le fiarás tu labor?

12 ¿Fiarás de él para que recoja tu semilla,
Y la junte en tu era?

13 ¿Diste tú hermosas alas al pavo real,
O alas y plumas al avestruz?

14 El cual desampara en la tierra sus huevos,
Y sobre el polvo los calienta,

15 Y olvida que el pie los puede pisar,
Y que puede quebrarlos la bestia del campo.

16 Se endurece para con sus hijos, como si no fuesen suyos,
No temiendo que su trabajo haya sido en vano;

17 Porque le privó Dios de sabiduría,
Y no le dio inteligencia.

18 Luego que se levanta en alto,
Se burla del caballo y de su jinete.

19 ¿Diste tú al caballo la fuerza?
¿Vestiste tú su cuello de crines ondulantes?

20 ¿Le intimidarás tú como a langosta?
El resoplido de su nariz es formidable.

21 Escarba la tierra, se alegra en su fuerza,
Sale al encuentro de las armas;

22 Hace burla del espanto, y no teme,
Ni vuelve el rostro delante de la espada.

23 Contra él suenan la aljaba,
El hierro de la lanza y de la jabalina;

24 Y él con ímpetu y furor escarba la tierra,
Sin importarle el sonido de la trompeta;

25 Antes como que dice entre los clarines: ¡Ea!
Y desde lejos huele la batalla,
El grito de los capitanes, y el vocerío.

26 ¿Vuela el gavilán por tu sabiduría,
Y extiende hacia el sur sus alas?

27 ¿Se remonta el águila por tu mandamiento,
Y pone en alto su nido?

28 Ella habita y mora en la peña,
En la cumbre del peñasco y de la roca.

29 Desde allí acecha la presa;
Sus ojos observan de muy lejos.

30 Sus polluelos chupan la sangre;
Y donde hubiere cadáveres, allí está ella.


Capítulo 40  

1 Además respondió Jehová a Job, y dijo:

2 ¿Es sabiduría contender con el Omnipotente?
El que disputa con Dios, responda a esto.

3 Entonces respondió Job a Jehová, y dijo:

4 He aquí que yo soy vil; ¿qué te responderé?
Mi mano pongo sobre mi boca.

5 Una vez hablé, mas no responderé;
Aun dos veces, mas no volveré a hablar.

Manifestaciones del poder de Dios

6 Respondió Jehová a Job desde el torbellino, y dijo:

7 Cíñete ahora como varón tus lomos;
Yo te preguntaré, y tú me responderás.

8 ¿Invalidarás tú también mi juicio?
¿Me condenarás a mí, para justificarte tú?

9 ¿Tienes tú un brazo como el de Dios?
¿Y truenas con voz como la suya?

10 Adórnate ahora de majestad y de alteza,
Y vístete de honra y de hermosura.

11 Derrama el ardor de tu ira;
Mira a todo altivo, y abátelo.

12 Mira a todo soberbio, y humíllalo,
Y quebranta a los impíos en su sitio.

13 Encúbrelos a todos en el polvo,
Encierra sus rostros en la oscuridad;

14 Y yo también te confesaré
Que podrá salvarte tu diestra.

15 He aquí ahora behemot, el cual hice como a ti;
Hierba come como buey.

16 He aquí ahora que su fuerza está en sus lomos,
Y su vigor en los músculos de su vientre.

17 Su cola mueve como un cedro,
Y los nervios de sus muslos están entretejidos.

18 Sus huesos son fuertes como bronce,
Y sus miembros como barras de hierro.

19 El es el principio de los caminos de Dios;
El que lo hizo, puede hacer que su espada a él se acerque.

20 Ciertamente los montes producen hierba para él;
Y toda bestia del campo retoza allá.

21 Se echará debajo de las sombras,
En lo oculto de las cañas y de los lugares húmedos.

22 Los árboles sombríos lo cubren con su sombra;
Los sauces del arroyo lo rodean.

23 He aquí, sale de madre el río, pero él no se inmuta;
Tranquilo está, aunque todo un Jordán se estrelle contra su boca.

24 ¿Lo tomará alguno cuando está vigilante,
Y horadará su nariz?


Capítulo 41  

1 ¿Sacarás tú al leviatán con anzuelo,
O con cuerda que le eches en su lengua?

2 ¿Pondrás tú soga en sus narices,
Y horadarás con garfio su quijada?

3 ¿Multiplicará él ruegos para contigo?
¿Te hablará él lisonjas?

4 ¿Hará pacto contigo
Para que lo tomes por siervo perpetuo?

5 ¿Jugarás con él como con pájaro,
O lo atarás para tus niñas?

6 ¿Harán de él banquete los compañeros?
¿Lo repartirán entre los mercaderes?

7 ¿Cortarás tú con cuchillo su piel,
O con arpón de pescadores su cabeza?

8 Pon tu mano sobre él;
Te acordarás de la batalla, y nunca más volverás.

9 He aquí que la esperanza acerca de él será burlada,
Porque aun a su sola vista se desmayarán.

10 Nadie hay tan osado que lo despierte;
¿Quién, pues, podrá estar delante de mí?

11 ¿Quién me ha dado a mí primero, para que yo restituya?
Todo lo que hay debajo del cielo es mío.

12 No guardaré silencio sobre sus miembros,
Ni sobre sus fuerzas y la gracia de su disposición.

13 ¿Quién descubrirá la delantera de su vestidura?
¿Quién se acercará a él con su freno doble?

