Alimenta tu vida de la Palabra de Dios y recibe vida eterna. Cada día la actualizaremos para su lectura.
"No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios." Jesús.
San Mateo 4:4

miércoles, 2 de julio de 2025

DIA 2 DE JULIO - OSEAS 1-4



La esposa infiel de Oseas, y sus hijos

Capítulo 1

1 Palabra de Jehová que vino a Oseas hijo de Beeri, en días de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá, y en días de Jeroboam hijo de Joás, rey de Israel.

2 El principio de la palabra de Jehová por medio de Oseas. Dijo Jehová a Oseas: Ve, tómate una mujer fornicaria, e hijos de fornicación; porque la tierra fornica apartándose de Jehová.

3 Fue, pues, y tomó a Gomer hija de Diblaim, la cual concibió y le dio a luz un hijo.

4 Y le dijo Jehová: Ponle por nombre Jezreel; porque de aquí a poco yo castigaré a la casa de Jehú por causa de la sangre de Jezreel, y haré cesar el reino de la casa de Israel.

5 Y en aquel día quebraré yo el arco de Israel en el valle de Jezreel.

6 Concibió ella otra vez, y dio a luz una hija. Y le dijo Dios: Ponle por nombre Lo-ruhama,[a] porque no me compadeceré más de la casa de Israel, sino que los quitaré del todo.

7 Mas de la casa de Judá tendré misericordia, y los salvaré por Jehová su Dios; y no los salvaré con arco, ni con espada, ni con batalla, ni con caballos ni jinetes.

8 Después de haber destetado a Lo-ruhama, concibió y dio a luz un hijo.

9 Y dijo Dios: Ponle por nombre Lo-ammi,[b] porque vosotros no sois mi pueblo, ni yo seré vuestro Dios.

10 Con todo, será el número de los hijos de Israel como la arena del mar, que no se puede medir ni contar. Y en el lugar en donde les fue dicho: Vosotros no sois pueblo mío, les será dicho: Sois hijos del Dios viviente.

11 Y se congregarán los hijos de Judá y de Israel, y nombrarán un solo jefe, y subirán de la tierra; porque el día de Jezreel será grande.


El amor de Jehová hacia su pueblo infiel

Capítulo 2

1 Decid a vuestros hermanos: Ammi;[c] y a vuestras hermanas: Ruhama.[d]

2 Contended con vuestra madre, contended; porque ella no es mi mujer, ni yo su marido; aparte, pues, sus fornicaciones de su rostro, y sus adulterios de entre sus pechos;

3 no sea que yo la despoje y desnude, la ponga como el día en que nació, la haga como un desierto, la deje como tierra seca, y la mate de sed.

4 Ni tendré misericordia de sus hijos, porque son hijos de prostitución.

5 Porque su madre se prostituyó; la que los dio a luz se deshonró, porque dijo: Iré tras mis amantes, que me dan mi pan y mi agua, mi lana y mi lino, mi aceite y mi bebida.

6 Por tanto, he aquí yo rodearé de espinos su camino, y la cercaré con seto, y no hallará sus caminos.

7 Seguirá a sus amantes, y no los alcanzará; los buscará, y no los hallará. Entonces dirá: Iré y me volveré a mi primer marido; porque mejor me iba entonces que ahora.

8 Y ella no reconoció que yo le daba el trigo, el vino y el aceite, y que le multipliqué la plata y el oro que ofrecían a Baal.

9 Por tanto, yo volveré y tomaré mi trigo a su tiempo, y mi vino a su sazón, y quitaré mi lana y mi lino que había dado para cubrir su desnudez.

10 Y ahora descubriré yo su locura delante de los ojos de sus amantes, y nadie la librará de mi mano.

11 Haré cesar todo su gozo, sus fiestas, sus nuevas lunas y sus días de reposo,[e] y todas sus festividades.

12 Y haré talar sus vides y sus higueras, de las cuales dijo: Mi salario son, salario que me han dado mis amantes. Y las reduciré a un matorral, y las comerán las bestias del campo.

13 Y la castigaré por los días en que incensaba a los baales, y se adornaba de sus zarcillos y de sus joyeles, y se iba tras sus amantes y se olvidaba de mí, dice Jehová.

14 Pero he aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón.

15 Y le daré sus viñas desde allí, y el valle de Acor por puerta de esperanza; y allí cantará como en los tiempos de su juventud, y como en el día de su subida de la tierra de Egipto.

16 En aquel tiempo, dice Jehová, me llamarás Ishi,[f] y nunca más me llamarás Baali.[g]

17 Porque quitaré de su boca los nombres de los baales, y nunca más se mencionarán sus nombres.

18 En aquel tiempo haré para ti pacto con las bestias del campo, con las aves del cielo y con las serpientes de la tierra; y quitaré de la tierra arco y espada y guerra, y te haré dormir segura.

