Alimenta tu vida de la Palabra de Dios y recibe vida eterna. Cada día la actualizaremos para su lectura.
"No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios." Jesús.
San Mateo 4:4

martes, 21 de enero de 2025

DIA 21 DE ENERO - JOB 18-20



Bildad describe la suerte de los malos

Capítulo 18  

1 Respondió Bildad suhita, y dijo:

2 ¿Cuándo pondréis fin a las palabras?
Entended, y después hablemos.

3 ¿Por qué somos tenidos por bestias,
Y a vuestros ojos somos viles?

4 Oh tú, que te despedazas en tu furor,
¿Será abandonada la tierra por tu causa,
Y serán removidas de su lugar las peñas?

5 Ciertamente la luz de los impíos será apagada,
Y no resplandecerá la centella de su fuego.

6 La luz se oscurecerá en su tienda,
Y se apagará sobre él su lámpara.

7 Sus pasos vigorosos serán acortados,
Y su mismo consejo lo precipitará.

8 Porque red será echada a sus pies,
Y sobre mallas andará.

9 Lazo prenderá su calcañar;
Se afirmará la trampa contra él.

10 Su cuerda está escondida en la tierra,
Y una trampa le aguarda en la senda.

11 De todas partes lo asombrarán temores,
Y le harán huir desconcertado.

12 Serán gastadas de hambre sus fuerzas,
Y a su lado estará preparado quebrantamiento.

13 La enfermedad roerá su piel,
Y a sus miembros devorará el primogénito de la muerte.

14 Su confianza será arrancada de su tienda,
Y al rey de los espantos será conducido.

15 En su tienda morará como si no fuese suya;
Piedra de azufre será esparcida sobre su morada.

16 Abajo se secarán sus raíces,
Y arriba serán cortadas sus ramas.

17 Su memoria perecerá de la tierra,
Y no tendrá nombre por las calles.

18 De la luz será lanzado a las tinieblas,
Y echado fuera del mundo.

19 No tendrá hijo ni nieto en su pueblo,
Ni quien le suceda en sus moradas.

20 Sobre su día se espantarán los de occidente,
Y pavor caerá sobre los de oriente.

21
Ciertamente tales son las moradas del impío,
Y este será el lugar del que no conoció a Dios.


Job confía en que Dios lo justificará

Capítulo 19  

1 Respondió entonces Job, y dijo:

2 ¿Hasta cuándo angustiaréis mi alma,
Y me moleréis con palabras?

3 Ya me habéis vituperado diez veces;
¿No os avergonzáis de injuriarme?

4 Aun siendo verdad que yo haya errado,
Sobre mí recaería mi error.

5 Pero si vosotros os engrandecéis contra mí,
Y contra mí alegáis mi oprobio,

6 Sabed ahora que Dios me ha derribado,
Y me ha envuelto en su red.

7 He aquí, yo clamaré agravio, y no seré oído;
Daré voces, y no habrá juicio.

8 Cercó de vallado mi camino, y no pasaré;
Y sobre mis veredas puso tinieblas.

9 Me ha despojado de mi gloria,
Y quitado la corona de mi cabeza.

10 Me arruinó por todos lados, y perezco;
Y ha hecho pasar mi esperanza como árbol arrancado.

11 Hizo arder contra mí su furor,
Y me contó para sí entre sus enemigos.

12 Vinieron sus ejércitos a una, y se atrincheraron en mí,
Y acamparon en derredor de mi tienda.

13 Hizo alejar de mí a mis hermanos,
Y mis conocidos como extraños se apartaron de mí.

14 Mis parientes se detuvieron,
Y mis conocidos se olvidaron de mí.

15 Los moradores de mi casa y mis criadas me tuvieron por extraño;
Forastero fui yo a sus ojos.

16 Llamé a mi siervo, y no respondió;
De mi propia boca le suplicaba.

17 Mi aliento vino a ser extraño a mi mujer,
Aunque por los hijos de mis entrañas le rogaba.

18 Aun los muchachos me menospreciaron;
Al levantarme, hablaban contra mí.

19 Todos mis íntimos amigos me aborrecieron,
Y los que yo amaba se volvieron contra mí.

20 Mi piel y mi carne se pegaron a mis huesos,
Y he escapado con sólo la piel de mis dientes.

21 ¡Oh, vosotros mis amigos, tened compasión de mí, tened compasión de mí!
Porque la mano de Dios me ha tocado.

22 ¿Por qué me perseguís como Dios,
Y ni aun de mi carne os saciáis?

23 ¡Quién diese ahora que mis palabras fuesen escritas!
¡Quién diese que se escribiesen en un libro;

24 Que con cincel de hierro y con plomo
Fuesen esculpidas en piedra para siempre!

25 Yo sé que mi Redentor vive,
Y al fin se levantará sobre el polvo;

26 Y después de deshecha esta mi piel,
En mi carne he de ver a Dios;

27 Al cual veré por mí mismo,
Y mis ojos lo verán, y no otro,
Aunque mi corazón desfallece dentro de mí.

28 Mas debierais decir: ¿Por qué le perseguimos?
Ya que la raíz del asunto se halla en mí.

29 Temed vosotros delante de la espada;
Porque sobreviene el furor de la espada a causa de las injusticias,
Para que sepáis que hay un juicio.


Zofar describe las calamidades de los malos

Capítulo 20  

1 Respondió Zofar naamatita, y dijo:

2 Por cierto mis pensamientos me hacen responder,
Y por tanto me apresuro.

3 La reprensión de mi censura he oído,
Y me hace responder el espíritu de mi inteligencia.

4 ¿No sabes esto, que así fue siempre,
Desde el tiempo que fue puesto el hombre sobre la tierra,

5 Que la alegría de los malos es breve,
Y el gozo del impío por un momento?

6 Aunque subiere su altivez hasta el cielo,
Y su cabeza tocare en las nubes,

7 Como su estiércol, perecerá para siempre;
Los que le hubieren visto dirán: ¿Qué hay de él?

8 Como sueño volará, y no será hallado,
Y se disipará como visión nocturna.

9 El ojo que le veía, nunca más le verá,
Ni su lugar le conocerá más.

10 Sus hijos solicitarán el favor de los pobres,
Y sus manos devolverán lo que él robó.

11 Sus huesos están llenos de su juventud,
Mas con él en el polvo yacerán.

12 Si el mal se endulzó en su boca,
Si lo ocultaba debajo de su lengua,

13 Si le parecía bien, y no lo dejaba,
Sino que lo detenía en su paladar;

14 Su comida se mudará en sus entrañas;
Hiel de áspides será dentro de él.

15 Devoró riquezas, pero las vomitará;
De su vientre las sacará Dios.

16 Veneno de áspides chupará;
Lo matará lengua de víbora.

17 No verá los arroyos, los ríos,
Los torrentes de miel y de leche.

18 Restituirá el trabajo conforme a los bienes que tomó,
Y no los tragará ni gozará.

19 Por cuanto quebrantó y desamparó a los pobres,
Robó casas, y no las edificó;

20 Por tanto, no tendrá sosiego en su vientre,
Ni salvará nada de lo que codiciaba.

21 No quedó nada que no comiese;
Por tanto, su bienestar no será duradero.

22 En el colmo de su abundancia padecerá estrechez;
La mano de todos los malvados vendrá sobre él.

23 Cuando se pusiere a llenar su vientre,
Dios enviará sobre él el ardor de su ira,
Y la hará llover sobre él y sobre su comida.

24 Huirá de las armas de hierro,
Y el arco de bronce le atravesará.

25 La saeta le traspasará y saldrá de su cuerpo,
Y la punta relumbrante saldrá por su hiel;
Sobre él vendrán terrores.

26 Todas las tinieblas están reservadas para sus tesoros;
Fuego no atizado los consumirá;
Devorará lo que quede en su tienda.

27 Los cielos descubrirán su iniquidad,
Y la tierra se levantará contra él.

28 Los renuevos de su casa serán transportados;
Serán esparcidos en el día de su furor.

29 Esta es la porción que Dios prepara al hombre impío,
Y la heredad que Dios le señala por su palabra.

lunes, 20 de enero de 2025

DIA 20 DE ENERO - JOB 14-17



Job discurre sobre la brevedad de la vida

Capítulo 14  

1 El hombre nacido de mujer,
Corto de días, y hastiado de sinsabores,

2 Sale como una flor y es cortado,
Y huye como la sombra y no permanece.

3 ¿Sobre éste abres tus ojos,
Y me traes a juicio contigo?

4 ¿Quién hará limpio a lo inmundo?
Nadie.

5 Ciertamente sus días están determinados,
Y el número de sus meses está cerca de ti;
Le pusiste límites, de los cuales no pasará.

6 Si tú lo abandonares, él dejará de ser;
Entre tanto deseará, como el jornalero, su día.

7 Porque si el árbol fuere cortado, aún queda de él esperanza;
Retoñará aún, y sus renuevos no faltarán.

8 Si se envejeciere en la tierra su raíz,
Y su tronco fuere muerto en el polvo,

9 Al percibir el agua reverdecerá,
Y hará copa como planta nueva.

10 Mas el hombre morirá, y será cortado;
Perecerá el hombre, ¿y dónde estará él?

11 Como las aguas se van del mar,
Y el río se agota y se seca,

12 Así el hombre yace y no vuelve a levantarse;
Hasta que no haya cielo, no despertarán,
Ni se levantarán de su sueño.

13 ¡Oh, quién me diera que me escondieses en el Seol,
Que me encubrieses hasta apaciguarse tu ira,
Que me pusieses plazo, y de mí te acordaras!

14 Si el hombre muriere, ¿volverá a vivir?
Todos los días de mi edad esperaré,
Hasta que venga mi liberación.

15 Entonces llamarás, y yo te responderé;
Tendrás afecto a la hechura de tus manos.

16 Pero ahora me cuentas los pasos,
Y no das tregua a mi pecado;

17 Tienes sellada en saco mi prevaricación,
Y tienes cosida mi iniquidad.

18 Ciertamente el monte que cae se deshace,
Y las peñas son removidas de su lugar;

19 Las piedras se desgastan con el agua impetuosa, que se lleva el polvo de la tierra;
De igual manera haces tú perecer la esperanza del hombre.

20 Para siempre serás más fuerte que él, y él se va;
Demudarás su rostro, y le despedirás.

21 Sus hijos tendrán honores, pero él no lo sabrá;
O serán humillados, y no entenderá de ello.

22 Mas su carne sobre él se dolerá,
Y se entristecerá en él su alma.


Elifaz reprende a Job

Capítulo 15  

1 Respondió Elifaz temanita, y dijo:

2 ¿Proferirá el sabio vana sabiduría,
Y llenará su vientre de viento solano?

3 ¿Disputará con palabras inútiles,
Y con razones sin provecho?

4 Tú también disipas el temor,
Y menoscabas la oración delante de Dios.

5 Porque tu boca declaró tu iniquidad,
Pues has escogido el hablar de los astutos.

6 Tu boca te condenará, y no yo;
Y tus labios testificarán contra ti.

7 ¿Naciste tú primero que Adán?
¿O fuiste formado antes que los collados?

8 ¿Oíste tú el secreto de Dios,
Y está limitada a ti la sabiduría?

9 ¿Qué sabes tú que no sepamos?
¿Qué entiendes tú que no se halle en nosotros?

10 Cabezas canas y hombres muy ancianos hay entre nosotros,
Mucho más avanzados en días que tu padre.

11 ¿En tan poco tienes las consolaciones de Dios,
Y las palabras que con dulzura se te dicen?

12 ¿Por qué tu corazón te aleja,
Y por qué guiñan tus ojos,

13 Para que contra Dios vuelvas tu espíritu,
Y saques tales palabras de tu boca?

14 ¿Qué cosa es el hombre para que sea limpio,
Y para que se justifique el nacido de mujer?

15 He aquí, en sus santos no confía,
Y ni aun los cielos son limpios delante de sus ojos;

16 ¿Cuánto menos el hombre abominable y vil,
Que bebe la iniquidad como agua?