14 ¿Quién abrirá las puertas de su rostro?
Las hileras de sus dientes espantan.

15 La gloria de su vestido son escudos fuertes,
Cerrados entre sí estrechamente.

16 El uno se junta con el otro,
Que viento no entra entre ellos.

17 Pegado está el uno con el otro;
Están trabados entre sí, que no se pueden apartar.

18 Con sus estornudos enciende lumbre,
Y sus ojos son como los párpados del alba.

19 De su boca salen hachones de fuego;
Centellas de fuego proceden.

20 De sus narices sale humo,
Como de una olla o caldero que hierve.

21 Su aliento enciende los carbones,
Y de su boca sale llama.

22 En su cerviz está la fuerza,
Y delante de él se esparce el desaliento.

23 Las partes más flojas de su carne están endurecidas;
Están en él firmes, y no se mueven.

24 Su corazón es firme como una piedra,
Y fuerte como la muela de abajo.

25 De su grandeza tienen temor los fuertes,
Y a causa de su desfallecimiento hacen por purificarse.

26 Cuando alguno lo alcanzare,
Ni espada, ni lanza, ni dardo, ni coselete durará.

27 Estima como paja el hierro,
Y el bronce como leño podrido.

28 Saeta no le hace huir;
Las piedras de honda le son como paja.

29 Tiene toda arma por hojarasca,
Y del blandir de la jabalina se burla.

30 Por debajo tiene agudas conchas;
Imprime su agudez en el suelo.

31 Hace hervir como una olla el mar profundo,
Y lo vuelve como una olla de ungüento.

32 En pos de sí hace resplandecer la senda,
Que parece que el abismo es cano.

33 No hay sobre la tierra quien se le parezca;
Animal hecho exento de temor.

34 Menosprecia toda cosa alta;
Es rey sobre todos los soberbios.


Confesión y justificación de Job

Capítulo 42  

1 Respondió Job a Jehová, y dijo:

2 Yo conozco que todo lo puedes,
Y que no hay pensamiento que se esconda de ti.

3 ¿Quién es el que oscurece el consejo sin entendimiento?
Por tanto, yo hablaba lo que no entendía;
Cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía.

4 Oye, te ruego, y hablaré;
Te preguntaré, y tú me enseñarás.

5 De oídas te había oído;
Mas ahora mis ojos te ven.

6 Por tanto me aborrezco,
Y me arrepiento en polvo y ceniza.

7 Y aconteció que después que habló Jehová estas palabras a Job, Jehová dijo a Elifaz temanita: Mi ira se encendió contra ti y tus dos compañeros; porque no habéis hablado de mí lo recto, como mi siervo Job.

8 Ahora, pues, tomaos siete becerros y siete carneros, e id a mi siervo Job, y ofreced holocausto por vosotros, y mi siervo Job orará por vosotros; porque de cierto a él atenderé para no trataros afrentosamente, por cuanto no habéis hablado de mí con rectitud, como mi siervo Job.

9 Fueron, pues, Elifaz temanita, Bildad suhita y Zofar naamatita, e hicieron como Jehová les dijo; y Jehová aceptó la oración de Job.

Restauración de la prosperidad de Job

10 Y quitó Jehová la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus amigos; y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job.

11 Y vinieron a él todos sus hermanos y todas sus hermanas, y todos los que antes le habían conocido, y comieron con él pan en su casa, y se condolieron de él, y le consolaron de todo aquel mal que Jehová había traído sobre él; y cada uno de ellos le dio una pieza de dinero y un anillo de oro.

12 Y bendijo Jehová el postrer estado de Job más que el primero; porque tuvo catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas,

13 y tuvo siete hijos y tres hijas.

14 Llamó el nombre de la primera, Jemima, el de la segunda, Cesia, y el de la tercera, Keren-hapuc.

15 Y no había mujeres tan hermosas como las hijas de Job en toda la tierra; y les dio su padre herencia entre sus hermanos.

16 Después de esto vivió Job ciento cuarenta años, y vio a sus hijos, y a los hijos de sus hijos, hasta la cuarta generación.

17 Y murió Job viejo y lleno de días.

viernes, 26 de enero de 2024

DIA 26 DE ENERO - JOB 35-37



Capítulo 35  

1 Prosiguió Eliú en su razonamiento, y dijo:

2 ¿Piensas que es cosa recta lo que has dicho:
Más justo soy yo que Dios?

3 Porque dijiste: ¿Qué ventaja sacaré de ello?
¿O qué provecho tendré de no haber pecado?

4 Yo te responderé razones,
Y a tus compañeros contigo.

5 Mira a los cielos, y ve,
Y considera que las nubes son más altas que tú.

6 Si pecares, ¿qué habrás logrado contra él?
Y si tus rebeliones se multiplicaren, ¿qué le harás tú?

7 Si fueres justo, ¿qué le darás a él?
¿O qué recibirá de tu mano?

8 Al hombre como tú dañará tu impiedad,
Y al hijo de hombre aprovechará tu justicia.

9 A causa de la multitud de las violencias claman,
Y se lamentan por el poderío de los grandes.

10 Y ninguno dice: ¿Dónde está Dios mi Hacedor,
Que da cánticos en la noche,

11 Que nos enseña más que a las bestias de la tierra,
Y nos hace sabios más que a las aves del cielo?

12 Allí clamarán, y él no oirá,
Por la soberbia de los malos.

13 Ciertamente Dios no oirá la vanidad,
Ni la mirará el Omnipotente.

14 ¿Cuánto menos cuando dices que no haces caso de él?
La causa está delante de él; por tanto, aguárdale.