19 Y te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia, juicio, benignidad y misericordia.

20 Y te desposaré conmigo en fidelidad, y conocerás a Jehová.

21 En aquel tiempo responderé, dice Jehová, yo responderé a los cielos, y ellos responderán a la tierra.

22 Y la tierra responderá al trigo, al vino y al aceite, y ellos responderán a Jezreel.[h]

23 Y la sembraré para mí en la tierra, y tendré misericordia de Lo-ruhama; y diré a Lo-ammi: Tú eres pueblo mío, y él dirá: Dios mío.


Oseas y la adúltera

Capítulo 3

1 Me dijo otra vez Jehová: Ve, ama a una mujer amada de su compañero, aunque adúltera, como el amor de Jehová para con los hijos de Israel, los cuales miran a dioses ajenos, y aman tortas de pasas.

2 La compré entonces para mí por quince siclos de plata y un homer y medio de cebada.

3 Y le dije: Tú serás mía durante muchos días; no fornicarás, ni tomarás otro varón; lo mismo haré yo contigo.

4 Porque muchos días estarán los hijos de Israel sin rey, sin príncipe, sin sacrificio, sin estatua, sin efod y sin terafines.

5 Después volverán los hijos de Israel, y buscarán a Jehová su Dios, y a David su rey; y temerán a Jehová y a su bondad en el fin de los días.


Controversia de Jehová con Israel

Capítulo 4

1 Oíd palabra de Jehová, hijos de Israel, porque Jehová contiende con los moradores de la tierra; porque no hay verdad, ni misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra.

2 Perjurar, mentir, matar, hurtar y adulterar prevalecen, y homicidio tras homicidio se suceden.

3 Por lo cual se enlutará la tierra, y se extenuará todo morador de ella, con las bestias del campo y las aves del cielo; y aun los peces del mar morirán.

4 Ciertamente hombre no contienda ni reprenda a hombre, porque tu pueblo es como los que resisten al sacerdote.

5 Caerás por tanto en el día, y caerá también contigo el profeta de noche; y a tu madre destruiré.

6 Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos.

7 Conforme a su grandeza, así pecaron contra mí; también yo cambiaré su honra en afrenta.

8 Del pecado de mi pueblo comen, y en su maldad levantan su alma.

9 Y será el pueblo como el sacerdote; le castigaré por su conducta, y le pagaré conforme a sus obras.

10 Comerán, pero no se saciarán; fornicarán, mas no se multiplicarán, porque dejaron de servir a Jehová.

11 Fornicación, vino y mosto quitan el juicio.

12 Mi pueblo a su ídolo de madera pregunta, y el leño le responde; porque espíritu de fornicaciones lo hizo errar, y dejaron a su Dios para fornicar.

13 Sobre las cimas de los montes sacrificaron, e incensaron sobre los collados, debajo de las encinas, álamos y olmos que tuviesen buena sombra; por tanto, vuestras hijas fornicarán, y adulterarán vuestras nueras.

14 No castigaré a vuestras hijas cuando forniquen, ni a vuestras nueras cuando adulteren; porque ellos mismos se van con rameras, y con malas mujeres sacrifican; por tanto, el pueblo sin entendimiento caerá.

15 Si fornicas tú, Israel, a lo menos no peque Judá; y no entréis en Gilgal, ni subáis a Bet-avén, ni juréis: Vive Jehová.

16 Porque como novilla indómita se apartó Israel; ¿los apacentará ahora Jehová como a corderos en lugar espacioso?

17 Efraín es dado a ídolos; déjalo.

18 Su bebida se corrompió; fornicaron sin cesar; sus príncipes amaron lo que avergüenza.

19 El viento los ató en sus alas, y de sus sacrificios serán avergonzados.


Footnotes:

a. Oseas 1:6 Esto es, No compadecida.
b. Oseas 1:9 Esto es, No pueblo mío.
c. Oseas 2:1 Esto es, Pueblo mío.
d. Oseas 2:1 Esto es, Compadecida.
e. Oseas 2:11 Aquí equivale a sábado.
f. Oseas 2:16 Esto es, Mi marido.
g. Oseas 2:16 Esto es, Mi señor.
h. Oseas 2:22 Esto es, Dios siembra.

martes, 1 de julio de 2025

DIA 1 DE JULIO - 2 REYES 15-17



Reinado de Azarías
(2 Cr. 26.3-5,16-23)

Capítulo 15

1 En el año veintisiete de Jeroboam rey de Israel, comenzó a reinar Azarías hijo de Amasías, rey de Judá.

2 Cuando comenzó a reinar era de dieciséis años, y cincuenta y dos años reinó en Jerusalén; el nombre de su madre fue Jecolías, de Jerusalén.