17 Escúchame; yo te mostraré,
Y te contaré lo que he visto;

18 Lo que los sabios nos contaron
De sus padres, y no lo encubrieron;

19 A quienes únicamente fue dada la tierra,
Y no pasó extraño por en medio de ellos.

20 Todos sus días, el impío es atormentado de dolor,
Y el número de sus años está escondido para el violento.

21 Estruendos espantosos hay en sus oídos;
En la prosperidad el asolador vendrá sobre él.

22 El no cree que volverá de las tinieblas,
Y descubierto está para la espada.

23 Vaga alrededor tras el pan, diciendo: ¿En dónde está?
Sabe que le está preparado día de tinieblas.

24 Tribulación y angustia le turbarán,
Y se esforzarán contra él como un rey dispuesto para la batalla,

25 Por cuanto él extendió su mano contra Dios,
Y se portó con soberbia contra el Todopoderoso.

26 Corrió contra él con cuello erguido,
Con la espesa barrera de sus escudos.

27 Porque la gordura cubrió su rostro,
E hizo pliegues sobre sus ijares;

28 Y habitó las ciudades asoladas,
Las casas inhabitadas,
Que estaban en ruinas.

29 No prosperará, ni durarán sus riquezas,
Ni extenderá por la tierra su hermosura.

30 No escapará de las tinieblas;
La llama secará sus ramas,
Y con el aliento de su boca perecerá.

31 No confíe el iluso en la vanidad,
Porque ella será su recompensa.

32 El será cortado antes de su tiempo,
Y sus renuevos no reverdecerán.

33 Perderá su agraz como la vid,
Y derramará su flor como el olivo.

34 Porque la congregación de los impíos será asolada,
Y fuego consumirá las tiendas de soborno.

35 Concibieron dolor, dieron a luz iniquidad,
Y en sus entrañas traman engaño.


Job se queja contra Dios

Capítulo 16  

1 Respondió Job, y dijo:

2 Muchas veces he oído cosas como estas;
Consoladores molestos sois todos vosotros.

3 ¿Tendrán fin las palabras vacías?
¿O qué te anima a responder?

4 También yo podría hablar como vosotros,
Si vuestra alma estuviera en lugar de la mía;
Yo podría hilvanar contra vosotros palabras,
Y sobre vosotros mover mi cabeza.

5 Pero yo os alentaría con mis palabras,
Y la consolación de mis labios apaciguaría vuestro dolor.

6 Si hablo, mi dolor no cesa;
Y si dejo de hablar, no se aparta de mí.

7 Pero ahora tú me has fatigado;
Has asolado toda mi compañía.

8 Tú me has llenado de arrugas; testigo es mi flacura,
Que se levanta contra mí para testificar en mi rostro.

9 Su furor me despedazó, y me ha sido contrario;
Crujió sus dientes contra mí;
Contra mí aguzó sus ojos mi enemigo.

10 Abrieron contra mí su boca;
Hirieron mis mejillas con afrenta;
Contra mí se juntaron todos.

11 Me ha entregado Dios al mentiroso,
Y en las manos de los impíos me hizo caer.

12 Próspero estaba, y me desmenuzó;
Me arrebató por la cerviz y me despedazó,
Y me puso por blanco suyo.

13 Me rodearon sus flecheros,
Partió mis riñones, y no perdonó;
Mi hiel derramó por tierra.

14 Me quebrantó de quebranto en quebranto;
Corrió contra mí como un gigante.

15 Cosí cilicio sobre mi piel,
Y puse mi cabeza en el polvo.

16 Mi rostro está inflamado con el lloro,
Y mis párpados entenebrecidos,

17 A pesar de no haber iniquidad en mis manos,
Y de haber sido mi oración pura.

18 ¡Oh tierra! no cubras mi sangre,
Y no haya lugar para mi clamor.

19 Mas he aquí que en los cielos está mi testigo,
Y mi testimonio en las alturas.

20 Disputadores son mis amigos;
Mas ante Dios derramaré mis lágrimas.

21 ¡Ojalá pudiese disputar el hombre con Dios,
Como con su prójimo!

22 Mas los años contados vendrán,
Y yo iré por el camino de donde no volveré.


Capítulo 17  

1 Mi aliento se agota, se acortan mis días,
Y me está preparado el sepulcro.

2 No hay conmigo sino escarnecedores,
En cuya amargura se detienen mis ojos.

3 Dame fianza, oh Dios; sea mi protección cerca de ti.
Porque ¿quién querría responder por mí?

4 Porque a éstos has escondido de su corazón la inteligencia;
Por tanto, no los exaltarás.

5 Al que denuncia a sus amigos como presa,
Los ojos de sus hijos desfallecerán.

6 El me ha puesto por refrán de pueblos,
Y delante de ellos he sido como tamboril.

7 Mis ojos se oscurecieron por el dolor,
Y mis pensamientos todos son como sombra.

8 Los rectos se maravillarán de esto,
Y el inocente se levantará contra el impío.

9 No obstante, proseguirá el justo su camino,
Y el limpio de manos aumentará la fuerza.

10 Pero volved todos vosotros, y venid ahora,
Y no hallaré entre vosotros sabio.

11 Pasaron mis días, fueron arrancados mis pensamientos,
Los designios de mi corazón.

12 Pusieron la noche por día,
Y la luz se acorta delante de las tinieblas.

13 Si yo espero, el Seol es mi casa;
Haré mi cama en las tinieblas.

14 A la corrupción he dicho: Mi padre eres tú;
A los gusanos: Mi madre y mi hermana.

15 ¿Dónde, pues, estará ahora mi esperanza?
Y mi esperanza, ¿quién la verá?

16 A la profundidad del Seol descenderán,
Y juntamente descansarán en el polvo.

domingo, 19 de enero de 2025

DIA 19 DE ENERO - JOB 11-13



Zofar acusa de maldad a Job

Capítulo 11  

1 Respondió Zofar naamatita, y dijo:

2 ¿Las muchas palabras no han de tener respuesta?
¿Y el hombre que habla mucho será justificado?

3 ¿Harán tus falacias callar a los hombres?
¿Harás escarnio y no habrá quien te avergüence?

4 Tú dices: Mi doctrina es pura,
Y yo soy limpio delante de tus ojos.

5 Mas ¡oh, quién diera que Dios hablara,
Y abriera sus labios contigo,

6 Y te declarara los secretos de la sabiduría,
Que son de doble valor que las riquezas!
Conocerías entonces que Dios te ha castigado menos de lo que tu iniquidad merece.

7 ¿Descubrirás tú los secretos de Dios?
¿Llegarás tú a la perfección del Todopoderoso?

8 Es más alta que los cielos; ¿qué harás?
Es más profunda que el Seol; ¿cómo la conocerás?

9 Su dimensión es más extensa que la tierra,
Y más ancha que el mar.

10 Si él pasa, y aprisiona, y llama a juicio,
¿Quién podrá contrarrestarle?

11 Porque él conoce a los hombres vanos;
Ve asimismo la iniquidad, ¿y no hará caso?

12 El hombre vano se hará entendido,
Cuando un pollino de asno montés nazca hombre.

13 Si tú dispusieres tu corazón,
Y extendieres a él tus manos;

14 Si alguna iniquidad hubiere en tu mano, y la echares de ti,
Y no consintieres que more en tu casa la injusticia,

15 Entonces levantarás tu rostro limpio de mancha,
Y serás fuerte, y nada temerás;

16 Y olvidarás tu miseria,
O te acordarás de ella como de aguas que pasaron.

17 La vida te será más clara que el mediodía;
Aunque oscureciere, será como la mañana.

18 Tendrás confianza, porque hay esperanza;
Mirarás alrededor, y dormirás seguro.

19 Te acostarás, y no habrá quien te espante;
Y muchos suplicarán tu favor.

20 Pero los ojos de los malos se consumirán,
Y no tendrán refugio;
Y su esperanza será dar su último suspiro.


Job proclama el poder y la sabiduría de Dios

Capítulo 12  

1 Respondió entonces Job, diciendo:

2 Ciertamente vosotros sois el pueblo,
Y con vosotros morirá la sabiduría.

3 También tengo yo entendimiento como vosotros;
No soy yo menos que vosotros;
¿Y quién habrá que no pueda decir otro tanto?

4 Yo soy uno de quien su amigo se mofa,
Que invoca a Dios, y él le responde;
Con todo, el justo y perfecto es escarnecido.

5 Aquel cuyos pies van a resbalar
Es como una lámpara despreciada de aquel que está a sus anchas.

6 Prosperan las tiendas de los ladrones,
Y los que provocan a Dios viven seguros,
En cuyas manos él ha puesto cuanto tienen.

7 Y en efecto, pregunta ahora a las bestias, y ellas te enseñarán;
A las aves de los cielos, y ellas te lo mostrarán;

8 O habla a la tierra, y ella te enseñará;
Los peces del mar te lo declararán también.

9 ¿Qué cosa de todas estas no entiende
Que la mano de Jehová la hizo?

10 En su mano está el alma de todo viviente,
Y el hálito de todo el género humano.

11 Ciertamente el oído distingue las palabras,
Y el paladar gusta las viandas.

12 En los ancianos está la ciencia,
Y en la larga edad la inteligencia.

13 Con Dios está la sabiduría y el poder;
Suyo es el consejo y la inteligencia.

14 Si él derriba, no hay quien edifique;
Encerrará al hombre, y no habrá quien le abra.

15 Si él detiene las aguas, todo se seca;
Si las envía, destruyen la tierra.

16 Con él está el poder y la sabiduría;
Suyo es el que yerra, y el que hace errar.

17 El hace andar despojados de consejo a los consejeros,
Y entontece a los jueces.

18 El rompe las cadenas de los tiranos,
Y les ata una soga a sus lomos.

19 El lleva despojados a los príncipes,
Y trastorna a los poderosos.

20 Priva del habla a los que dicen verdad,
Y quita a los ancianos el consejo.

21 El derrama menosprecio sobre los príncipes,
Y desata el cinto de los fuertes.

22 El descubre las profundidades de las tinieblas,
Y saca a luz la sombra de muerte.

23 El multiplica las naciones, y él las destruye;
Esparce a las naciones, y las vuelve a reunir.

24 El quita el entendimiento a los jefes del pueblo de la tierra,
Y los hace vagar como por un yermo sin camino.

25 Van a tientas, como en tinieblas y sin luz,
Y los hace errar como borrachos.


Job defiende su integridad

Capítulo 13  

1 He aquí que todas estas cosas han visto mis ojos,
Y oído y entendido mis oídos.

2 Como vosotros lo sabéis, lo sé yo;
No soy menos que vosotros.

3 Mas yo hablaría con el Todopoderoso,
Y querría razonar con Dios.

4 Porque ciertamente vosotros sois fraguadores de mentira;
Sois todos vosotros médicos nulos.

5 Ojalá callarais por completo,
Porque esto os fuera sabiduría.

6 Oíd ahora mi razonamiento,
Y estad atentos a los argumentos de mis labios.

7 ¿Hablaréis iniquidad por Dios?
¿Hablaréis por él engaño?

8 ¿Haréis acepción de personas a su favor?
¿Contenderéis vosotros por Dios?

9 ¿Sería bueno que él os escudriñase?
¿Os burlaréis de él como quien se burla de algún hombre?

10 El os reprochará de seguro,
Si solapadamente hacéis acepción de personas.

11 De cierto su alteza os habría de espantar,
Y su pavor habría de caer sobre vosotros.

12 Vuestras máximas son refranes de ceniza,
Y vuestros baluartes son baluartes de lodo.

13 Escuchadme, y hablaré yo,
Y que me venga después lo que viniere.

14 ¿Por qué quitaré yo mi carne con mis dientes,
Y tomaré mi vida en mi mano?

15 He aquí, aunque él me matare, en él esperaré;
No obstante, defenderé delante de él mis caminos,

16 Y él mismo será mi salvación,
Porque no entrará en su presencia el impío.

17 Oíd con atención mi razonamiento,
Y mi declaración entre en vuestros oídos.

18 He aquí ahora, si yo expusiere mi causa,
Sé que seré justificado.

19 ¿Quién es el que contenderá conmigo?
Porque si ahora yo callara, moriría.

20 A lo menos dos cosas no hagas conmigo;
Entonces no me esconderé de tu rostro:

21 Aparta de mí tu mano,
Y no me asombre tu terror.

22 Llama luego, y yo responderé;
O yo hablaré, y respóndeme tú.

23 ¿Cuántas iniquidades y pecados tengo yo?
Hazme entender mi transgresión y mi pecado.

24 ¿Por qué escondes tu rostro,
Y me cuentas por tu enemigo?

25 ¿A la hoja arrebatada has de quebrantar,
Y a una paja seca has de perseguir?

26 ¿Por qué escribes contra mí amarguras,
Y me haces cargo de los pecados de mi juventud?

27 Pones además mis pies en el cepo, y observas todos mis caminos,
Trazando un límite para las plantas de mis pies.

28 Y mi cuerpo se va gastando como de carcoma,
Como vestido que roe la polilla.

sábado, 18 de enero de 2025

DIA 18 DE ENERO - JOB 8-10



Bildad proclama la justicia de Dios

Capítulo 8  

1 Respondió Bildad suhita, y dijo:

2 ¿Hasta cuándo hablarás tales cosas,
Y las palabras de tu boca serán como viento impetuoso?

3 ¿Acaso torcerá Dios el derecho,
O pervertirá el Todopoderoso la justicia?