15 Mas ahora, porque en su ira no castiga,
Ni inquiere con rigor,

16 Por eso Job abre su boca vanamente,
Y multiplica palabras sin sabiduría.


Eliú exalta la grandeza de Dios

Capítulo 36  

1 Añadió Eliú y dijo:

2 Espérame un poco, y te enseñaré;
Porque todavía tengo razones en defensa de Dios.

3 Tomaré mi saber desde lejos,
Y atribuiré justicia a mi Hacedor.

4 Porque de cierto no son mentira mis palabras;
Contigo está el que es íntegro en sus conceptos.

5 He aquí que Dios es grande, pero no desestima a nadie;
Es poderoso en fuerza de sabiduría.

6 No otorgará vida al impío,
Pero a los afligidos dará su derecho.

7 No apartará de los justos sus ojos;
Antes bien con los reyes los pondrá en trono para siempre,
Y serán exaltados.

8 Y si estuvieren prendidos en grillos,
Y aprisionados en las cuerdas de aflicción,

9 El les dará a conocer la obra de ellos,
Y que prevalecieron sus rebeliones.

10 Despierta además el oído de ellos para la corrección,
Y les dice que se conviertan de la iniquidad.

11 Si oyeren, y le sirvieren,
Acabarán sus días en bienestar,
Y sus años en dicha.

12 Pero si no oyeren, serán pasados a espada,
Y perecerán sin sabiduría.

13 Mas los hipócritas de corazón atesoran para sí la ira,
Y no clamarán cuando él los atare.

14 Fallecerá el alma de ellos en su juventud,
Y su vida entre los sodomitas.

15 Al pobre librará de su pobreza,
Y en la aflicción despertará su oído.

16 Asimismo te apartará de la boca de la angustia
A lugar espacioso, libre de todo apuro,
Y te preparará mesa llena de grosura.

17 Mas tú has llenado el juicio del impío,
En vez de sustentar el juicio y la justicia.

18 Por lo cual teme, no sea que en su ira te quite con golpe,
El cual no puedas apartar de ti con gran rescate.

19 ¿Hará él estima de tus riquezas, del oro,
O de todas las fuerzas del poder?

20 No anheles la noche,
En que los pueblos desaparecen de su lugar.

21 Guárdate, no te vuelvas a la iniquidad;
Pues ésta escogiste más bien que la aflicción.

22 He aquí que Dios es excelso en su poder;
¿Qué enseñador semejante a él?

23 ¿Quién le ha prescrito su camino?
¿Y quién le dirá: Has hecho mal?

24 Acuérdate de engrandecer su obra,
La cual contemplan los hombres.

25 Los hombres todos la ven;
La mira el hombre de lejos.

26 He aquí, Dios es grande, y nosotros no le conocemos,
Ni se puede seguir la huella de sus años.

27 El atrae las gotas de las aguas,
Al transformarse el vapor en lluvia,

28 La cual destilan las nubes,
Goteando en abundancia sobre los hombres.

29 ¿Quién podrá comprender la extensión de las nubes,
Y el sonido estrepitoso de su morada?

30 He aquí que sobre él extiende su luz,
Y cobija con ella las profundidades del mar.

31 Bien que por esos medios castiga a los pueblos,
A la multitud él da sustento.

32 Con las nubes encubre la luz,
Y le manda no brillar, interponiendo aquéllas.

33 El trueno declara su indignación,
Y la tempestad proclama su ira contra la iniquidad.


Capítulo 37  

1 Por eso también se estremece mi corazón,
Y salta de su lugar.

2 Oíd atentamente el estrépito de su voz,
Y el sonido que sale de su boca.

3 Debajo de todos los cielos lo dirige,
Y su luz hasta los fines de la tierra.

4 Después de ella brama el sonido,
Truena él con voz majestuosa;
Y aunque sea oída su voz, no los detiene.

5 Truena Dios maravillosamente con su voz;
El hace grandes cosas, que nosotros no entendemos.

6 Porque a la nieve dice: Desciende a la tierra;
También a la llovizna, y a los aguaceros torrenciales.

7 Así hace retirarse a todo hombre,
Para que los hombres todos reconozcan su obra.

8 Las bestias entran en su escondrijo,
Y se están en sus moradas.

9 Del sur viene el torbellino,
Y el frío de los vientos del norte.

10 Por el soplo de Dios se da el hielo,
Y las anchas aguas se congelan.

11 Regando también llega a disipar la densa nube,
Y con su luz esparce la niebla.

12 Asimismo por sus designios se revuelven las nubes en derredor,
Para hacer sobre la faz del mundo,
En la tierra, lo que él les mande.

13 Unas veces por azote, otras por causa de su tierra,
Otras por misericordia las hará venir.

14 Escucha esto, Job;
Detente, y considera las maravillas de Dios.

15 ¿Sabes tú cómo Dios las pone en concierto,
Y hace resplandecer la luz de su nube?

16 ¿Has conocido tú las diferencias de las nubes,
Las maravillas del Perfecto en sabiduría?

17 ¿Por qué están calientes tus vestidos
Cuando él sosiega la tierra con el viento del sur?

18 ¿Extendiste tú con él los cielos,
Firmes como un espejo fundido?