3 E hizo lo recto ante los ojos de Jehová, conforme a todas las cosas que su padre Amasías había hecho.

4 Con todo eso, los lugares altos no se quitaron, porque el pueblo sacrificaba aún y quemaba incienso en los lugares altos.

5 Mas Jehová hirió al rey con lepra, y estuvo leproso hasta el día de su muerte, y habitó en casa separada, y Jotam hijo del rey tenía el cargo del palacio, gobernando al pueblo.

6 Los demás hechos de Azarías, y todo lo que hizo, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá?

7 Y durmió Azarías con sus padres, y lo sepultaron con ellos en la ciudad de David, y reinó en su lugar Jotam su hijo.

Reinado de Zacarías

8 En el año treinta y ocho de Azarías rey de Judá, reinó Zacarías hijo de Jeroboam sobre Israel seis meses.

9 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, como habían hecho sus padres; no se apartó de los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel.

10 Contra él conspiró Salum hijo de Jabes, y lo hirió en presencia de su pueblo, y lo mató, y reinó en su lugar.

11 Los demás hechos de Zacarías, he aquí que están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.

12 Y esta fue la palabra de Jehová que había hablado a Jehú, diciendo: Tus hijos hasta la cuarta generación se sentarán en el trono de Israel. Y fue así.

Reinado de Salum

13 Salum hijo de Jabes comenzó a reinar en el año treinta y nueve de Uzías rey de Judá, y reinó un mes en Samaria;

14 porque Manahem hijo de Gadi subió de Tirsa y vino a Samaria, e hirió a Salum hijo de Jabes en Samaria y lo mató, y reinó en su lugar.

15 Los demás hechos de Salum, y la conspiración que tramó, he aquí que están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.

16 Entonces Manahem saqueó a Tifsa, y a todos los que estaban en ella, y también sus alrededores desde Tirsa; la saqueó porque no le habían abierto las puertas, y abrió el vientre a todas sus mujeres que estaban encintas.

Reinado de Manahem

17 En el año treinta y nueve de Azarías rey de Judá, reinó Manahem hijo de Gadi sobre Israel diez años, en Samaria.

18 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová; en todo su tiempo no se apartó de los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel.

19 Y vino Pul rey de Asiria a atacar la tierra; y Manahem dio a Pul mil talentos de plata para que le ayudara a confirmarse en el reino.

20 E impuso Manahem este dinero sobre Israel, sobre todos los poderosos y opulentos; de cada uno cincuenta siclos de plata, para dar al rey de Asiria; y el rey de Asiria se volvió, y no se detuvo allí en el país.

21 Los demás hechos de Manahem, y todo lo que hizo, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?

22 Y durmió Manahem con sus padres, y reinó en su lugar Pekaía su hijo.

Reinado de Pekaía

23 En el año cincuenta de Azarías rey de Judá, reinó Pekaía hijo de Manahem sobre Israel en Samaria, dos años.

24 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová; no se apartó de los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel.

25 Y conspiró contra él Peka hijo de Remalías, capitán suyo, y lo hirió en Samaria, en el palacio de la casa real, en compañía de Argob y de Arie, y de cincuenta hombres de los hijos de los galaaditas; y lo mató, y reinó en su lugar.

26 Los demás hechos de Pekaía, y todo lo que hizo, he aquí que está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.

Reinado de Peka

27 En el año cincuenta y dos de Azarías rey de Judá, reinó Peka hijo de Remalías sobre Israel en Samaria; y reinó veinte años.

28 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová; no se apartó de los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel.

29 En los días de Peka rey de Israel, vino Tiglat-pileser rey de los asirios, y tomó a Ijón, Abel-bet-maaca, Janoa, Cedes, Hazor, Galaad, Galilea, y toda la tierra de Neftalí; y los llevó cautivos a Asiria.

30 Y Oseas hijo de Ela conspiró contra Peka hijo de Remalías, y lo hirió y lo mató, y reinó en su lugar, a los veinte años de Jotam hijo de Uzías.

31 Los demás hechos de Peka, y todo lo que hizo, he aquí que está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.

Reinado de Jotam
(2 Cr. 27.1-9)

32 En el segundo año de Peka hijo de Remalías rey de Israel, comenzó a reinar Jotam hijo de Uzías rey de Judá.

33 Cuando comenzó a reinar era de veinticinco años, y reinó dieciséis años en Jerusalén. El nombre de su madre fue Jerusa hija de Sadoc.

34 Y él hizo lo recto ante los ojos de Jehová; hizo conforme a todas las cosas que había hecho su padre Uzías.

35 Con todo eso, los lugares altos no fueron quitados, porque el pueblo sacrificaba aún, y quemaba incienso en los lugares altos. Edificó él la puerta más alta de la casa de Jehová.