4 Si tus hijos pecaron contra él,
El los echó en el lugar de su pecado.

5 Si tú de mañana buscares a Dios,
Y rogares al Todopoderoso;

6 Si fueres limpio y recto,
Ciertamente luego se despertará por ti,
Y hará próspera la morada de tu justicia.

7 Y aunque tu principio haya sido pequeño,
Tu postrer estado será muy grande.

8 Porque pregunta ahora a las generaciones pasadas,
Y disponte para inquirir a los padres de ellas;

9 Pues nosotros somos de ayer, y nada sabemos,
Siendo nuestros días sobre la tierra como sombra.

10 ¿No te enseñarán ellos, te hablarán,
Y de su corazón sacarán palabras?

11 ¿Crece el junco sin lodo?
¿Crece el prado sin agua?

12 Aun en su verdor, y sin haber sido cortado,
Con todo, se seca primero que toda hierba.

13 Tales son los caminos de todos los que olvidan a Dios;
Y la esperanza del impío perecerá;

14 Porque su esperanza será cortada,
Y su confianza es tela de araña.

15 Se apoyará él en su casa, mas no permanecerá ella en pie;
Se asirá de ella, mas no resistirá.

16 A manera de un árbol está verde delante del sol,
Y sus renuevos salen sobre su huerto;

17 Se van entretejiendo sus raíces junto a una fuente,
Y enlazándose hasta un lugar pedregoso.

18 Si le arrancaren de su lugar,
Este le negará entonces, diciendo: Nunca te vi.

19 Ciertamente este será el gozo de su camino;
Y del polvo mismo nacerán otros.

20 He aquí, Dios no aborrece al perfecto,
Ni apoya la mano de los malignos.

21 Aún llenará tu boca de risa,
Y tus labios de júbilo.

22 Los que te aborrecen serán vestidos de confusión;
Y la habitación de los impíos perecerá.


Incapacidad de Job para responder a Dios


Capítulo 9  

1 Respondió Job, y dijo:

2 Ciertamente yo sé que es así;
¿Y cómo se justificará el hombre con Dios?

3 Si quisiere contender con él,
No le podrá responder a una cosa entre mil.

4 El es sabio de corazón, y poderoso en fuerzas;
¿Quién se endureció contra él, y le fue bien?

5 El arranca los montes con su furor,
Y no saben quién los trastornó;

6 El remueve la tierra de su lugar,
Y hace temblar sus columnas;

7 El manda al sol, y no sale;
Y sella las estrellas;

8 El solo extendió los cielos,
Y anda sobre las olas del mar;

9 El hizo la Osa, el Orión y las Pléyades,
Y los lugares secretos del sur;

10 El hace cosas grandes e incomprensibles,
Y maravillosas, sin número.

11 He aquí que él pasará delante de mí, y yo no lo veré;
Pasará, y no lo entenderé.

12 He aquí, arrebatará; ¿quién le hará restituir?
¿Quién le dirá: ¿Qué haces?

13 Dios no volverá atrás su ira,
Y debajo de él se abaten los que ayudan a los soberbios.

14 ¿Cuánto menos le responderé yo,
Y hablaré con él palabras escogidas?

15 Aunque fuese yo justo, no respondería;
Antes habría de rogar a mi juez.

16 Si yo le invocara, y él me respondiese,
Aún no creeré que haya escuchado mi voz.

17 Porque me ha quebrantado con tempestad,
Y ha aumentado mis heridas sin causa.

18 No me ha concedido que tome aliento,
Sino que me ha llenado de amarguras.

19 Si habláremos de su potencia, por cierto es fuerte;
Si de juicio, ¿quién me emplazará?

20 Si yo me justificare, me condenaría mi boca;
Si me dijere perfecto, esto me haría inicuo.

21 Si fuese íntegro, no haría caso de mí mismo;
Despreciaría mi vida.

22 Una cosa resta que yo diga:
Al perfecto y al impío él los consume.

23 Si azote mata de repente,
Se ríe del sufrimiento de los inocentes.

24 La tierra es entregada en manos de los impíos,
Y él cubre el rostro de sus jueces.
Si no es él, ¿quién es? ¿Dónde está?

25 Mis días han sido más ligeros que un correo;
Huyeron, y no vieron el bien.

26 Pasaron cual naves veloces;
Como el águila que se arroja sobre la presa.

27 Si yo dijere: Olvidaré mi queja,
Dejaré mi triste semblante, y me esforzaré,

28 Me turban todos mis dolores;
Sé que no me tendrás por inocente.

29 Yo soy impío;
¿Para qué trabajaré en vano?

30 Aunque me lave con aguas de nieve,
Y limpie mis manos con la limpieza misma,

31 Aún me hundirás en el hoyo,
Y mis propios vestidos me abominarán.

32 Porque no es hombre como yo, para que yo le responda,
Y vengamos juntamente a juicio.

33 No hay entre nosotros árbitro
Que ponga su mano sobre nosotros dos.

34 Quite de sobre mí su vara,
Y su terror no me espante.

35 Entonces hablaré, y no le temeré;
Porque en este estado no estoy en mí.


Job lamenta su condición

Capítulo 10  

1 Está mi alma hastiada de mi vida;
Daré libre curso a mi queja,
Hablaré con amargura de mi alma.

2 Diré a Dios: No me condenes;
Hazme entender por qué contiendes conmigo.

3 ¿Te parece bien que oprimas,
Que deseches la obra de tus manos,
Y que favorezcas los designios de los impíos?

4 ¿Tienes tú acaso ojos de carne?
¿Ves tú como ve el hombre?

5 ¿Son tus días como los días del hombre,
O tus años como los tiempos humanos,

6 Para que inquieras mi iniquidad,
Y busques mi pecado,

7 Aunque tú sabes que no soy impío,
Y que no hay quien de tu mano me libre?

8 Tus manos me hicieron y me formaron;
¿Y luego te vuelves y me deshaces?

9 Acuérdate que como a barro me diste forma;
¿Y en polvo me has de volver?

10 ¿No me vaciaste como leche,
Y como queso me cuajaste?

11 Me vestiste de piel y carne,
Y me tejiste con huesos y nervios.

12 Vida y misericordia me concediste,
Y tu cuidado guardó mi espíritu.

13 Estas cosas tienes guardadas en tu corazón;
Yo sé que están cerca de ti.

14 Si pequé, tú me has observado,
Y no me tendrás por limpio de mi iniquidad.

15 Si fuere malo, ¡ay de mí!
Y si fuere justo, no levantaré mi cabeza,
Estando hastiado de deshonra, y de verme afligido.

16 Si mi cabeza se alzare, cual león tú me cazas;
Y vuelves a hacer en mí maravillas.

17 Renuevas contra mí tus pruebas,
Y aumentas conmigo tu furor como tropas de relevo.

18 ¿Por qué me sacaste de la matriz?
Hubiera yo expirado, y ningún ojo me habría visto.

19 Fuera como si nunca hubiera existido,
Llevado del vientre a la sepultura.

20 ¿No son pocos mis días?
Cesa, pues, y déjame, para que me consuele un poco,

21 Antes que vaya para no volver,
A la tierra de tinieblas y de sombra de muerte;

22 Tierra de oscuridad, lóbrega,
Como sombra de muerte y sin orden,
Y cuya luz es como densas tinieblas.

viernes, 17 de enero de 2025

DIA 17 DE ENERO - JOB 5-7



Capítulo 5  

1 Ahora, pues, da voces; ¿habrá quien te responda?
¿Y a cuál de los santos te volverás?

2 Es cierto que al necio lo mata la ira,
Y al codicioso lo consume la envidia.

3 Yo he visto al necio que echaba raíces,
Y en la misma hora maldije su habitación.

4 Sus hijos estarán lejos de la seguridad;
En la puerta serán quebrantados,
Y no habrá quien los libre.

5 Su mies comerán los hambrientos,
Y la sacarán de entre los espinos,
Y los sedientos beberán su hacienda.

6 Porque la aflicción no sale del polvo,
Ni la molestia brota de la tierra.

7 Pero como las chispas se levantan para volar por el aire,
Así el hombre nace para la aflicción.

8 Ciertamente yo buscaría a Dios,
Y encomendaría a él mi causa;

9 El cual hace cosas grandes e inescrutables,
Y maravillas sin número;

10 Que da la lluvia sobre la faz de la tierra,
Y envía las aguas sobre los campos;

11 Que pone a los humildes en altura,
Y a los enlutados levanta a seguridad;

12 Que frustra los pensamientos de los astutos,
Para que sus manos no hagan nada;

13 Que prende a los sabios en la astucia de ellos,
Y frustra los designios de los perversos.

14 De día tropiezan con tinieblas,
Y a mediodía andan a tientas como de noche.

15 Así libra de la espada al pobre, de la boca de los impíos,
Y de la mano violenta;

16 Pues es esperanza al menesteroso,
Y la iniquidad cerrará su boca.

17 He aquí, bienaventurado es el hombre a quien Dios castiga;
Por tanto, no menosprecies la corrección del Todopoderoso.

18 Porque él es quien hace la llaga, y él la vendará;
El hiere, y sus manos curan.

19 En seis tribulaciones te librará,
Y en la séptima no te tocará el mal.

20 En el hambre te salvará de la muerte,
Y del poder de la espada en la guerra.

21 Del azote de la lengua serás encubierto;
No temerás la destrucción cuando viniere.

22 De la destrucción y del hambre te reirás,
Y no temerás de las fieras del campo;

23 Pues aun con las piedras del campo tendrás tu pacto,
Y las fieras del campo estarán en paz contigo.

24 Sabrás que hay paz en tu tienda;
Visitarás tu morada, y nada te faltará.

25 Asimismo echarás de ver que tu descendencia es mucha,
Y tu prole como la hierba de la tierra.

26 Vendrás en la vejez a la sepultura,
Como la gavilla de trigo que se recoge a su tiempo.

27 He aquí lo que hemos inquirido, lo cual es así;
Oyelo, y conócelo tú para tu provecho.


Job reprocha la actitud de sus amigos

Capítulo 6  

1 Respondió entonces Job, y dijo:

2 ¡Oh, que pesasen justamente mi queja y mi tormento,
Y se alzasen igualmente en balanza!

3 Porque pesarían ahora más que la arena del mar;
Por eso mis palabras han sido precipitadas.

4 Porque las saetas del Todopoderoso están en mí,
Cuyo veneno bebe mi espíritu;
Y terrores de Dios me combaten.

5 ¿Acaso gime el asno montés junto a la hierba?
¿Muge el buey junto a su pasto?

6 ¿Se comerá lo desabrido sin sal?
¿Habrá gusto en la clara del huevo?

7 Las cosas que mi alma no quería tocar,
Son ahora mi alimento.

8 ¡Quién me diera que viniese mi petición,
Y que me otorgase Dios lo que anhelo,

9 Y que agradara a Dios quebrantarme;
Que soltara su mano, y acabara conmigo!

10 Sería aún mi consuelo,
Si me asaltase con dolor sin dar más tregua,
Que yo no he escondido las palabras del Santo.

11 ¿Cuál es mi fuerza para esperar aún?
¿Y cuál mi fin para que tenga aún paciencia?

12 ¿Es mi fuerza la de las piedras,
O es mi carne de bronce?

13 ¿No es así que ni aun a mí mismo me puedo valer,
Y que todo auxilio me ha faltado?

14 El atribulado es consolado por su compañero;
Aun aquel que abandona el temor del Omnipotente.

15 Pero mis hermanos me traicionaron como un torrente;
Pasan como corrientes impetuosas

16 Que están escondidas por la helada,
Y encubiertas por la nieve;

17 Que al tiempo del calor son deshechas,
Y al calentarse, desaparecen de su lugar;

18 Se apartan de la senda de su rumbo,
Van menguando, y se pierden.

19 Miraron los caminantes de Temán,
Los caminantes de Sabá esperaron en ellas;

20 Pero fueron avergonzados por su esperanza;
Porque vinieron hasta ellas, y se hallaron confusos.

21 Ahora ciertamente como ellas sois vosotros;
Pues habéis visto el tormento, y teméis.

22 ¿Os he dicho yo: Traedme,
Y pagad por mí de vuestra hacienda;

23 Libradme de la mano del opresor,
Y redimidme del poder de los violentos?

24 Enseñadme, y yo callaré;
Hacedme entender en qué he errado.

25 ¡Cuán eficaces son las palabras rectas!
Pero ¿qué reprende la censura vuestra?

26 ¿Pensáis censurar palabras,
Y los discursos de un desesperado, que son como el viento?

27 También os arrojáis sobre el huérfano,
Y caváis un hoyo para vuestro amigo.

28 Ahora, pues, si queréis, miradme,
Y ved si digo mentira delante de vosotros.

29 Volved ahora, y no haya iniquidad;
Volved aún a considerar mi justicia en esto.

30 ¿Hay iniquidad en mi lengua?
¿Acaso no puede mi paladar discernir las cosas inicuas?