19 Muéstranos qué le hemos de decir;
Porque nosotros no podemos ordenar las ideas a causa de las tinieblas.

20 ¿Será preciso contarle cuando yo hablare?
Por más que el hombre razone, quedará como abismado.

21 Mas ahora ya no se puede mirar la luz esplendente en los cielos,
Luego que pasa el viento y los limpia,

22 Viniendo de la parte del norte la dorada claridad.
En Dios hay una majestad terrible.

23 El es Todopoderoso, al cual no alcanzamos, grande en poder;
Y en juicio y en multitud de justicia no afligirá.

24 Lo temerán por tanto los hombres;
El no estima a ninguno que cree en su propio corazón ser sabio.

jueves, 25 de enero de 2024

DIA 25 DE ENERO - JOB 32-34



Eliú justifica su derecho de contestar a Job

Capítulo 32  

1 Cesaron estos tres varones de responder a Job, por cuanto él era justo a sus propios ojos.

2 Entonces Eliú hijo de Baraquel buzita, de la familia de Ram, se encendió en ira contra Job; se encendió en ira, por cuanto se justificaba a sí mismo más que a Dios.

3 Asimismo se encendió en ira contra sus tres amigos, porque no hallaban qué responder, aunque habían condenado a Job.

4 Y Eliú había esperado a Job en la disputa, porque los otros eran más viejos que él.

5 Pero viendo Eliú que no había respuesta en la boca de aquellos tres varones, se encendió en ira.

6 Y respondió Eliú hijo de Baraquel buzita, y dijo:
Yo soy joven, y vosotros ancianos;
Por tanto, he tenido miedo, y he temido declararos mi opinión.

7 Yo decía: Los días hablarán,
Y la muchedumbre de años declarará sabiduría.

8 Ciertamente espíritu hay en el hombre,
Y el soplo del Omnipotente le hace que entienda.

9 No son los sabios los de mucha edad,
Ni los ancianos entienden el derecho.

10 Por tanto, yo dije: Escuchadme;
Declararé yo también mi sabiduría.

11 He aquí yo he esperado a vuestras razones,
He escuchado vuestros argumentos,
En tanto que buscabais palabras.

12 Os he prestado atención,
Y he aquí que no hay de vosotros quien redarguya a Job,
Y responda a sus razones.

13 Para que no digáis: Nosotros hemos hallado sabiduría;
Lo vence Dios, no el hombre.

14 Ahora bien, Job no dirigió contra mí sus palabras,
Ni yo le responderé con vuestras razones.

15 Se espantaron, no respondieron más;
Se les fueron los razonamientos.

16 Yo, pues, he esperado, pero no hablaban;
Más bien callaron y no respondieron más.

17 Por eso yo también responderé mi parte;
También yo declararé mi juicio.

18 Porque lleno estoy de palabras,
Y me apremia el espíritu dentro de mí.

19 De cierto mi corazón está como el vino que no tiene respiradero,
Y se rompe como odres nuevos.

20 Hablaré, pues, y respiraré;
Abriré mis labios, y responderé.

21 No haré ahora acepción de personas,
Ni usaré con nadie de títulos lisonjeros.

22 Porque no sé hablar lisonjas;
De otra manera, en breve mi Hacedor me consumiría.


Eliú censura a Job


Capítulo 33  

1 Por tanto, Job, oye ahora mis razones,
Y escucha todas mis palabras.

2 He aquí yo abriré ahora mi boca,
Y mi lengua hablará en mi garganta.

3 Mis razones declararán la rectitud de mi corazón,
Y lo que saben mis labios, lo hablarán con sinceridad.

4 El espíritu de Dios me hizo,
Y el soplo del Omnipotente me dio vida.

5 Respóndeme si puedes;
Ordena tus palabras, ponte en pie.

6 Heme aquí a mí en lugar de Dios, conforme a tu dicho;
De barro fui yo también formado.

7 He aquí, mi terror no te espantará,
Ni mi mano se agravará sobre ti.

8 De cierto tú dijiste a oídos míos,
Y yo oí la voz de tus palabras que decían:

9 Yo soy limpio y sin defecto;
Soy inocente, y no hay maldad en mí.

10 He aquí que él buscó reproches contra mí,
Y me tiene por su enemigo;

11 Puso mis pies en el cepo,
Y vigiló todas mis sendas.

12 He aquí, en esto no has hablado justamente;
Yo te responderé que mayor es Dios que el hombre.

13 ¿Por qué contiendes contra él?
Porque él no da cuenta de ninguna de sus razones.