36 Los demás hechos de Jotam, y todo lo que hizo, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá?

37 En aquel tiempo comenzó Jehová a enviar contra Judá a Rezín rey de Siria, y a Peka hijo de Remalías.

38 Y durmió Jotam con sus padres, y fue sepultado con ellos en la ciudad de David su padre, y reinó en su lugar Acaz su hijo.


Reinado de Acaz
(2 Cr. 28.1-27)

Capítulo 16

1 En el año diecisiete de Peka hijo de Remalías, comenzó a reinar Acaz hijo de Jotam rey de Judá.

2 Cuando comenzó a reinar Acaz era de veinte años, y reinó en Jerusalén dieciséis años; y no hizo lo recto ante los ojos de Jehová su Dios, como David su padre.

3 Antes anduvo en el camino de los reyes de Israel, y aun hizo pasar por fuego a su hijo, según las prácticas abominables de las naciones que Jehová echó de delante de los hijos de Israel.

4 Asimismo sacrificó y quemó incienso en los lugares altos, y sobre los collados, y debajo de todo árbol frondoso.

5 Entonces Rezín rey de Siria y Peka hijo de Remalías, rey de Israel, subieron a Jerusalén para hacer guerra y sitiar a Acaz; mas no pudieron tomarla.

6 En aquel tiempo el rey de Edom recobró Elat para Edom, y echó de Elat a los hombres de Judá; y los de Edom vinieron a Elat y habitaron allí hasta hoy.

7 Entonces Acaz envió embajadores a Tiglat-pileser rey de Asiria, diciendo: Yo soy tu siervo y tu hijo; sube, y defiéndeme de mano del rey de Siria, y de mano del rey de Israel, que se han levantado contra mí.

8 Y tomando Acaz la plata y el oro que se halló en la casa de Jehová, y en los tesoros de la casa real, envió al rey de Asiria un presente.

9 Y le atendió el rey de Asiria; pues subió el rey de Asiria contra Damasco, y la tomó, y llevó cautivos a los moradores a Kir, y mató a Rezín.

10 Después fue el rey Acaz a encontrar a Tiglat-pileser rey de Asiria en Damasco; y cuando vio el rey Acaz el altar que estaba en Damasco, envió al sacerdote Urías el diseño y la descripción del altar, conforme a toda su hechura.

11 Y el sacerdote Urías edificó el altar; conforme a todo lo que el rey Acaz había enviado de Damasco, así lo hizo el sacerdote Urías, entre tanto que el rey Acaz venía de Damasco.

12 Y luego que el rey vino de Damasco, y vio el altar, se acercó el rey a él, y ofreció sacrificios en él;

13 y encendió su holocausto y su ofrenda, y derramó sus libaciones, y esparció la sangre de sus sacrificios de paz junto al altar.

14 E hizo acercar el altar de bronce que estaba delante de Jehová, en la parte delantera de la casa, entre el altar y el templo de Jehová, y lo puso al lado del altar hacia el norte.

15 Y mandó el rey Acaz al sacerdote Urías, diciendo: En el gran altar encenderás el holocausto de la mañana y la ofrenda de la tarde, y el holocausto del rey y su ofrenda, y asimismo el holocausto de todo el pueblo de la tierra y su ofrenda y sus libaciones; y esparcirás sobre él toda la sangre del holocausto, y toda la sangre del sacrificio. El altar de bronce será mío para consultar en él.

16 E hizo el sacerdote Urías conforme a todas las cosas que el rey Acaz le mandó.

17 Y cortó el rey Acaz los tableros de las basas, y les quitó las fuentes; y quitó también el mar de sobre los bueyes de bronce que estaban debajo de él, y lo puso sobre el suelo de piedra.

18 Asimismo el pórtico para los días de reposo,[a] que habían edificado en la casa, y el pasadizo de afuera, el del rey, los quitó del templo de Jehová, por causa del rey de Asiria.

19 Los demás hechos que puso por obra Acaz, ¿no están todos escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá?

20 Y durmió el rey Acaz con sus padres, y fue sepultado con ellos en la ciudad de David, y reinó en su lugar su hijo Ezequías.


Caída de Samaria y cautiverio de Israel

Capítulo 17

1 En el año duodécimo de Acaz rey de Judá, comenzó a reinar Oseas hijo de Ela en Samaria sobre Israel; y reinó nueve años.

2 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, aunque no como los reyes de Israel que habían sido antes de él.

3 Contra éste subió Salmanasar rey de los asirios; y Oseas fue hecho su siervo, y le pagaba tributo.

4 Mas el rey de Asiria descubrió que Oseas conspiraba; porque había enviado embajadores a So, rey de Egipto, y no pagaba tributo al rey de Asiria, como lo hacía cada año; por lo que el rey de Asiria le detuvo, y le aprisionó en la casa de la cárcel.