Job argumenta contra Dios

Capítulo 7  

1 ¿No es acaso brega la vida del hombre sobre la tierra,
Y sus días como los días del jornalero?

2 Como el siervo suspira por la sombra,
Y como el jornalero espera el reposo de su trabajo,

3 Así he recibido meses de calamidad,
Y noches de trabajo me dieron por cuenta.

4 Cuando estoy acostado, digo: ¿Cuándo me levantaré?
Mas la noche es larga, y estoy lleno de inquietudes hasta el alba.

5 Mi carne está vestida de gusanos, y de costras de polvo;
Mi piel hendida y abominable.

6 Y mis días fueron más veloces que la lanzadera del tejedor,
Y fenecieron sin esperanza.

7 Acuérdate que mi vida es un soplo,
Y que mis ojos no volverán a ver el bien.

8 Los ojos de los que me ven, no me verán más;
Fijarás en mí tus ojos, y dejaré de ser.

9 Como la nube se desvanece y se va,
Así el que desciende al Seol no subirá;

10 No volverá más a su casa,
Ni su lugar le conocerá más.

11 Por tanto, no refrenaré mi boca;
Hablaré en la angustia de mi espíritu,
Y me quejaré con la amargura de mi alma.

12 ¿Soy yo el mar, o un monstruo marino,
Para que me pongas guarda?

13 Cuando digo: Me consolará mi lecho,
Mi cama atenuará mis quejas;

14 Entonces me asustas con sueños,
Y me aterras con visiones.

15 Y así mi alma tuvo por mejor la estrangulación,
Y quiso la muerte más que mis huesos.

16 Abomino de mi vida; no he de vivir para siempre;
Déjame, pues, porque mis días son vanidad.

17 ¿Qué es el hombre, para que lo engrandezcas,
Y para que pongas sobre él tu corazón,

18 Y lo visites todas las mañanas,
Y todos los momentos lo pruebes?

19 ¿Hasta cuándo no apartarás de mí tu mirada,
Y no me soltarás siquiera hasta que trague mi saliva?

20 Si he pecado, ¿qué puedo hacerte a ti, oh Guarda de los hombres?
¿Por qué me pones por blanco tuyo,
Hasta convertirme en una carga para mí mismo?

21 ¿Y por qué no quitas mi rebelión, y perdonas mi iniquidad?
Porque ahora dormiré en el polvo,
Y si me buscares de mañana, ya no existiré.

jueves, 16 de enero de 2025

DIA 16 DE ENERO - JOB 1-4



Las calamidades de Job

Capítulo 1  

1 Hubo en tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal.

2 Y le nacieron siete hijos y tres hijas.

3 Su hacienda era siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes, quinientas asnas, y muchísimos criados; y era aquel varón más grande que todos los orientales.

4 E iban sus hijos y hacían banquetes en sus casas, cada uno en su día; y enviaban a llamar a sus tres hermanas para que comiesen y bebiesen con ellos.

5 Y acontecía que habiendo pasado en turno los días del convite, Job enviaba y los santificaba, y se levantaba de mañana y ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos. Porque decía Job: Quizá habrán pecado mis hijos, y habrán blasfemado contra Dios en sus corazones. De esta manera hacía todos los días.

6 Un día vinieron a presentarse delante de Jehová los hijos de Dios, entre los cuales vino también Satanás.

7 Y dijo Jehová a Satanás: ¿De dónde vienes? Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: De rodear la tierra y de andar por ella.

8 Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal?

9 Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: ¿Acaso teme Job a Dios de balde?

10 ¿No le has cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto, sus bienes han aumentado sobre la tierra.

11 Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia.

12 Dijo Jehová a Satanás: He aquí, todo lo que tiene está en tu mano; solamente no pongas tu mano sobre él. Y salió Satanás de delante de Jehová.

13 Y un día aconteció que sus hijos e hijas comían y bebían vino en casa de su hermano el primogénito,

14 y vino un mensajero a Job, y le dijo: Estaban arando los bueyes, y las asnas paciendo cerca de ellos,

15 y acometieron los sabeos y los tomaron, y mataron a los criados a filo de espada; solamente escapé yo para darte la noticia.

16 Aún estaba éste hablando, cuando vino otro que dijo: Fuego de Dios cayó del cielo, que quemó las ovejas y a los pastores, y los consumió; solamente escapé yo para darte la noticia.

17 Todavía estaba éste hablando, y vino otro que dijo: Los caldeos hicieron tres escuadrones, y arremetieron contra los camellos y se los llevaron, y mataron a los criados a filo de espada; y solamente escapé yo para darte la noticia.

18 Entre tanto que éste hablaba, vino otro que dijo: Tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en casa de su hermano el primogénito;

19 y un gran viento vino del lado del desierto y azotó las cuatro esquinas de la casa, la cual cayó sobre los jóvenes, y murieron; y solamente escapé yo para darte la noticia.

20 Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se postró en tierra y adoró,

21 y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito.

22 En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno.


Capítulo 2  

1 Aconteció que otro día vinieron los hijos de Dios para presentarse delante de Jehová, y Satanás vino también entre ellos presentándose delante de Jehová.

2 Y dijo Jehová a Satanás: ¿De dónde vienes? Respondió Satanás a Jehová, y dijo: De rodear la tierra, y de andar por ella.

3 Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal, y que todavía retiene su integridad, aun cuando tú me incitaste contra él para que lo arruinara sin causa?

4 Respondiendo Satanás, dijo a Jehová: Piel por piel, todo lo que el hombre tiene dará por su vida.

5 Pero extiende ahora tu mano, y toca su hueso y su carne, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia.

6 Y Jehová dijo a Satanás: He aquí, él está en tu mano; mas guarda su vida.

7 Entonces salió Satanás de la presencia de Jehová, e hirió a Job con una sarna maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza.

8 Y tomaba Job un tiesto para rascarse con él, y estaba sentado en medio de ceniza.

9 Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete.

10 Y él le dijo: Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado. ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios.

11 Y tres amigos de Job, Elifaz temanita, Bildad suhita, y Zofar naamatita, luego que oyeron todo este mal que le había sobrevenido, vinieron cada uno de su lugar; porque habían convenido en venir juntos para condolerse de él y para consolarle.

12 Los cuales, alzando los ojos desde lejos, no lo conocieron, y lloraron a gritos; y cada uno de ellos rasgó su manto, y los tres esparcieron polvo sobre sus cabezas hacia el cielo.

13 Así se sentaron con él en tierra por siete días y siete noches, y ninguno le hablaba palabra, porque veían que su dolor era muy grande.


Job maldice el día en que nació

Capítulo 3  

1 Después de esto abrió Job su boca, y maldijo su día.

2 Y exclamó Job, y dijo:

3 Perezca el día en que yo nací,
Y la noche en que se dijo: Varón es concebido.

4 Sea aquel día sombrío,
Y no cuide de él Dios desde arriba,
Ni claridad sobre él resplandezca.

5 Aféenlo tinieblas y sombra de muerte;
Repose sobre él nublado
Que lo haga horrible como día caliginoso.

6 Ocupe aquella noche la oscuridad;
No sea contada entre los días del año,
Ni venga en el número de los meses.

7 ¡Oh, que fuera aquella noche solitaria,
Que no viniera canción alguna en ella!

8 Maldíganla los que maldicen el día,
Los que se aprestan para despertar a Leviatán.

9 Oscurézcanse las estrellas de su alba;
Espere la luz, y no venga,
Ni vea los párpados de la mañana;

10 Por cuanto no cerró las puertas del vientre donde yo estaba,
Ni escondió de mis ojos la miseria.

11 ¿Por qué no morí yo en la matriz,
O expiré al salir del vientre?

12 ¿Por qué me recibieron las rodillas?
¿Y a qué los pechos para que mamase?

13 Pues ahora estaría yo muerto, y reposaría;
Dormiría, y entonces tendría descanso,

14 Con los reyes y con los consejeros de la tierra,
Que reedifican para sí ruinas;

15 O con los príncipes que poseían el oro,
Que llenaban de plata sus casas.

16 ¿Por qué no fui escondido como abortivo,
Como los pequeñitos que nunca vieron la luz?

17 Allí los impíos dejan de perturbar,
Y allí descansan los de agotadas fuerzas.

18 Allí también reposan los cautivos;
No oyen la voz del capataz.

19 Allí están el chico y el grande,
Y el siervo libre de su señor.

20 ¿Por qué se da luz al trabajado,
Y vida a los de ánimo amargado,

21 Que esperan la muerte, y ella no llega,
Aunque la buscan más que tesoros;

22 Que se alegran sobremanera,
Y se gozan cuando hallan el sepulcro?

23 ¿Por qué se da vida al hombre que no sabe por donde ha de ir,
Y a quien Dios ha encerrado?

24 Pues antes que mi pan viene mi suspiro,
Y mis gemidos corren como aguas.

25 Porque el temor que me espantaba me ha venido,
Y me ha acontecido lo que yo temía.

26 No he tenido paz, no me aseguré, ni estuve reposado;
No obstante, me vino turbación.


Elifaz reprende a Job

Capítulo 4  

1 Entonces respondió Elifaz temanita, y dijo:

2 Si probáremos a hablarte, te será molesto;
Pero ¿quién podrá detener las palabras?

3 He aquí, tú enseñabas a muchos,
Y fortalecías las manos débiles;

4 Al que tropezaba enderezaban tus palabras,
Y esforzabas las rodillas que decaían.

5 Mas ahora que el mal ha venido sobre ti, te desalientas;
Y cuando ha llegado hasta ti, te turbas.

6 ¿No es tu temor a Dios tu confianza?
¿No es tu esperanza la integridad de tus caminos?

7 Recapacita ahora; ¿qué inocente se ha perdido?
Y ¿en dónde han sido destruidos los rectos?

8 Como yo he visto, los que aran iniquidad
Y siembran injuria, la siegan.

9 Perecen por el aliento de Dios,
Y por el soplo de su ira son consumidos.

10 Los rugidos del león, y los bramidos del rugiente,
Y los dientes de los leoncillos son quebrantados.

11 El león viejo perece por falta de presa,
Y los hijos de la leona se dispersan.

12 El asunto también me era a mí oculto;
Mas mi oído ha percibido algo de ello.

13 En imaginaciones de visiones nocturnas,
Cuando el sueño cae sobre los hombres,

14 Me sobrevino un espanto y un temblor,
Que estremeció todos mis huesos;

15 Y al pasar un espíritu por delante de mí,
Hizo que se erizara el pelo de mi cuerpo.

16 Paróse delante de mis ojos un fantasma,
Cuyo rostro yo no conocí,
Y quedo, oí que decía:

17 ¿Será el hombre más justo que Dios?
¿Será el varón más limpio que el que lo hizo?

18 He aquí, en sus siervos no confía,
Y notó necedad en sus ángeles;

19 ¡Cuánto más en los que habitan en casas de barro,
Cuyos cimientos están en el polvo,
Y que serán quebrantados por la polilla!

20 De la mañana a la tarde son destruidos,
Y se pierden para siempre, sin haber quien repare en ello.

21 Su hermosura, ¿no se pierde con ellos mismos?
Y mueren sin haber adquirido sabiduría.

miércoles, 15 de enero de 2025

DIA 15 DE ENERO - GENESIS 47-50



Capítulo 47  

1 Vino José y lo hizo saber a Faraón, y dijo: Mi padre y mis hermanos, y sus ovejas y sus vacas, con todo lo que tienen, han venido de la tierra de Canaán, y he aquí están en la tierra de Gosén.

2 Y de los postreros de sus hermanos tomó cinco varones, y los presentó delante de Faraón.

3 Y Faraón dijo a sus hermanos: ¿Cuál es vuestro oficio? Y ellos respondieron a Faraón: Pastores de ovejas son tus siervos, así nosotros como nuestros padres.

4 Dijeron además a Faraón: Para morar en esta tierra hemos venido; porque no hay pasto para las ovejas de tus siervos, pues el hambre es grave en la tierra de Canaán; por tanto, te rogamos ahora que permitas que habiten tus siervos en la tierra de Gosén.

5 Entonces Faraón habló a José, diciendo: Tu padre y tus hermanos han venido a ti.

6 La tierra de Egipto delante de ti está; en lo mejor de la tierra haz habitar a tu padre y a tus hermanos; habiten en la tierra de Gosén; y si entiendes que hay entre ellos hombres capaces, ponlos por mayorales del ganado mío.

7 También José introdujo a Jacob su padre, y lo presentó delante de Faraón; y Jacob bendijo a Faraón.

8 Y dijo Faraón a Jacob: ¿Cuántos son los días de los años de tu vida?

9 Y Jacob respondió a Faraón: Los días de los años de mi peregrinación son ciento treinta años; pocos y malos han sido los días de los años de mi vida, y no han llegado a los días de los años de la vida de mis padres en los días de su peregrinación.