14 Sin embargo, en una o en dos maneras habla Dios;
Pero el hombre no entiende.

15 Por sueño, en visión nocturna,
Cuando el sueño cae sobre los hombres,
Cuando se adormecen sobre el lecho,

16 Entonces revela al oído de los hombres,
Y les señala su consejo,

17 Para quitar al hombre de su obra,
Y apartar del varón la soberbia.

18 Detendrá su alma del sepulcro,
Y su vida de que perezca a espada.

19 También sobre su cama es castigado
Con dolor fuerte en todos sus huesos,

20 Que le hace que su vida aborrezca el pan,
Y su alma la comida suave.

21 Su carne desfallece, de manera que no se ve,
Y sus huesos, que antes no se veían, aparecen.

22 Su alma se acerca al sepulcro,
Y su vida a los que causan la muerte.

23 Si tuviese cerca de él
Algún elocuente mediador muy escogido,
Que anuncie al hombre su deber;

24 Que le diga que Dios tuvo de él misericordia,
Que lo libró de descender al sepulcro,
Que halló redención;

25 Su carne será más tierna que la del niño,
Volverá a los días de su juventud.

26 Orará a Dios, y éste le amará,
Y verá su faz con júbilo;
Y restaurará al hombre su justicia.

27 El mira sobre los hombres; y al que dijere:
Pequé, y pervertí lo recto,
Y no me ha aprovechado,

28 Dios redimirá su alma para que no pase al sepulcro,
Y su vida se verá en luz.

29 He aquí, todas estas cosas hace Dios
Dos y tres veces con el hombre,

30 Para apartar su alma del sepulcro,
Y para iluminarlo con la luz de los vivientes.

31 Escucha, Job, y óyeme;
Calla, y yo hablaré.

32 Si tienes razones, respóndeme;
Habla, porque yo te quiero justificar.

33 Y si no, óyeme tú a mí;
Calla, y te enseñaré sabiduría.


Eliú justifica a Dios

Capítulo 34  

1 Además Eliú dijo:

2 Oíd, sabios, mis palabras;
Y vosotros, doctos, estadme atentos.

3 Porque el oído prueba las palabras,
Como el paladar gusta lo que uno come.

4 Escojamos para nosotros el juicio,
Conozcamos entre nosotros cuál sea lo bueno.

5 Porque Job ha dicho: Yo soy justo,
Y Dios me ha quitado mi derecho.

6 ¿He de mentir yo contra mi razón?
Dolorosa es mi herida sin haber hecho yo transgresión.

7 ¿Qué hombre hay como Job,
Que bebe el escarnio como agua,

8 Y va en compañía con los que hacen iniquidad,
Y anda con los hombres malos?

9 Porque ha dicho: De nada servirá al hombre
El conformar su voluntad a Dios.

10 Por tanto, varones de inteligencia, oídme:
Lejos esté de Dios la impiedad,
Y del Omnipotente la iniquidad.

11 Porque él pagará al hombre según su obra,
Y le retribuirá conforme a su camino.

12 Sí, por cierto, Dios no hará injusticia,
Y el Omnipotente no pervertirá el derecho.

13 ¿Quién visitó por él la tierra?
¿Y quién puso en orden todo el mundo?

14 Si él pusiese sobre el hombre su corazón,
Y recogiese así su espíritu y su aliento,

15 Toda carne perecería juntamente,
Y el hombre volvería al polvo.

16 Si, pues, hay en ti entendimiento, oye esto;
Escucha la voz de mis palabras.

17 ¿Gobernará el que aborrece juicio?
¿Y condenarás tú al que es tan justo?

18 ¿Se dirá al rey: Perverso;
Y a los príncipes: Impíos?

19 ¿Cuánto menos a aquel que no hace acepción de personas de príncipes.
Ni respeta más al rico que al pobre,
Porque todos son obra de sus manos?

20 En un momento morirán,
Y a medianoche se alborotarán los pueblos, y pasarán,
Y sin mano será quitado el poderoso.

21 Porque sus ojos están sobre los caminos del hombre,
Y ve todos sus pasos.

22 No hay tinieblas ni sombra de muerte
Donde se escondan los que hacen maldad.

23 No carga, pues, él al hombre más de lo justo,
Para que vaya con Dios a juicio.

24 El quebrantará a los fuertes sin indagación,
Y hará estar a otros en su lugar.

25 Por tanto, él hará notorias las obras de ellos,
Cuando los trastorne en la noche, y sean quebrantados.

26 Como a malos los herirá
En lugar donde sean vistos;

27 Por cuanto así se apartaron de él,
Y no consideraron ninguno de sus caminos,

28 Haciendo venir delante de él el clamor del pobre,
Y que oiga el clamor de los necesitados.

29 Si él diere reposo, ¿quién inquietará?
Si escondiere el rostro, ¿quién lo mirará?
Esto sobre una nación, y lo mismo sobre un hombre;

30 Haciendo que no reine el hombre impío
Para vejaciones del pueblo.

31 De seguro conviene que se diga a Dios:
He llevado ya castigo, no ofenderé ya más;

32 Enséñame tú lo que yo no veo;
Si hice mal, no lo haré más.

33 ¿Ha de ser eso según tu parecer?
El te retribuirá, ora rehúses, ora aceptes, y no yo;
Di, si no, lo que tú sabes.

34 Los hombres inteligentes dirán conmigo,
Y el hombre sabio que me oiga:

35 Que Job no habla con sabiduría,
Y que sus palabras no son con entendimiento.

36 Deseo yo que Job sea probado ampliamente,
A causa de sus respuestas semejantes a las de los hombres inicuos.

37 Porque a su pecado añadió rebeldía;
Bate palmas contra nosotros,
Y contra Dios multiplica sus palabras.

miércoles, 24 de enero de 2024

DIA 24 DE ENERO - JOB 28-31



El hombre en busca de la sabiduría


Capítulo 28  

1 Ciertamente la plata tiene sus veneros,
Y el oro lugar donde se refina.

2 El hierro se saca del polvo,
Y de la piedra se funde el cobre.

3 A las tinieblas ponen término,
Y examinan todo a la perfección,
Las piedras que hay en oscuridad y en sombra de muerte.

4 Abren minas lejos de lo habitado,
En lugares olvidados, donde el pie no pasa.
Son suspendidos y balanceados, lejos de los demás hombres.