5 Y el rey de Asiria invadió todo el país, y sitió a Samaria, y estuvo sobre ella tres años.

6 En el año nueve de Oseas, el rey de Asiria tomó Samaria, y llevó a Israel cautivo a Asiria, y los puso en Halah, en Habor junto al río Gozán, y en las ciudades de los medos.

7 Porque los hijos de Israel pecaron contra Jehová su Dios, que los sacó de tierra de Egipto, de bajo la mano de Faraón rey de Egipto, y temieron a dioses ajenos,

8 y anduvieron en los estatutos de las naciones que Jehová había lanzado de delante de los hijos de Israel, y en los estatutos que hicieron los reyes de Israel.

9 Y los hijos de Israel hicieron secretamente cosas no rectas contra Jehová su Dios, edificándose lugares altos en todas sus ciudades, desde las torres de las atalayas hasta las ciudades fortificadas,

10 y levantaron estatuas e imágenes de Asera en todo collado alto, y debajo de todo árbol frondoso,

11 y quemaron allí incienso en todos los lugares altos, a la manera de la naciones que Jehová había traspuesto de delante de ellos, e hicieron cosas muy malas para provocar a ira a Jehová.

12 Y servían a los ídolos, de los cuales Jehová les había dicho: Vosotros no habéis de hacer esto.

13 Jehová amonestó entonces a Israel y a Judá por medio de todos los profetas y de todos los videntes, diciendo: Volveos de vuestros malos caminos, y guardad mis mandamientos y mis ordenanzas, conforme a todas las leyes que yo prescribí a vuestros padres, y que os he enviado por medio de mis siervos los profetas.

14 Mas ellos no obedecieron, antes endurecieron su cerviz, como la cerviz de sus padres, los cuales no creyeron en Jehová su Dios.

15 Y desecharon sus estatutos, y el pacto que él había hecho con sus padres, y los testimonios que él había prescrito a ellos; y siguieron la vanidad, y se hicieron vanos, y fueron en pos de las naciones que estaban alrededor de ellos, de las cuales Jehová les había mandado que no hiciesen a la manera de ellas.

16 Dejaron todos los mandamientos de Jehová su Dios, y se hicieron imágenes fundidas de dos becerros, y también imágenes de Asera, y adoraron a todo el ejército de los cielos, y sirvieron a Baal;

17 e hicieron pasar a sus hijos y a sus hijas por fuego; y se dieron a adivinaciones y agüeros, y se entregaron a hacer lo malo ante los ojos de Jehová, provocándole a ira.

18 Jehová, por tanto, se airó en gran manera contra Israel, y los quitó de delante de su rostro; y no quedó sino sólo la tribu de Judá.

19 Mas ni aun Judá guardó los mandamientos de Jehová su Dios, sino que anduvieron en los estatutos de Israel, los cuales habían ellos hecho.

20 Y desechó Jehová a toda la descendencia de Israel, y los afligió, y los entregó en manos de saqueadores, hasta echarlos de su presencia.

21 Porque separó a Israel de la casa de David, y ellos hicieron rey a Jeroboam hijo de Nabat; y Jeroboam apartó a Israel de en pos de Jehová, y les hizo cometer gran pecado.

22 Y los hijos de Israel anduvieron en todos los pecados de Jeroboam que él hizo, sin apartarse de ellos,

23 hasta que Jehová quitó a Israel de delante de su rostro, como él lo había dicho por medio de todos los profetas sus siervos; e Israel fue llevado cautivo de su tierra a Asiria, hasta hoy.

Asiria puebla de nuevo a Samaria

24 Y trajo el rey de Asiria gente de Babilonia, de Cuta, de Ava, de Hamat y de Sefarvaim, y los puso en las ciudades de Samaria, en lugar de los hijos de Israel; y poseyeron a Samaria, y habitaron en sus ciudades.

25 Y aconteció al principio, cuando comenzaron a habitar allí, que no temiendo ellos a Jehová, envió Jehová contra ellos leones que los mataban.

26 Dijeron, pues, al rey de Asiria: Las gentes que tú trasladaste y pusiste en las ciudades de Samaria, no conocen la ley del Dios de aquella tierra, y él ha echado leones en medio de ellos, y he aquí que los leones los matan, porque no conocen la ley del Dios de la tierra.

27 Y el rey de Asiria mandó, diciendo: Llevad allí a alguno de los sacerdotes que trajisteis de allá, y vaya y habite allí, y les enseñe la ley del Dios del país.

28 Y vino uno de los sacerdotes que habían llevado cautivo de Samaria, y habitó en Bet-el, y les enseñó cómo habían de temer a Jehová.