10 Y Jacob bendijo a Faraón, y salió de la presencia de Faraón.

11 Así José hizo habitar a su padre y a sus hermanos, y les dio posesión en la tierra de Egipto, en lo mejor de la tierra, en la tierra de Ramesés, como mandó Faraón.

12 Y alimentaba José a su padre y a sus hermanos, y a toda la casa de su padre, con pan, según el número de los hijos.

13 No había pan en toda la tierra, y el hambre era muy grave, por lo que desfalleció de hambre la tierra de Egipto y la tierra de Canaán.

14 Y recogió José todo el dinero que había en la tierra de Egipto y en la tierra de Canaán, por los alimentos que de él compraban; y metió José el dinero en casa de Faraón.

15 Acabado el dinero de la tierra de Egipto y de la tierra de Canaán, vino todo Egipto a José, diciendo: Danos pan; ¿por qué moriremos delante de ti, por haberse acabado el dinero?

16 Y José dijo: Dad vuestros ganados y yo os daré por vuestros ganados, si se ha acabado el dinero.

17 Y ellos trajeron sus ganados a José, y José les dio alimentos por caballos, y por el ganado de las ovejas, y por el ganado de las vacas, y por asnos; y les sustentó de pan por todos sus ganados aquel año.

18 Acabado aquel año, vinieron a él el segundo año, y le dijeron: No encubrimos a nuestro señor que el dinero ciertamente se ha acabado; también el ganado es ya de nuestro señor; nada ha quedado delante de nuestro señor sino nuestros cuerpos y nuestra tierra.

19 ¿Por qué moriremos delante de tus ojos, así nosotros como nuestra tierra? Cómpranos a nosotros y a nuestra tierra por pan, y seremos nosotros y nuestra tierra siervos de Faraón; y danos semilla para que vivamos y no muramos, y no sea asolada la tierra.

20 Entonces compró José toda la tierra de Egipto para Faraón; pues los egipcios vendieron cada uno sus tierras, porque se agravó el hambre sobre ellos; y la tierra vino a ser de Faraón.

21 Y al pueblo lo hizo pasar a las ciudades, desde un extremo al otro del territorio de Egipto.

22 Solamente la tierra de los sacerdotes no compró, por cuanto los sacerdotes tenían ración de Faraón, y ellos comían la ración que Faraón les daba; por eso no vendieron su tierra.

23 Y José dijo al pueblo: He aquí os he comprado hoy, a vosotros y a vuestra tierra, para Faraón; ved aquí semilla, y sembraréis la tierra.

24 De los frutos daréis el quinto a Faraón, y las cuatro partes serán vuestras para sembrar las tierras, y para vuestro mantenimiento, y de los que están en vuestras casas, y para que coman vuestros niños.

25 Y ellos respondieron: La vida nos has dado; hallemos gracia en ojos de nuestro señor, y seamos siervos de Faraón.

26 Entonces José lo puso por ley hasta hoy sobre la tierra de Egipto, señalando para Faraón el quinto, excepto sólo la tierra de los sacerdotes, que no fue de Faraón.

27 Así habitó Israel en la tierra de Egipto, en la tierra de Gosén; y tomaron posesión de ella, y se aumentaron, y se multiplicaron en gran manera.

28 Y vivió Jacob en la tierra de Egipto diecisiete años; y fueron los días de Jacob, los años de su vida, ciento cuarenta y siete años.

29 Y llegaron los días de Israel para morir, y llamó a José su hijo, y le dijo: Si he hallado ahora gracia en tus ojos, te ruego que pongas tu mano debajo de mi muslo, y harás conmigo misericordia y verdad. Te ruego que no me entierres en Egipto.

30 Mas cuando duerma con mis padres, me llevarás de Egipto y me sepultarás en el sepulcro de ellos. Y José respondió: Haré como tú dices.

31 E Israel dijo: Júramelo. Y José le juró. Entonces Israel se inclinó sobre la cabecera de la cama.


Jacob bendice a Efraín y a Manasés

Capítulo 48  

1 Sucedió después de estas cosas que dijeron a José: He aquí tu padre está enfermo. Y él tomó consigo a sus dos hijos, Manasés y Efraín.

2 Y se le hizo saber a Jacob, diciendo: He aquí tu hijo José viene a ti. Entonces se esforzó Israel, y se sentó sobre la cama,

3 y dijo a José: El Dios Omnipotente me apareció en Luz en la tierra de Canaán, y me bendijo,

4 y me dijo: He aquí yo te haré crecer, y te multiplicaré, y te pondré por estirpe de naciones; y daré esta tierra a tu descendencia después de ti por heredad perpetua.

5 Y ahora tus dos hijos Efraín y Manasés, que te nacieron en la tierra de Egipto, antes que viniese a ti a la tierra de Egipto, míos son; como Rubén y Simeón, serán míos.

6 Y los que después de ellos has engendrado, serán tuyos; por el nombre de sus hermanos serán llamados en sus heredades.

7 Porque cuando yo venía de Padan-aram, se me murió Raquel en la tierra de Canaán, en el camino, como media legua de tierra viniendo a Efrata; y la sepulté allí en el camino de Efrata, que es Belén.

8 Y vio Israel los hijos de José, y dijo: ¿Quiénes son éstos?

9 Y respondió José a su padre: Son mis hijos, que Dios me ha dado aquí. Y él dijo: Acércalos ahora a mí, y los bendeciré.

10 Y los ojos de Israel estaban tan agravados por la vejez, que no podía ver. Les hizo, pues, acercarse a él, y él les besó y les abrazó.

11 Y dijo Israel a José: No pensaba yo ver tu rostro, y he aquí Dios me ha hecho ver también a tu descendencia.

12 Entonces José los sacó de entre sus rodillas, y se inclinó a tierra.

13 Y los tomó José a ambos, Efraín a su derecha, a la izquierda de Israel, y Manasés a su izquierda, a la derecha de Israel; y los acercó a él.

14 Entonces Israel extendió su mano derecha, y la puso sobre la cabeza de Efraín, que era el menor, y su mano izquierda sobre la cabeza de Manasés, colocando así sus manos adrede, aunque Manasés era el primogénito.

15 Y bendijo a José, diciendo: El Dios en cuya presencia anduvieron mis padres Abraham e Isaac, el Dios que me mantiene desde que yo soy hasta este día,

16 el Angel que me liberta de todo mal, bendiga a estos jóvenes; y sea perpetuado en ellos mi nombre, y el nombre de mis padres Abraham e Isaac, y multiplíquense en gran manera en medio de la tierra.

17 Pero viendo José que su padre ponía la mano derecha sobre la cabeza de Efraín, le causó esto disgusto; y asió la mano de su padre, para cambiarla de la cabeza de Efraín a la cabeza de Manasés.

18 Y dijo José a su padre: No así, padre mío, porque éste es el primogénito; pon tu mano derecha sobre su cabeza.

19 Mas su padre no quiso, y dijo: Lo sé, hijo mío, lo sé; también él vendrá a ser un pueblo, y será también engrandecido; pero su hermano menor será más grande que él, y su descendencia formará multitud de naciones.

20 Y los bendijo aquel día, diciendo: En ti bendecirá Israel, diciendo: Hágate Dios como a Efraín y como a Manasés. Y puso a Efraín antes de Manasés.

21 Y dijo Israel a José: He aquí yo muero; pero Dios estará con vosotros, y os hará volver a la tierra de vuestros padres.

22 Y yo te he dado a ti una parte más que a tus hermanos, la cual tomé yo de mano del amorreo con mi espada y con mi arco.


Profecía de Jacob acerca de sus hijos

Capítulo 49  

1 Y llamó Jacob a sus hijos, y dijo: Juntaos, y os declararé lo que os ha de acontecer en los días venideros.

2 Juntaos y oíd, hijos de Jacob,
Y escuchad a vuestro padre Israel.

3 Rubén, tú eres mi primogénito, mi fortaleza, y el principio de mi vigor;
Principal en dignidad, principal en poder.

4 Impetuoso como las aguas, no serás el principal,
Por cuanto subiste al lecho de tu padre;
Entonces te envileciste, subiendo a mi estrado.

5 Simeón y Leví son hermanos;
Armas de iniquidad sus armas.

6 En su consejo no entre mi alma,
Ni mi espíritu se junte en su compañía.
Porque en su furor mataron hombres,
Y en su temeridad desjarretaron toros.

7 Maldito su furor, que fue fiero;
Y su ira, que fue dura.
Yo los apartaré en Jacob,
Y los esparciré en Israel.

8 Judá, te alabarán tus hermanos;
Tu mano en la cerviz de tus enemigos;
Los hijos de tu padre se inclinarán a ti.

9 Cachorro de león, Judá;
De la presa subiste, hijo mío.
Se encorvó, se echó como león,
Así como león viejo: ¿quién lo despertará?

10 No será quitado el cetro de Judá,
Ni el legislador de entre sus pies,
Hasta que venga Siloh;
Y a él se congregarán los pueblos.

11 Atando a la vid su pollino,
Y a la cepa el hijo de su asna,
Lavó en el vino su vestido,
Y en la sangre de uvas su manto.

12 Sus ojos, rojos del vino,
Y sus dientes blancos de la leche.

13 Zabulón en puertos de mar habitará;
Será para puerto de naves,
Y su límite hasta Sidón.

14 Isacar, asno fuerte
Que se recuesta entre los apriscos;

15 Y vio que el descanso era bueno, y que la tierra era deleitosa;
Y bajó su hombro para llevar,
Y sirvió en tributo.

16 Dan juzgará a su pueblo,
Como una de las tribus de Israel.

17 Será Dan serpiente junto al camino,
Víbora junto a la senda,
Que muerde los talones del caballo,
Y hace caer hacia atrás al jinete.

18 Tu salvación esperé, oh Jehová.

19 Gad, ejército lo acometerá;
Mas él acometerá al fin.

20 El pan de Aser será substancioso,
Y él dará deleites al rey.

21 Neftalí, cierva suelta,
Que pronunciará dichos hermosos.

22 Rama fructífera es José,
Rama fructífera junto a una fuente,
Cuyos vástagos se extienden sobre el muro.

23 Le causaron amargura,
Le asaetearon,
Y le aborrecieron los arqueros;

24 Mas su arco se mantuvo poderoso,
Y los brazos de sus manos se fortalecieron
Por las manos del Fuerte de Jacob
(Por el nombre del Pastor, la Roca de Israel),

25 Por el Dios de tu padre, el cual te ayudará,
Por el Dios Omnipotente, el cual te bendecirá
Con bendiciones de los cielos de arriba,
Con bendiciones del abismo que está abajo,
Con bendiciones de los pechos y del vientre.

26 Las bendiciones de tu padre
Fueron mayores que las bendiciones de mis progenitores;
Hasta el término de los collados eternos
Serán sobre la cabeza de José,
Y sobre la frente del que fue apartado de entre sus hermanos.

27 Benjamín es lobo arrebatador;
A la mañana comerá la presa,
Y a la tarde repartirá los despojos.

Muerte y sepelio de Jacob

28 Todos éstos fueron las doce tribus de Israel, y esto fue lo que su padre les dijo, al bendecirlos; a cada uno por su bendición los bendijo.

29 Les mandó luego, y les dijo: Yo voy a ser reunido con mi pueblo. Sepultadme con mis padres en la cueva que está en el campo de Efrón el heteo,

30 en la cueva que está en el campo de Macpela, al oriente de Mamre en la tierra de Canaán, la cual compró Abraham con el mismo campo de Efrón el heteo, para heredad de sepultura.

31 Allí sepultaron a Abraham y a Sara su mujer; allí sepultaron a Isaac y a Rebeca su mujer; allí también sepulté yo a Lea.

32 La compra del campo y de la cueva que está en él, fue de los hijos de Het.

33 Y cuando acabó Jacob de dar mandamientos a sus hijos, encogió sus pies en la cama, y expiró, y fue reunido con sus padres.


Capítulo 50  

1 Entonces se echó José sobre el rostro de su padre, y lloró sobre él, y lo besó.

2 Y mandó José a sus siervos los médicos que embalsamasen a su padre; y los médicos embalsamaron a Israel.

3 Y le cumplieron cuarenta días, porque así cumplían los días de los embalsamados, y lo lloraron los egipcios setenta días.

4 Y pasados los días de su luto, habló José a los de la casa de Faraón, diciendo: Si he hallado ahora gracia en vuestros ojos, os ruego que habléis en oídos de Faraón, diciendo:

5 Mi padre me hizo jurar, diciendo: He aquí que voy a morir; en el sepulcro que cavé para mí en la tierra de Canaán, allí me sepultarás; ruego, pues, que vaya yo ahora y sepulte a mi padre, y volveré.