5 De la tierra nace el pan,
Y debajo de ella está como convertida en fuego.

6 Lugar hay cuyas piedras son zafiro,
Y sus polvos de oro.

7 Senda que nunca la conoció ave,
Ni ojo de buitre la vio;

8 Nunca la pisaron animales fieros,
Ni león pasó por ella.

9 En el pedernal puso su mano,
Y trastornó de raíz los montes.

10 De los peñascos cortó ríos,
Y sus ojos vieron todo lo preciado.

11 Detuvo los ríos en su nacimiento,
E hizo salir a luz lo escondido.

12 Mas ¿dónde se hallará la sabiduría?
¿Dónde está el lugar de la inteligencia?

13 No conoce su valor el hombre,
Ni se halla en la tierra de los vivientes.

14 El abismo dice: No está en mí;
Y el mar dijo: Ni conmigo.

15 No se dará por oro,
Ni su precio será a peso de plata.

16 No puede ser apreciada con oro de Ofir,
Ni con ónice precioso, ni con zafiro.

17 El oro no se le igualará, ni el diamante,
Ni se cambiará por alhajas de oro fino.

18 No se hará mención de coral ni de perlas;
La sabiduría es mejor que las piedras preciosas.

19 No se igualará con ella topacio de Etiopía;
No se podrá apreciar con oro fino.

20 ¿De dónde, pues, vendrá la sabiduría?
¿Y dónde está el lugar de la inteligencia?

21 Porque encubierta está a los ojos de todo viviente,
Y a toda ave del cielo es oculta.

22 El Abadón y la muerte dijeron:
Su fama hemos oído con nuestros oídos.

23 Dios entiende el camino de ella,
Y conoce su lugar.

24 Porque él mira hasta los fines de la tierra,
Y ve cuanto hay bajo los cielos.

25 Al dar peso al viento,
Y poner las aguas por medida;

26 Cuando él dio ley a la lluvia,
Y camino al relámpago de los truenos,

27 Entonces la veía él, y la manifestaba;
La preparó y la descubrió también.

28 Y dijo al hombre:
He aquí que el temor del Señor es la sabiduría,
Y el apartarse del mal, la inteligencia.


Job recuerda su felicidad anterior

Capítulo 29  

1 Volvió Job a reanudar su discurso, y dijo:

2 ¡Quién me volviese como en los meses pasados,
Como en los días en que Dios me guardaba,

3 Cuando hacía resplandecer sobre mi cabeza su lámpara,
A cuya luz yo caminaba en la oscuridad;

4 Como fui en los días de mi juventud,
Cuando el favor de Dios velaba sobre mi tienda;

5 Cuando aún estaba conmigo el Omnipotente,
Y mis hijos alrededor de mí;

6 Cuando lavaba yo mis pasos con leche,
Y la piedra me derramaba ríos de aceite!

7 Cuando yo salía a la puerta a juicio,
Y en la plaza hacía preparar mi asiento,

8 Los jóvenes me veían, y se escondían;
Y los ancianos se levantaban, y estaban de pie.

9 Los príncipes detenían sus palabras;
Ponían la mano sobre su boca.

10 La voz de los principales se apagaba,
Y su lengua se pegaba a su paladar.

11 Los oídos que me oían me llamaban bienaventurado,
Y los ojos que me veían me daban testimonio,

12 Porque yo libraba al pobre que clamaba,
Y al huérfano que carecía de ayudador.

13 La bendición del que se iba a perder venía sobre mí,
Y al corazón de la viuda yo daba alegría.

14 Me vestía de justicia, y ella me cubría;
Como manto y diadema era mi rectitud.

15 Yo era ojos al ciego,
Y pies al cojo.

16 A los menesterosos era padre,
Y de la causa que no entendía, me informaba con diligencia;

17 Y quebrantaba los colmillos del inicuo,
Y de sus dientes hacía soltar la presa.

18 Decía yo: En mi nido moriré,
Y como arena multiplicaré mis días.

19 Mi raíz estaba abierta junto a las aguas,
Y en mis ramas permanecía el rocío.

20 Mi honra se renovaba en mí,
Y mi arco se fortalecía en mi mano.

21 Me oían, y esperaban,
Y callaban a mi consejo.

22 Tras mi palabra no replicaban,
Y mi razón destilaba sobre ellos.

23 Me esperaban como a la lluvia,
Y abrían su boca como a la lluvia tardía.

24 Si me reía con ellos, no lo creían;
Y no abatían la luz de mi rostro.

25 Calificaba yo el camino de ellos, y me sentaba entre ellos como el jefe;
Y moraba como rey en el ejército,
Como el que consuela a los que lloran.


Job lamenta su desdicha actual

Capítulo 30  

1 Pero ahora se ríen de mí los más jóvenes que yo,
A cuyos padres yo desdeñara poner con los perros de mi ganado.

2 ¿Y de qué me serviría ni aun la fuerza de sus manos?
No tienen fuerza alguna.