29 Pero cada nación se hizo sus dioses, y los pusieron en los templos de los lugares altos que habían hecho los de Samaria; cada nación en su ciudad donde habitaba.

30 Los de Babilonia hicieron a Sucot-benot, los de Cuta hicieron a Nergal, y los de Hamat hicieron a Asima.

31 Los aveos hicieron a Nibhaz y a Tartac, y los de Sefarvaim quemaban sus hijos en el fuego para adorar a Adramelec y a Anamelec, dioses de Sefarvaim.

32 Temían a Jehová, e hicieron del bajo pueblo sacerdotes de los lugares altos, que sacrificaban para ellos en los templos de los lugares altos.

33 Temían a Jehová, y honraban a sus dioses, según la costumbre de las naciones de donde habían sido trasladados.

34 Hasta hoy hacen como antes: ni temen a Jehová, ni guardan sus estatutos ni sus ordenanzas, ni hacen según la ley y los mandamientos que prescribió Jehová a los hijos de Jacob, al cual puso el nombre de Israel;

35 con los cuales Jehová había hecho pacto, y les mandó diciendo: No temeréis a otros dioses, ni los adoraréis, ni les serviréis, ni les haréis sacrificios.

36 Mas a Jehová, que os sacó de tierra de Egipto con grande poder y brazo extendido, a éste temeréis, y a éste adoraréis, y a éste haréis sacrificio.

37 Los estatutos y derechos y ley y mandamientos que os dio por escrito, cuidaréis siempre de ponerlos por obra, y no temeréis a dioses ajenos.

38 No olvidaréis el pacto que hice con vosotros, ni temeréis a dioses ajenos;

39 mas temed a Jehová vuestro Dios, y él os librará de mano de todos vuestros enemigos.

40 Pero ellos no escucharon; antes hicieron según su costumbre antigua.

41 Así temieron a Jehová aquellas gentes, y al mismo tiempo sirvieron a sus ídolos; y también sus hijos y sus nietos, según como hicieron sus padres, así hacen hasta hoy.


Footnotes:

a. 2 Reyes 16:18 Aquí equivale a sábado.

lunes, 30 de junio de 2025

DIA 30 DE JUNIO - CANTARES 5-8



Capítulo 5

1 Yo vine a mi huerto, oh hermana, esposa mía;
He recogido mi mirra y mis aromas;
He comido mi panal y mi miel,
Mi vino y mi leche he bebido.
Comed, amigos; bebed en abundancia, oh amados.

El tormento de la separación

2 Yo dormía, pero mi corazón velaba.
Es la voz de mi amado que llama:
Abreme, hermana mía, amiga mía, paloma mía, perfecta mía,
Porque mi cabeza está llena de rocío,
Mis cabellos de las gotas de la noche.

3 Me he desnudado de mi ropa; ¿cómo me he de vestir?
He lavado mis pies; ¿cómo los he de ensuciar?

4 Mi amado metió su mano por la ventanilla,
Y mi corazón se conmovió dentro de mí.

5 Yo me levanté para abrir a mi amado,
Y mis manos gotearon mirra,
Y mis dedos mirra, que corría
Sobre la manecilla del cerrojo.

6 Abrí yo a mi amado;
Pero mi amado se había ido, había ya pasado;
Y tras su hablar salió mi alma.
Lo busqué, y no lo hallé;
Lo llamé, y no me respondió.

7 Me hallaron los guardas que rondan la ciudad;
Me golpearon, me hirieron;
Me quitaron mi manto de encima los guardas de los muros.

8 Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, si halláis a mi amado,
Que le hagáis saber que estoy enferma de amor.

La esposa alaba al esposo

9 ¿Qué es tu amado más que otro amado,
Oh la más hermosa de todas las mujeres?
¿Qué es tu amado más que otro amado,
Que así nos conjuras?

10 Mi amado es blanco y rubio,
Señalado entre diez mil.

11 Su cabeza como oro finísimo;
Sus cabellos crespos, negros como el cuervo.

12 Sus ojos, como palomas junto a los arroyos de las aguas,
Que se lavan con leche, y a la perfección colocados.

13 Sus mejillas, como una era de especias aromáticas, como fragantes flores;
Sus labios, como lirios que destilan mirra fragante.

14 Sus manos, como anillos de oro engastados de jacintos;
Su cuerpo, como claro marfil cubierto de zafiros.

15 Sus piernas, como columnas de mármol fundadas sobre basas de oro fino;
Su aspecto como el Líbano, escogido como los cedros.

16 Su paladar, dulcísimo, y todo él codiciable.
Tal es mi amado, tal es mi amigo,
Oh doncellas de Jerusalén.
Mutuo encanto del esposo y de la esposa


Capítulo 6

1 ¿A dónde se ha ido tu amado, oh la más hermosa de todas las mujeres?
¿A dónde se apartó tu amado,
Y lo buscaremos contigo?