6 Y Faraón dijo: Ve, y sepulta a tu padre, como él te hizo jurar.

7 Entonces José subió para sepultar a su padre; y subieron con él todos los siervos de Faraón, los ancianos de su casa, y todos los ancianos de la tierra de Egipto,

8 y toda la casa de José, y sus hermanos, y la casa de su padre; solamente dejaron en la tierra de Gosén sus niños, y sus ovejas y sus vacas.

9 Subieron también con él carros y gente de a caballo, y se hizo un escuadrón muy grande.

10 Y llegaron hasta la era de Atad, que está al otro lado del Jordán, y endecharon allí con grande y muy triste lamentación; y José hizo a su padre duelo por siete días.

11 Y viendo los moradores de la tierra, los cananeos, el llanto en la era de Atad, dijeron: Llanto grande es este de los egipcios; por eso fue llamado su nombre Abel-mizraim,[a] que está al otro lado del Jordán.

12 Hicieron, pues, sus hijos con él según les había mandado;

13 pues lo llevaron sus hijos a la tierra de Canaán, y lo sepultaron en la cueva del campo de Macpela, la que había comprado Abraham con el mismo campo, para heredad de sepultura, de Efrón el heteo, al oriente de Mamre.

14 Y volvió José a Egipto, él y sus hermanos, y todos los que subieron con él a sepultar a su padre, después que lo hubo sepultado.

Muerte de José

15 Viendo los hermanos de José que su padre era muerto, dijeron: Quizá nos aborrecerá José, y nos dará el pago de todo el mal que le hicimos.

16 Y enviaron a decir a José: Tu padre mandó antes de su muerte, diciendo:

17 Así diréis a José: Te ruego que perdones ahora la maldad de tus hermanos y su pecado, porque mal te trataron; por tanto, ahora te rogamos que perdones la maldad de los siervos del Dios de tu padre. Y José lloró mientras hablaban.

18 Vinieron también sus hermanos y se postraron delante de él, y dijeron: Henos aquí por siervos tuyos.

19 Y les respondió José: No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar de Dios?

20 Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo.

21 Ahora, pues, no tengáis miedo; yo os sustentaré a vosotros y a vuestros hijos. Así los consoló, y les habló al corazón.

22 Y habitó José en Egipto, él y la casa de su padre; y vivió José ciento diez años.

23 Y vio José los hijos de Efraín hasta la tercera generación; también los hijos de Maquir hijo de Manasés fueron criados sobre las rodillas de José.

24 Y José dijo a sus hermanos: Yo voy a morir; mas Dios ciertamente os visitará, y os hará subir de esta tierra a la tierra que juró a Abraham, a Isaac y a Jacob.

25 E hizo jurar José a los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os visitará, y haréis llevar de aquí mis huesos.

26 Y murió José a la edad de ciento diez años; y lo embalsamaron, y fue puesto en un ataúd en Egipto.

Footnotes

a. Génesis 50:11 Esto es, Pradera de Egipto, o Llanto de Egipto.

martes, 14 de enero de 2025

DIA 14 DE ENERO - GENESIS 43-46



Los hermanos de José regresan con Benjamín

Capítulo 43  

1 El hambre era grande en la tierra;

2 y aconteció que cuando acabaron de comer el trigo que trajeron de Egipto, les dijo su padre: Volved, y comprad para nosotros un poco de alimento.

3 Respondió Judá, diciendo: Aquel varón nos protestó con ánimo resuelto, diciendo: No veréis mi rostro si no traéis a vuestro hermano con vosotros.

4 Si enviares a nuestro hermano con nosotros, descenderemos y te compraremos alimento.

5 Pero si no le enviares, no descenderemos; porque aquel varón nos dijo: No veréis mi rostro si no traéis a vuestro hermano con vosotros.

6 Dijo entonces Israel: ¿Por qué me hicisteis tanto mal, declarando al varón que teníais otro hermano?

7 Y ellos respondieron: Aquel varón nos preguntó expresamente por nosotros, y por nuestra familia, diciendo: ¿Vive aún vuestro padre? ¿Tenéis otro hermano? Y le declaramos conforme a estas palabras. ¿Acaso podíamos saber que él nos diría: Haced venir a vuestro hermano?

8 Entonces Judá dijo a Israel su padre: Envía al joven conmigo, y nos levantaremos e iremos, a fin de que vivamos y no muramos nosotros, y tú, y nuestros niños.

9 Yo te respondo por él; a mí me pedirás cuenta. Si yo no te lo vuelvo a traer, y si no lo pongo delante de ti, seré para ti el culpable para siempre;

10 pues si no nos hubiéramos detenido, ciertamente hubiéramos ya vuelto dos veces.

11 Entonces Israel su padre les respondió: Pues que así es, hacedlo; tomad de lo mejor de la tierra en vuestros sacos, y llevad a aquel varón un presente, un poco de bálsamo, un poco de miel, aromas y mirra, nueces y almendras.

12 Y tomad en vuestras manos doble cantidad de dinero, y llevad en vuestra mano el dinero vuelto en las bocas de vuestros costales; quizá fue equivocación.

13 Tomad también a vuestro hermano, y levantaos, y volved a aquel varón.

14 Y el Dios Omnipotente os dé misericordia delante de aquel varón, y os suelte al otro vuestro hermano, y a este Benjamín. Y si he de ser privado de mis hijos, séalo.

15 Entonces tomaron aquellos varones el presente, y tomaron en su mano doble cantidad de dinero, y a Benjamín; y se levantaron y descendieron a Egipto, y se presentaron delante de José.

16 Y vio José a Benjamín con ellos, y dijo al mayordomo de su casa: Lleva a casa a esos hombres, y degüella una res y prepárala, pues estos hombres comerán conmigo al mediodía.

17 E hizo el hombre como José dijo, y llevó a los hombres a casa de José.

18 Entonces aquellos hombres tuvieron temor, cuando fueron llevados a casa de José, y decían: Por el dinero que fue devuelto en nuestros costales la primera vez nos han traído aquí, para tendernos lazo, y atacarnos, y tomarnos por siervos a nosotros, y a nuestros asnos.

19 Y se acercaron al mayordomo de la casa de José, y le hablaron a la entrada de la casa.

20 Y dijeron: Ay, señor nuestro, nosotros en realidad de verdad descendimos al principio a comprar alimentos.

21 Y aconteció que cuando llegamos al mesón y abrimos nuestros costales, he aquí el dinero de cada uno estaba en la boca de su costal, nuestro dinero en su justo peso; y lo hemos vuelto a traer con nosotros.

22 Hemos también traído en nuestras manos otro dinero para comprar alimentos; nosotros no sabemos quién haya puesto nuestro dinero en nuestros costales.

23 El les respondió: Paz a vosotros, no temáis; vuestro Dios y el Dios de vuestro padre os dio el tesoro en vuestros costales; yo recibí vuestro dinero. Y sacó a Simeón a ellos.

24 Y llevó aquel varón a los hombres a casa de José; y les dio agua, y lavaron sus pies, y dio de comer a sus asnos.

25 Y ellos prepararon el presente entretanto que venía José a mediodía, porque habían oído que allí habrían de comer pan.

26 Y vino José a casa, y ellos le trajeron el presente que tenían en su mano dentro de la casa, y se inclinaron ante él hasta la tierra.

27 Entonces les preguntó José cómo estaban, y dijo: ¿Vuestro padre, el anciano que dijisteis, lo pasa bien? ¿Vive todavía?

28 Y ellos respondieron: Bien va a tu siervo nuestro padre; aún vive. Y se inclinaron, e hicieron reverencia.

29 Y alzando José sus ojos vio a Benjamín su hermano, hijo de su madre, y dijo: ¿Es éste vuestro hermano menor, de quien me hablasteis? Y dijo: Dios tenga misericordia de ti, hijo mío.

30 Entonces José se apresuró, porque se conmovieron sus entrañas a causa de su hermano, y buscó dónde llorar; y entró en su cámara, y lloró allí.

31 Y lavó su rostro y salió, y se contuvo, y dijo: Poned pan.

32 Y pusieron para él aparte, y separadamente para ellos, y aparte para los egipcios que con él comían; porque los egipcios no pueden comer pan con los hebreos, lo cual es abominación a los egipcios.

33 Y se sentaron delante de él, el mayor conforme a su primogenitura, y el menor conforme a su menor edad; y estaban aquellos hombres atónitos mirándose el uno al otro.

34 Y José tomó viandas de delante de sí para ellos; mas la porción de Benjamín era cinco veces mayor que cualquiera de las de ellos. Y bebieron, y se alegraron con él.


La copa de José

Capítulo 44  

1 Mandó José al mayordomo de su casa, diciendo: Llena de alimento los costales de estos varones, cuanto puedan llevar, y pon el dinero de cada uno en la boca de su costal.

2 Y pondrás mi copa, la copa de plata, en la boca del costal del menor, con el dinero de su trigo. Y él hizo como dijo José.

3 Venida la mañana, los hombres fueron despedidos con sus asnos.

4 Habiendo ellos salido de la ciudad, de la que aún no se habían alejado, dijo José a su mayordomo: Levántate y sigue a esos hombres; y cuando los alcances, diles: ¿Por qué habéis vuelto mal por bien? ¿Por qué habéis robado mi copa de plata?

5 ¿No es ésta en la que bebe mi señor, y por la que suele adivinar? Habéis hecho mal en lo que hicisteis.

6 Cuando él los alcanzó, les dijo estas palabras.

7 Y ellos le respondieron: ¿Por qué dice nuestro señor tales cosas? Nunca tal hagan tus siervos.

8 He aquí, el dinero que hallamos en la boca de nuestros costales, te lo volvimos a traer desde la tierra de Canaán; ¿cómo, pues, habíamos de hurtar de casa de tu señor plata ni oro?

9 Aquel de tus siervos en quien fuere hallada la copa, que muera, y aun nosotros seremos siervos de mi señor.

10 Y él dijo: También ahora sea conforme a vuestras palabras; aquel en quien se hallare será mi siervo, y vosotros seréis sin culpa.

11 Ellos entonces se dieron prisa, y derribando cada uno su costal en tierra, abrió cada cual el costal suyo.

12 Y buscó; desde el mayor comenzó, y acabó en el menor; y la copa fue hallada en el costal de Benjamín.

13 Entonces ellos rasgaron sus vestidos, y cargó cada uno su asno y volvieron a la ciudad.

14 Vino Judá con sus hermanos a casa de José, que aún estaba allí, y se postraron delante de él en tierra.

15 Y les dijo José: ¿Qué acción es esta que habéis hecho? ¿No sabéis que un hombre como yo sabe adivinar?

16 Entonces dijo Judá: ¿Qué diremos a mi señor? ¿Qué hablaremos, o con qué nos justificaremos? Dios ha hallado la maldad de tus siervos; he aquí, nosotros somos siervos de mi señor, nosotros, y también aquel en cuyo poder fue hallada la copa.

17 José respondió: Nunca yo tal haga. El varón en cuyo poder fue hallada la copa, él será mi siervo; vosotros id en paz a vuestro padre.

Judá intercede por Benjamín

18 Entonces Judá se acercó a él, y dijo: Ay, señor mío, te ruego que permitas que hable tu siervo una palabra en oídos de mi señor, y no se encienda tu enojo contra tu siervo, pues tú eres como Faraón.

19 Mi señor preguntó a sus siervos, diciendo: ¿Tenéis padre o hermano?

20 Y nosotros respondimos a mi señor: Tenemos un padre anciano, y un hermano joven, pequeño aún, que le nació en su vejez; y un hermano suyo murió, y él solo quedó de los hijos de su madre; y su padre lo ama.

21 Y tú dijiste a tus siervos: Traédmelo, y pondré mis ojos sobre él.

22 Y nosotros dijimos a mi señor: El joven no puede dejar a su padre, porque si lo dejare, su padre morirá.

23 Y dijiste a tus siervos: Si vuestro hermano menor no desciende con vosotros, no veréis más mi rostro.

24 Aconteció, pues, que cuando llegamos a mi padre tu siervo, le contamos las palabras de mi señor.

25 Y dijo nuestro padre: Volved a comprarnos un poco de alimento.

26 Y nosotros respondimos: No podemos ir; si nuestro hermano va con nosotros, iremos; porque no podremos ver el rostro del varón, si no está con nosotros nuestro hermano el menor.

27 Entonces tu siervo mi padre nos dijo: Vosotros sabéis que dos hijos me dio a luz mi mujer;

28 y el uno salió de mi presencia, y pienso de cierto que fue despedazado, y hasta ahora no lo he visto.

29 Y si tomáis también a éste de delante de mí, y le acontece algún desastre, haréis descender mis canas con dolor al Seol.