3 Por causa de la pobreza y del hambre andaban solos;
Huían a la soledad, a lugar tenebroso, asolado y desierto.

4 Recogían malvas entre los arbustos,
Y raíces de enebro para calentarse.

5 Eran arrojados de entre las gentes,
Y todos les daban grita como tras el ladrón.

6 Habitaban en las barrancas de los arroyos,
En las cavernas de la tierra, y en las rocas.

7 Bramaban entre las matas,
Y se reunían debajo de los espinos.

8 Hijos de viles, y hombres sin nombre,
Más bajos que la misma tierra.

9 Y ahora yo soy objeto de su burla,
Y les sirvo de refrán.

10 Me abominan, se alejan de mí,
Y aun de mi rostro no detuvieron su saliva.

11 Porque Dios desató su cuerda, y me afligió,
Por eso se desenfrenaron delante de mi rostro.

12 A la mano derecha se levantó el populacho;
Empujaron mis pies,
Y prepararon contra mí caminos de perdición.

13 Mi senda desbarataron,
Se aprovecharon de mi quebrantamiento,
Y contra ellos no hubo ayudador.

14 Vinieron como por portillo ancho,
Se revolvieron sobre mi calamidad.

15 Se han revuelto turbaciones sobre mí;
Combatieron como viento mi honor,
Y mi prosperidad pasó como nube.

16 Y ahora mi alma está derramada en mí;
Días de aflicción se apoderan de mí.

17 La noche taladra mis huesos,
Y los dolores que me roen no reposan.

18 La violencia deforma mi vestidura; me ciñe como el cuello de mi túnica.

19 El me derribó en el lodo,
Y soy semejante al polvo y a la ceniza.

20 Clamo a ti, y no me oyes;
Me presento, y no me atiendes.

21 Te has vuelto cruel para mí;
Con el poder de tu mano me persigues.

22 Me alzaste sobre el viento, me hiciste cabalgar en él,
Y disolviste mi sustancia.

23 Porque yo sé que me conduces a la muerte,
Y a la casa determinada a todo viviente.

24 Mas él no extenderá la mano contra el sepulcro;
¿Clamarán los sepultados cuando él los quebrantare?

25 ¿No lloré yo al afligido?
Y mi alma, ¿no se entristeció sobre el menesteroso?

26 Cuando esperaba yo el bien, entonces vino el mal;
Y cuando esperaba luz, vino la oscuridad.

27 Mis entrañas se agitan, y no reposan;
Días de aflicción me han sobrecogido.

28 Ando ennegrecido, y no por el sol;
Me he levantado en la congregación, y clamado.

29 He venido a ser hermano de chacales,
Y compañero de avestruces.

30 Mi piel se ha ennegrecido y se me cae,
Y mis huesos arden de calor.

31 Se ha cambiado mi arpa en luto,
Y mi flauta en voz de lamentadores.


Job afirma su integridad

Capítulo 31  

1 Hice pacto con mis ojos;
¿Cómo, pues, había yo de mirar a una virgen?

2 Porque ¿qué galardón me daría de arriba Dios,
Y qué heredad el Omnipotente desde las alturas?

3 ¿No hay quebrantamiento para el impío,
Y extrañamiento para los que hacen iniquidad?

4 ¿No ve él mis caminos,
Y cuenta todos mis pasos?

5 Si anduve con mentira,
Y si mi pie se apresuró a engaño,

6 Péseme Dios en balanzas de justicia,
Y conocerá mi integridad.

7 Si mis pasos se apartaron del camino,
Si mi corazón se fue tras mis ojos,
Y si algo se pegó a mis manos,

8 Siembre yo, y otro coma,
Y sea arrancada mi siembra.

9 Si fue mi corazón engañado acerca de mujer,
Y si estuve acechando a la puerta de mi prójimo,

10 Muela para otro mi mujer,
Y sobre ella otros se encorven.

11 Porque es maldad e iniquidad
Que han de castigar los jueces.

12 Porque es fuego que devoraría hasta el Abadón,
Y consumiría toda mi hacienda.

13 Si hubiera tenido en poco el derecho de mi siervo y de mi sierva,
Cuando ellos contendían conmigo,

14 ¿Qué haría yo cuando Dios se levantase?
Y cuando él preguntara, ¿qué le respondería yo?

15 El que en el vientre me hizo a mí, ¿no lo hizo a él?
¿Y no nos dispuso uno mismo en la matriz?

16 Si estorbé el contento de los pobres,
E hice desfallecer los ojos de la viuda;

17 Si comí mi bocado solo,
Y no comió de él el huérfano

18 (Porque desde mi juventud creció conmigo como con un padre,
Y desde el vientre de mi madre fui guía de la viuda);

19 Si he visto que pereciera alguno sin vestido,
Y al menesteroso sin abrigo;

20 Si no me bendijeron sus lomos,
Y del vellón de mis ovejas se calentaron;

21 Si alcé contra el huérfano mi mano,
Aunque viese que me ayudaran en la puerta;

22 Mi espalda se caiga de mi hombro,
Y el hueso de mi brazo sea quebrado.

23 Porque temí el castigo de Dios,
Contra cuya majestad yo no tendría poder.

24 Si puse en el oro mi esperanza,
Y dije al oro: Mi confianza eres tú;

25 Si me alegré de que mis riquezas se multiplicasen,
Y de que mi mano hallase mucho;

26 Si he mirado al sol cuando resplandecía,
O a la luna cuando iba hermosa,

27 Y mi corazón se engañó en secreto,
Y mi boca besó mi mano;

28 Esto también sería maldad juzgada;
Porque habría negado al Dios soberano.

29 Si me alegré en el quebrantamiento del que me aborrecía,
Y me regocijé cuando le halló el mal

30 (Ni aun entregué al pecado mi lengua,
Pidiendo maldición para su alma);

31 Si mis siervos no decían:
¿Quién no se ha saciado de su carne?

32 (El forastero no pasaba fuera la noche;
Mis puertas abría al caminante);

33 Si encubrí como hombre mis transgresiones,
Escondiendo en mi seno mi iniquidad,

34 Porque tuve temor de la gran multitud,
Y el menosprecio de las familias me atemorizó,
Y callé, y no salí de mi puerta;

35 ¡Quién me diera quien me oyese!
He aquí mi confianza es que el Omnipotente testificará por mí,
Aunque mi adversario me forme proceso.