2 Mi amado descendió a su huerto, a las eras de las especias,
Para apacentar en los huertos, y para recoger los lirios.

3 Yo soy de mi amado, y mi amado es mío;
El apacienta entre los lirios.

4 Hermosa eres tú, oh amiga mía, como Tirsa;
De desear, como Jerusalén;
Imponente como ejércitos en orden.

5 Aparta tus ojos de delante de mí,
Porque ellos me vencieron.
Tu cabello es como manada de cabras
Que se recuestan en las laderas de Galaad.

6 Tus dientes, como manadas de ovejas que suben del lavadero,
Todas con crías gemelas,
Y estéril no hay entre ellas.

7 Como cachos de granada son tus mejillas
Detrás de tu velo.

8 Sesenta son las reinas, y ochenta las concubinas,
Y las doncellas sin número;

9 Mas una es la paloma mía, la perfecta mía;
Es la única de su madre,
La escogida de la que la dio a luz.
La vieron las doncellas, y la llamaron bienaventurada;
Las reinas y las concubinas, y la alabaron.

10 ¿Quién es ésta que se muestra como el alba,
Hermosa como la luna,
Esclarecida como el sol,
Imponente como ejércitos en orden?

11 Al huerto de los nogales descendí
A ver los frutos del valle,
Y para ver si brotaban las vides,
Si florecían los granados.

12 Antes que lo supiera, mi alma me puso
Entre los carros de Aminadab.

13 Vuélvete, vuélvete, oh sulamita;
Vuélvete, vuélvete, y te miraremos.
¿Qué veréis en la sulamita?
Algo como la reunión de dos campamentos.


Capítulo 7

1 ¡Cuán hermosos son tus pies en las sandalias,
Oh hija de príncipe!
Los contornos de tus muslos son como joyas,
Obra de mano de excelente maestro.

2 Tu ombligo como una taza redonda
Que no le falta bebida.
Tu vientre como montón de trigo
Cercado de lirios.

3 Tus dos pechos, como gemelos de gacela.

4 Tu cuello, como torre de marfil;
Tus ojos, como los estanques de Hesbón junto a la puerta de Bat-rabim;
Tu nariz, como la torre del Líbano,
Que mira hacia Damasco.

5 Tu cabeza encima de ti, como el Carmelo;
Y el cabello de tu cabeza, como la púrpura del rey
Suspendida en los corredores.

6 ¡Qué hermosa eres, y cuán suave,
Oh amor deleitoso!

7 Tu estatura es semejante a la palmera,
Y tus pechos a los racimos.

8 Yo dije: Subiré a la palmera,
Asiré sus ramas.
Deja que tus pechos sean como racimos de vid,
Y el olor de tu boca como de manzanas,

9 Y tu paladar como el buen vino,
Que se entra a mi amado suavemente,
Y hace hablar los labios de los viejos.

10 Yo soy de mi amado,
Y conmigo tiene su contentamiento.

11 Ven, oh amado mío, salgamos al campo,
Moremos en las aldeas.

12 Levantémonos de mañana a las viñas;
Veamos si brotan las vides, si están en cierne,
Si han florecido los granados;
Allí te daré mis amores.

13 Las mandrágoras han dado olor,
Y a nuestras puertas hay toda suerte de dulces frutas,
Nuevas y añejas, que para ti, oh amado mío, he guardado.


Capítulo 8

1 ¡Oh, si tú fueras como un hermano mío
Que mamó los pechos de mi madre!
Entonces, hallándote fuera, te besaría,
Y no me menospreciarían.

2 Yo te llevaría, te metería en casa de mi madre;
Tú me enseñarías,
Y yo te haría beber vino
Adobado del mosto de mis granadas.

3 Su izquierda esté debajo de mi cabeza,
Y su derecha me abrace.

4 Os conjuro, oh doncellas de Jerusalén,
Que no despertéis ni hagáis velar al amor,
Hasta que quiera.

El poder del amor

5 ¿Quién es ésta que sube del desierto,
Recostada sobre su amado?
Debajo de un manzano te desperté;
Allí tuvo tu madre dolores,
Allí tuvo dolores la que te dio a luz.

6 Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo;
Porque fuerte es como la muerte el amor;
Duros como el Seol los celos;
Sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama.

7 Las muchas aguas no podrán apagar el amor,
Ni lo ahogarán los ríos.
Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor,
De cierto lo menospreciarían.