30 Ahora, pues, cuando vuelva yo a tu siervo mi padre, si el joven no va conmigo, como su vida está ligada a la vida de él,

31 sucederá que cuando no vea al joven, morirá; y tus siervos harán descender las canas de tu siervo nuestro padre con dolor al Seol.

32 Como tu siervo salió por fiador del joven con mi padre, diciendo: Si no te lo vuelvo a traer, entonces yo seré culpable ante mi padre para siempre;

33 te ruego, por tanto, que quede ahora tu siervo en lugar del joven por siervo de mi señor, y que el joven vaya con sus hermanos.

34 Porque ¿cómo volveré yo a mi padre sin el joven? No podré, por no ver el mal que sobrevendrá a mi padre.


José se da a conocer a sus hermanos

Capítulo 45  

1 No podía ya José contenerse delante de todos los que estaban al lado suyo, y clamó: Haced salir de mi presencia a todos. Y no quedó nadie con él, al darse a conocer José a sus hermanos.

2 Entonces se dio a llorar a gritos; y oyeron los egipcios, y oyó también la casa de Faraón.

3 Y dijo José a sus hermanos: Yo soy José; ¿vive aún mi padre? Y sus hermanos no pudieron responderle, porque estaban turbados delante de él.

4 Entonces dijo José a sus hermanos: Acercaos ahora a mí. Y ellos se acercaron. Y él dijo: Yo soy José vuestro hermano, el que vendisteis para Egipto.

5 Ahora, pues, no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros.

6 Pues ya ha habido dos años de hambre en medio de la tierra, y aún quedan cinco años en los cuales ni habrá arada ni siega.

7 Y Dios me envió delante de vosotros, para preservaros posteridad sobre la tierra, y para daros vida por medio de gran liberación.

8 Así, pues, no me enviasteis acá vosotros, sino Dios, que me ha puesto por padre de Faraón y por señor de toda su casa, y por gobernador en toda la tierra de Egipto.

9 Daos prisa, id a mi padre y decidle: Así dice tu hijo José: Dios me ha puesto por señor de todo Egipto; ven a mí, no te detengas.

10 Habitarás en la tierra de Gosén, y estarás cerca de mí, tú y tus hijos, y los hijos de tus hijos, tus ganados y tus vacas, y todo lo que tienes.

11 Y allí te alimentaré, pues aún quedan cinco años de hambre, para que no perezcas de pobreza tú y tu casa, y todo lo que tienes.

12 He aquí, vuestros ojos ven, y los ojos de mi hermano Benjamín, que mi boca os habla.

13 Haréis, pues, saber a mi padre toda mi gloria en Egipto, y todo lo que habéis visto; y daos prisa, y traed a mi padre acá.

14 Y se echó sobre el cuello de Benjamín su hermano, y lloró; y también Benjamín lloró sobre su cuello.

15 Y besó a todos sus hermanos, y lloró sobre ellos; y después sus hermanos hablaron con él.

16 Y se oyó la noticia en la casa de Faraón, diciendo: Los hermanos de José han venido. Y esto agradó en los ojos de Faraón y de sus siervos.

17 Y dijo Faraón a José: Di a tus hermanos: Haced esto: cargad vuestras bestias, e id, volved a la tierra de Canaán;

18 y tomad a vuestro padre y a vuestras familias y venid a mí, porque yo os daré lo bueno de la tierra de Egipto, y comeréis de la abundancia de la tierra.

19 Y tú manda: Haced esto: tomaos de la tierra de Egipto carros para vuestros niños y vuestras mujeres, y traed a vuestro padre, y venid.

20 Y no os preocupéis por vuestros enseres, porque la riqueza de la tierra de Egipto será vuestra.

21 Y lo hicieron así los hijos de Israel; y les dio José carros conforme a la orden de Faraón, y les suministró víveres para el camino.

22 A cada uno de todos ellos dio mudas de vestidos, y a Benjamín dio trescientas piezas de plata, y cinco mudas de vestidos.

23 Y a su padre envió esto: diez asnos cargados de lo mejor de Egipto, y diez asnas cargadas de trigo, y pan y comida, para su padre en el camino.

24 Y despidió a sus hermanos, y ellos se fueron. Y él les dijo: No riñáis por el camino.

25 Y subieron de Egipto, y llegaron a la tierra de Canaán a Jacob su padre.

26 Y le dieron las nuevas, diciendo: José vive aún; y él es señor en toda la tierra de Egipto. Y el corazón de Jacob se afligió, porque no los creía.

27 Y ellos le contaron todas las palabras de José, que él les había hablado; y viendo Jacob los carros que José enviaba para llevarlo, su espíritu revivió.

28 Entonces dijo Israel: Basta; José mi hijo vive todavía; iré, y le veré antes que yo muera.


Jacob y su familia en Egipto

Capítulo 46  

1 Salió Israel con todo lo que tenía, y vino a Beerseba, y ofreció sacrificios al Dios de su padre Isaac.

2 Y habló Dios a Israel en visiones de noche, y dijo: Jacob, Jacob. Y él respondió: Heme aquí.

3 Y dijo: Yo soy Dios, el Dios de tu padre; no temas de descender a Egipto, porque allí yo haré de ti una gran nación.

4 Yo descenderé contigo a Egipto, y yo también te haré volver; y la mano de José cerrará tus ojos.

5 Y se levantó Jacob de Beerseba; y tomaron los hijos de Israel a su padre Jacob, y a sus niños, y a sus mujeres, en los carros que Faraón había enviado para llevarlo.

6 Y tomaron sus ganados, y sus bienes que habían adquirido en la tierra de Canaán, y vinieron a Egipto, Jacob y toda su descendencia consigo;

7 sus hijos, y los hijos de sus hijos consigo; sus hijas, y las hijas de sus hijos, y a toda su descendencia trajo consigo a Egipto.

8 Y estos son los nombres de los hijos de Israel, que entraron en Egipto, Jacob y sus hijos: Rubén, el primogénito de Jacob.

9 Y los hijos de Rubén: Hanoc, Falú, Hezrón y Carmi.

10 Los hijos de Simeón: Jemuel, Jamín, Ohad, Jaquín, Zohar, y Saúl hijo de la cananea.

11 Los hijos de Leví: Gersón, Coat y Merari.

12 Los hijos de Judá: Er, Onán, Sela, Fares y Zara; mas Er y Onán murieron en la tierra de Canaán. Y los hijos de Fares fueron Hezrón y Hamul.

13 Los hijos de Isacar: Tola, Fúa, Job y Simrón.

14 Los hijos de Zabulón: Sered, Elón y Jahleel.

15 Estos fueron los hijos de Lea, los que dio a luz a Jacob en Padan-aram, y además su hija Dina; treinta y tres las personas todas de sus hijos e hijas.

16 Los hijos de Gad: Zifión, Hagui, Ezbón, Suni, Eri, Arodi y Areli.

17 Y los hijos de Aser: Imna, Isúa, Isúi, Bería, y Sera hermana de ellos. Los hijos de Bería: Heber y Malquiel.

18 Estos fueron los hijos de Zilpa, la que Labán dio a su hija Lea, y dio a luz éstos a Jacob; por todas dieciséis personas.

19 Los hijos de Raquel, mujer de Jacob: José y Benjamín.

20 Y nacieron a José en la tierra de Egipto Manasés y Efraín, los que le dio a luz Asenat, hija de Potifera sacerdote de On.

21 Los hijos de Benjamín fueron Bela, Bequer, Asbel, Gera, Naamán, Ehi, Ros, Mupim, Hupim y Ard.

22 Estos fueron los hijos de Raquel, que nacieron a Jacob; por todas catorce personas.

23 Los hijos de Dan: Husim.

24 Los hijos de Neftalí: Jahzeel, Guni, Jezer y Silem.

25 Estos fueron los hijos de Bilha, la que dio Labán a Raquel su hija, y dio a luz éstos a Jacob; por todas siete personas.

26 Todas las personas que vinieron con Jacob a Egipto, procedentes de sus lomos, sin las mujeres de los hijos de Jacob, todas las personas fueron sesenta y seis.

27 Y los hijos de José, que le nacieron en Egipto, dos personas. Todas las personas de la casa de Jacob, que entraron en Egipto, fueron setenta.

28 Y envió Jacob a Judá delante de sí a José, para que le viniese a ver en Gosén; y llegaron a la tierra de Gosén.

29 Y José unció su carro y vino a recibir a Israel su padre en Gosén; y se manifestó a él, y se echó sobre su cuello, y lloró sobre su cuello largamente.

30 Entonces Israel dijo a José: Muera yo ahora, ya que he visto tu rostro, y sé que aún vives.

31 Y José dijo a sus hermanos, y a la casa de su padre: Subiré y lo haré saber a Faraón, y le diré: Mis hermanos y la casa de mi padre, que estaban en la tierra de Canaán, han venido a mí.

32 Y los hombres son pastores de ovejas, porque son hombres ganaderos; y han traído sus ovejas y sus vacas, y todo lo que tenían.

33 Y cuando Faraón os llamare y dijere: ¿Cuál es vuestro oficio?

34 entonces diréis: Hombres de ganadería han sido tus siervos desde nuestra juventud hasta ahora, nosotros y nuestros padres; a fin de que moréis en la tierra de Gosén, porque para los egipcios es abominación todo pastor de ovejas.

lunes, 13 de enero de 2025

DIA 13 DE ENERO - GENESIS 40-42



José interpreta dos sueños

Capítulo 40  

1 Aconteció después de estas cosas, que el copero del rey de Egipto y el panadero delinquieron contra su señor el rey de Egipto.

2 Y se enojó Faraón contra sus dos oficiales, contra el jefe de los coperos y contra el jefe de los panaderos,

3 y los puso en prisión en la casa del capitán de la guardia, en la cárcel donde José estaba preso.

4 Y el capitán de la guardia encargó de ellos a José, y él les servía; y estuvieron días en la prisión.

5 Y ambos, el copero y el panadero del rey de Egipto, que estaban arrestados en la prisión, tuvieron un sueño, cada uno su propio sueño en una misma noche, cada uno con su propio significado.

6 Vino a ellos José por la mañana, y los miró, y he aquí que estaban tristes.

7 Y él preguntó a aquellos oficiales de Faraón, que estaban con él en la prisión de la casa de su señor, diciendo: ¿Por qué parecen hoy mal vuestros semblantes?

8 Ellos le dijeron: Hemos tenido un sueño, y no hay quien lo interprete. Entonces les dijo José: ¿No son de Dios las interpretaciones? Contádmelo ahora.

9 Entonces el jefe de los coperos contó su sueño a José, y le dijo: Yo soñaba que veía una vid delante de mí,

10 y en la vid tres sarmientos; y ella como que brotaba, y arrojaba su flor, viniendo a madurar sus racimos de uvas.

11 Y que la copa de Faraón estaba en mi mano, y tomaba yo las uvas y las exprimía en la copa de Faraón, y daba yo la copa en mano de Faraón.

12 Y le dijo José: Esta es su interpretación: los tres sarmientos son tres días.

13 Al cabo de tres días levantará Faraón tu cabeza, y te restituirá a tu puesto, y darás la copa a Faraón en su mano, como solías hacerlo cuando eras su copero.

14 Acuérdate, pues, de mí cuando tengas ese bien, y te ruego que uses conmigo de misericordia, y hagas mención de mí a Faraón, y me saques de esta casa.

15 Porque fui hurtado de la tierra de los hebreos; y tampoco he hecho aquí por qué me pusiesen en la cárcel.

16 Viendo el jefe de los panaderos que había interpretado para bien, dijo a José: También yo soñé que veía tres canastillos blancos sobre mi cabeza.

17 En el canastillo más alto había de toda clase de manjares de pastelería para Faraón; y las aves las comían del canastillo de sobre mi cabeza.

18 Entonces respondió José, y dijo: Esta es su interpretación: Los tres canastillos tres días son.

19 Al cabo de tres días quitará Faraón tu cabeza de sobre ti, y te hará colgar en la horca, y las aves comerán tu carne de sobre ti.

20 Al tercer día, que era el día del cumpleaños de Faraón, el rey hizo banquete a todos sus sirvientes; y alzó la cabeza del jefe de los coperos, y la cabeza del jefe de los panaderos, entre sus servidores.

21 E hizo volver a su oficio al jefe de los coperos, y dio éste la copa en mano de Faraón.

22 Mas hizo ahorcar al jefe de los panaderos, como lo había interpretado José.

23 Y el jefe de los coperos no se acordó de José, sino que le olvidó.


José interpreta el sueño de Faraón

Capítulo 41  

1 Aconteció que pasados dos años tuvo Faraón un sueño. Le parecía que estaba junto al río;

2 y que del río subían siete vacas, hermosas a la vista, y muy gordas, y pacían en el prado.