36 Ciertamente yo lo llevaría sobre mi hombro,
Y me lo ceñiría como una corona.

37 Yo le contaría el número de mis pasos,
Y como príncipe me presentaría ante él.

38 Si mi tierra clama contra mí,
Y lloran todos sus surcos;

39 Si comí su sustancia sin dinero,
O afligí el alma de sus dueños,

40 En lugar de trigo me nazcan abrojos,
Y espinos en lugar de cebada. m Aquí terminan las palabras de Job.

martes, 23 de enero de 2024

DIA 23 DE ENERO - JOB 25-27



Bildad niega que el hombre pueda ser justificado delante de Dios

Capítulo 25  

1 Respondió Bildad suhita, y dijo:

2 El señorío y el temor están con él;
El hace paz en sus alturas.

3 ¿Tienen sus ejércitos número?
¿Sobre quién no está su luz?

4 ¿Cómo, pues, se justificará el hombre para con Dios?
¿Y cómo será limpio el que nace de mujer?

5 He aquí que ni aun la misma luna será resplandeciente,
Ni las estrellas son limpias delante de sus ojos;

6 ¿Cuánto menos el hombre, que es un gusano,
Y el hijo de hombre, también gusano?


Job proclama la soberanía de Dios

Capítulo 26  

1 Respondió Job, y dijo:

2 ¿En qué ayudaste al que no tiene poder?
¿Cómo has amparado al brazo sin fuerza?

3 ¿En qué aconsejaste al que no tiene ciencia,
Y qué plenitud de inteligencia has dado a conocer?

4 ¿A quién has anunciado palabras,
Y de quién es el espíritu que de ti procede?

5 Las sombras tiemblan en lo profundo,
Los mares y cuanto en ellos mora.

6 El Seol está descubierto delante de él, y el Abadón no tiene cobertura.

7 El extiende el norte sobre vacío,
Cuelga la tierra sobre nada.

8 Ata las aguas en sus nubes,
Y las nubes no se rompen debajo de ellas.

9 El encubre la faz de su trono,
Y sobre él extiende su nube.

10 Puso límite a la superficie de las aguas,
Hasta el fin de la luz y las tinieblas.

11 Las columnas del cielo tiemblan,
Y se espantan a su reprensión.

12 El agita el mar con su poder,
Y con su entendimiento hiere la arrogancia suya.

13 Su espíritu adornó los cielos;
Su mano creó la serpiente tortuosa.

14 He aquí, estas cosas son sólo los bordes de sus caminos;
¡Y cuán leve es el susurro que hemos oído de él!
Pero el trueno de su poder, ¿quién lo puede comprender?


Job describe el castigo de los malos

Capítulo 27  

1 Reasumió Job su discurso, y dijo:

2 Vive Dios, que ha quitado mi derecho,
Y el Omnipotente, que amargó el alma mía,

3 Que todo el tiempo que mi alma esté en mí,
Y haya hálito de Dios en mis narices,

4 Mis labios no hablarán iniquidad,
Ni mi lengua pronunciará engaño.

5 Nunca tal acontezca que yo os justifique;
Hasta que muera, no quitaré de mí mi integridad.

6 Mi justicia tengo asida, y no la cederé;
No me reprochará mi corazón en todos mis días.

7 Sea como el impío mi enemigo,
Y como el inicuo mi adversario.

8 Porque ¿cuál es la esperanza del impío, por mucho que hubiere robado,
Cuando Dios le quitare la vida?

9 ¿Oirá Dios su clamor
Cuando la tribulación viniere sobre él?

10 ¿Se deleitará en el Omnipotente?
¿Invocará a Dios en todo tiempo?

11 Yo os enseñaré en cuanto a la mano de Dios;
No esconderé lo que hay para con el Omnipotente.

12 He aquí que todos vosotros lo habéis visto;
¿Por qué, pues, os habéis hecho tan enteramente vanos?

13 Esta es para con Dios la porción del hombre impío,
Y la herencia que los violentos han de recibir del Omnipotente:

14 Si sus hijos fueren multiplicados, serán para la espada;
Y sus pequeños no se saciarán de pan.

15 Los que de él quedaren, en muerte serán sepultados,
Y no los llorarán sus viudas.

16 Aunque amontone plata como polvo,
Y prepare ropa como lodo;

17 La habrá preparado él, mas el justo se vestirá,
Y el inocente repartirá la plata.

18 Edificó su casa como la polilla,
Y como enramada que hizo el guarda.

19 Rico se acuesta, pero por última vez;
Abrirá sus ojos, y nada tendrá.

20 Se apoderarán de él terrores como aguas;
Torbellino lo arrebatará de noche.

21 Le eleva el solano, y se va;
Y tempestad lo arrebatará de su lugar.

22 Dios, pues, descargará sobre él, y no perdonará;
Hará él por huir de su mano.

23 Batirán las manos sobre él,
Y desde su lugar le silbarán.