3 Y que tras ellas subían del río otras siete vacas de feo aspecto y enjutas de carne, y se pararon cerca de las vacas hermosas a la orilla del río;

4 y que las vacas de feo aspecto y enjutas de carne devoraban a las siete vacas hermosas y muy gordas. Y despertó Faraón.

5 Se durmió de nuevo, y soñó la segunda vez: Que siete espigas llenas y hermosas crecían de una sola caña,

6 y que después de ellas salían otras siete espigas menudas y abatidas del viento solano;

7 y las siete espigas menudas devoraban a las siete espigas gruesas y llenas. Y despertó Faraón, y he aquí que era sueño.

8 Sucedió que por la mañana estaba agitado su espíritu, y envió e hizo llamar a todos los magos de Egipto, y a todos sus sabios; y les contó Faraón sus sueños, mas no había quien los pudiese interpretar a Faraón.

9 Entonces el jefe de los coperos habló a Faraón, diciendo: Me acuerdo hoy de mis faltas.

10 Cuando Faraón se enojó contra sus siervos, nos echó a la prisión de la casa del capitán de la guardia a mí y al jefe de los panaderos.

11 Y él y yo tuvimos un sueño en la misma noche, y cada sueño tenía su propio significado.

12 Estaba allí con nosotros un joven hebreo, siervo del capitán de la guardia; y se lo contamos, y él nos interpretó nuestros sueños, y declaró a cada uno conforme a su sueño.

13 Y aconteció que como él nos los interpretó, así fue: yo fui restablecido en mi puesto, y el otro fue colgado.

14 Entonces Faraón envió y llamó a José. Y lo sacaron apresuradamente de la cárcel, y se afeitó, y mudó sus vestidos, y vino a Faraón.

15 Y dijo Faraón a José: Yo he tenido un sueño, y no hay quien lo interprete; mas he oído decir de ti, que oyes sueños para interpretarlos.

16 Respondió José a Faraón, diciendo: No está en mí; Dios será el que dé respuesta propicia a Faraón.

17 Entonces Faraón dijo a José: En mi sueño me parecía que estaba a la orilla del río;

18 y que del río subían siete vacas de gruesas carnes y hermosa apariencia, que pacían en el prado.

19 Y que otras siete vacas subían después de ellas, flacas y de muy feo aspecto; tan extenuadas, que no he visto otras semejantes en fealdad en toda la tierra de Egipto.

20 Y las vacas flacas y feas devoraban a las siete primeras vacas gordas;

21 y éstas entraban en sus entrañas, mas no se conocía que hubiesen entrado, porque la apariencia de las flacas era aún mala, como al principio. Y yo desperté.

22 Vi también soñando, que siete espigas crecían en una misma caña, llenas y hermosas.

23 Y que otras siete espigas menudas, marchitas, abatidas del viento solano, crecían después de ellas;

24 y las espigas menudas devoraban a las siete espigas hermosas; y lo he dicho a los magos, mas no hay quien me lo interprete.

25 Entonces respondió José a Faraón: El sueño de Faraón es uno mismo; Dios ha mostrado a Faraón lo que va a hacer.

26 Las siete vacas hermosas siete años son; y las espigas hermosas son siete años: el sueño es uno mismo.

27 También las siete vacas flacas y feas que subían tras ellas, son siete años; y las siete espigas menudas y marchitas del viento solano, siete años serán de hambre.

28 Esto es lo que respondo a Faraón. Lo que Dios va a hacer, lo ha mostrado a Faraón.

29 He aquí vienen siete años de gran abundancia en toda la tierra de Egipto.

30 Y tras ellos seguirán siete años de hambre; y toda la abundancia será olvidada en la tierra de Egipto, y el hambre consumirá la tierra.

31 Y aquella abundancia no se echará de ver, a causa del hambre siguiente la cual será gravísima.

32 Y el suceder el sueño a Faraón dos veces, significa que la cosa es firme de parte de Dios, y que Dios se apresura a hacerla.

33 Por tanto, provéase ahora Faraón de un varón prudente y sabio, y póngalo sobre la tierra de Egipto.

34 Haga esto Faraón, y ponga gobernadores sobre el país, y quinte la tierra de Egipto en los siete años de la abundancia.

35 Y junten toda la provisión de estos buenos años que vienen, y recojan el trigo bajo la mano de Faraón para mantenimiento de las ciudades; y guárdenlo.

36 Y esté aquella provisión en depósito para el país, para los siete años de hambre que habrá en la tierra de Egipto; y el país no perecerá de hambre.

José, gobernador de Egipto

37 El asunto pareció bien a Faraón y a sus siervos,

38 y dijo Faraón a sus siervos: ¿Acaso hallaremos a otro hombre como éste, en quien esté el espíritu de Dios?

39 Y dijo Faraón a José: Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio como tú.

40 Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú.

41 Dijo además Faraón a José: He aquí yo te he puesto sobre toda la tierra de Egipto.

42 Entonces Faraón quitó su anillo de su mano, y lo puso en la mano de José, y lo hizo vestir de ropas de lino finísimo, y puso un collar de oro en su cuello;

43 y lo hizo subir en su segundo carro, y pregonaron delante de él: ¡Doblad la rodilla!;[a] y lo puso sobre toda la tierra de Egipto.

44 Y dijo Faraón a José: Yo soy Faraón; y sin ti ninguno alzará su mano ni su pie en toda la tierra de Egipto.

45 Y llamó Faraón el nombre de José, Zafnat-panea; y le dio por mujer a Asenat, hija de Potifera sacerdote de On. Y salió José por toda la tierra de Egipto.

46 Era José de edad de treinta años cuando fue presentado delante de Faraón rey de Egipto; y salió José de delante de Faraón, y recorrió toda la tierra de Egipto.

47 En aquellos siete años de abundancia la tierra produjo a montones.

48 Y él reunió todo el alimento de los siete años de abundancia que hubo en la tierra de Egipto, y guardó alimento en las ciudades, poniendo en cada ciudad el alimento del campo de sus alrededores.

49 Recogió José trigo como arena del mar, mucho en extremo, hasta no poderse contar, porque no tenía número.

50 Y nacieron a José dos hijos antes que viniese el primer año del hambre, los cuales le dio a luz Asenat, hija de Potifera sacerdote de On.

51 Y llamó José el nombre del primogénito, Manasés;[b] porque dijo: Dios me hizo olvidar todo mi trabajo, y toda la casa de mi padre.

52 Y llamó el nombre del segundo, Efraín;[c] porque dijo: Dios me hizo fructificar en la tierra de mi aflicción.

53 Así se cumplieron los siete años de abundancia que hubo en la tierra de Egipto.

54 Y comenzaron a venir los siete años del hambre, como José había dicho; y hubo hambre en todos los países, mas en toda la tierra de Egipto había pan.

55 Cuando se sintió el hambre en toda la tierra de Egipto, el pueblo clamó a Faraón por pan. Y dijo Faraón a todos los egipcios: Id a José, y haced lo que él os dijere.

56 Y el hambre estaba por toda la extensión del país. Entonces abrió José todo granero donde había, y vendía a los egipcios; porque había crecido el hambre en la tierra de Egipto.

57 Y de toda la tierra venían a Egipto para comprar de José, porque por toda la tierra había crecido el hambre.


Los hermanos de José vienen por alimentos

Capítulo 42  

1 Viendo Jacob que en Egipto había alimentos, dijo a sus hijos: ¿Por qué os estáis mirando?

2 Y dijo: He aquí, yo he oído que hay víveres en Egipto; descended allá, y comprad de allí para nosotros, para que podamos vivir, y no muramos.

3 Y descendieron los diez hermanos de José a comprar trigo en Egipto.

4 Mas Jacob no envió a Benjamín, hermano de José, con sus hermanos; porque dijo: No sea que le acontezca algún desastre.

5 Vinieron los hijos de Israel a comprar entre los que venían; porque había hambre en la tierra de Canaán.

6 Y José era el señor de la tierra, quien le vendía a todo el pueblo de la tierra; y llegaron los hermanos de José, y se inclinaron a él rostro a tierra.

7 Y José, cuando vio a sus hermanos, los conoció; mas hizo como que no los conocía, y les habló ásperamente, y les dijo: ¿De dónde habéis venido? Ellos respondieron: De la tierra de Canaán, para comprar alimentos.

8 José, pues, conoció a sus hermanos; pero ellos no le conocieron.

9 Entonces se acordó José de los sueños que había tenido acerca de ellos, y les dijo: Espías sois; por ver lo descubierto del país habéis venido.

10 Ellos le respondieron: No, señor nuestro, sino que tus siervos han venido a comprar alimentos.

11 Todos nosotros somos hijos de un varón; somos hombres honrados; tus siervos nunca fueron espías.

12 Pero José les dijo: No; para ver lo descubierto del país habéis venido.

13 Y ellos respondieron: Tus siervos somos doce hermanos, hijos de un varón en la tierra de Canaán; y he aquí el menor está hoy con nuestro padre, y otro no parece.

14 Y José les dijo: Eso es lo que os he dicho, afirmando que sois espías.

15 En esto seréis probados: Vive Faraón, que no saldréis de aquí, sino cuando vuestro hermano menor viniere aquí.

16 Enviad a uno de vosotros y traiga a vuestro hermano, y vosotros quedad presos, y vuestras palabras serán probadas, si hay verdad en vosotros; y si no, vive Faraón, que sois espías.

17 Entonces los puso juntos en la cárcel por tres días.

18 Y al tercer día les dijo José: Haced esto, y vivid: Yo temo a Dios.

19 Si sois hombres honrados, quede preso en la casa de vuestra cárcel uno de vuestros hermanos, y vosotros id y llevad el alimento para el hambre de vuestra casa.

20 Pero traeréis a vuestro hermano menor, y serán verificadas vuestras palabras, y no moriréis. Y ellos lo hicieron así.

21 Y decían el uno al otro: Verdaderamente hemos pecado contra nuestro hermano, pues vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba, y no le escuchamos; por eso ha venido sobre nosotros esta angustia.

22 Entonces Rubén les respondió, diciendo: ¿No os hablé yo y dije: No pequéis contra el joven, y no escuchasteis? He aquí también se nos demanda su sangre.

23 Pero ellos no sabían que los entendía José, porque había intérprete entre ellos.

24 Y se apartó José de ellos, y lloró; después volvió a ellos, y les habló, y tomó de entre ellos a Simeón, y lo aprisionó a vista de ellos.

25 Después mandó José que llenaran sus sacos de trigo, y devolviesen el dinero de cada uno de ellos, poniéndolo en su saco, y les diesen comida para el camino; y así se hizo con ellos.

26 Y ellos pusieron su trigo sobre sus asnos, y se fueron de allí.

27 Pero abriendo uno de ellos su saco para dar de comer a su asno en el mesón, vio su dinero que estaba en la boca de su costal.

28 Y dijo a sus hermanos: Mi dinero se me ha devuelto, y helo aquí en mi saco. Entonces se les sobresaltó el corazón, y espantados dijeron el uno al otro: ¿Qué es esto que nos ha hecho Dios?

29 Y venidos a Jacob su padre en tierra de Canaán, le contaron todo lo que les había acontecido, diciendo:

30 Aquel varón, el señor de la tierra, nos habló ásperamente, y nos trató como a espías de la tierra.

31 Y nosotros le dijimos: Somos hombres honrados, nunca fuimos espías.

32 Somos doce hermanos, hijos de nuestro padre; uno no parece, y el menor está hoy con nuestro padre en la tierra de Canaán.

33 Entonces aquel varón, el señor de la tierra, nos dijo: En esto conoceré que sois hombres honrados: dejad conmigo uno de vuestros hermanos, y tomad para el hambre de vuestras casas, y andad,

34 y traedme a vuestro hermano el menor, para que yo sepa que no sois espías, sino hombres honrados; así os daré a vuestro hermano, y negociaréis en la tierra.

35 Y aconteció que vaciando ellos sus sacos, he aquí que en el saco de cada uno estaba el atado de su dinero; y viendo ellos y su padre los atados de su dinero, tuvieron temor.

36 Entonces su padre Jacob les dijo: Me habéis privado de mis hijos; José no parece, ni Simeón tampoco, y a Benjamín le llevaréis; contra mí son todas estas cosas.

37 Y Rubén habló a su padre, diciendo: Harás morir a mis dos hijos, si no te lo devuelvo; entrégalo en mi mano, que yo lo devolveré a ti.

38 Y él dijo: No descenderá mi hijo con vosotros, pues su hermano ha muerto, y él solo ha quedado; y si le aconteciere algún desastre en el camino por donde vais, haréis descender mis canas con dolor al Seol.

Footnotes

a. Génesis 41:43 Abrek, probablemente una palabra egipcia semejante en sonido a la palabra hebrea que significa arrodillarse.
b. Génesis 41:51 Esto es, El que hace olvidar.
c. Génesis 41:52 De una palabra hebrea que significa fructífero.