8 Tenemos una pequeña hermana,
Que no tiene pechos;
¿Qué haremos a nuestra hermana
Cuando de ella se hablare?

9 Si ella es muro,
Edificaremos sobre él un palacio de plata;
Si fuere puerta,
La guarneceremos con tablas de cedro.

10 Yo soy muro, y mis pechos como torres,
Desde que fui en sus ojos como la que halla paz.

11 Salomón tuvo una viña en Baal-hamón,
La cual entregó a guardas,
Cada uno de los cuales debía traer mil monedas de plata por su fruto.

12 Mi viña, que es mía, está delante de mí;
Las mil serán tuyas, oh Salomón,
Y doscientas para los que guardan su fruto.

13 Oh, tú que habitas en los huertos,
Los compañeros escuchan tu voz;
Házmela oír.

14 Apresúrate, amado mío,
Y sé semejante al corzo, o al cervatillo,
Sobre las montañas de los aromas.

domingo, 29 de junio de 2025

DIA 29 DE JUNIO - CANTARES 1-4



La esposa y las hijas de Jerusalén

Capítulo 1

1 Cantar de los cantares, el cual es de Salomón.

2 ¡Oh, si él me besara con besos de su boca!
Porque mejores son tus amores que el vino.

3 A más del olor de tus suaves ungüentos,
Tu nombre es como ungüento derramado;
Por eso las doncellas te aman.

4 Atráeme; en pos de ti correremos.
El rey me ha metido en sus cámaras;
Nos gozaremos y alegraremos en ti;
Nos acordaremos de tus amores más que del vino;
Con razón te aman.

5 Morena soy, oh hijas de Jerusalén, pero codiciable
Como las tiendas de Cedar,
Como las cortinas de Salomón.

6 No reparéis en que soy morena,
Porque el sol me miró.
Los hijos de mi madre se airaron contra mí;
Me pusieron a guardar las viñas;
Y mi viña, que era mía, no guardé.

7 Hazme saber, oh tú a quien ama mi alma,
Dónde apacientas, dónde sesteas al mediodía;
Pues ¿por qué había de estar yo como errante
Junto a los rebaños de tus compañeros?

8 Si tú no lo sabes, oh hermosa entre las mujeres,
Ve, sigue las huellas del rebaño,
Y apacienta tus cabritas junto a las cabañas de los pastores.

La esposa y el esposo

9 A yegua de los carros de Faraón
Te he comparado, amiga mía.

10 Hermosas son tus mejillas entre los pendientes,
Tu cuello entre los collares.

11 Zarcillos de oro te haremos,
Tachonados de plata.

12 Mientras el rey estaba en su reclinatorio,
Mi nardo dio su olor.

13 Mi amado es para mí un manojito de mirra,
Que reposa entre mis pechos.

14 Racimo de flores de alheña en las viñas de En-gadi
Es para mí mi amado.

15 He aquí que tú eres hermosa, amiga mía;
He aquí eres bella; tus ojos son como palomas.

16 He aquí que tú eres hermoso, amado mío, y dulce;
Nuestro lecho es de flores.

17 Las vigas de nuestra casa son de cedro,
Y de ciprés los artesonados.


Capítulo 2

1 Yo soy la rosa de Sarón,
Y el lirio de los valles.

2 Como el lirio entre los espinos,
Así es mi amiga entre las doncellas.

3 Como el manzano entre los árboles silvestres,
Así es mi amado entre los jóvenes;
Bajo la sombra del deseado me senté,
Y su fruto fue dulce a mi paladar.

4 Me llevó a la casa del banquete,
Y su bandera sobre mí fue amor.

5 Sustentadme con pasas, confortadme con manzanas;
Porque estoy enferma de amor.

6 Su izquierda esté debajo de mi cabeza,
Y su derecha me abrace.

7 Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén,
Por los corzos y por las ciervas del campo,
Que no despertéis ni hagáis velar al amor,
Hasta que quiera.

8 ¡La voz de mi amado! He aquí él viene
Saltando sobre los montes,
Brincando sobre los collados.

9 Mi amado es semejante al corzo,
O al cervatillo.
Helo aquí, está tras nuestra pared,
Mirando por las ventanas,
Atisbando por las celosías.

10 Mi amado habló, y me dijo:
Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven.

11 Porque he aquí ha pasado el invierno,
Se ha mudado, la lluvia se fue;

12 Se han mostrado las flores en la tierra,
El tiempo de la canción ha venido,
Y en nuestro país se ha oído la voz de la tórtola.

13 La higuera ha echado sus higos,
Y las vides en cierne dieron olor;
Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven.

14 Paloma mía, que estás en los agujeros de la peña, en lo escondido de escarpados parajes,
Muéstrame tu rostro, hazme oír tu voz;
Porque dulce es la voz tuya, y hermoso tu aspecto.

15 Cazadnos las zorras, las zorras pequeñas, que echan a perder las viñas;
Porque nuestras viñas están en cierne.

16 Mi amado es mío, y yo suya;
El apacienta entre lirios.

17 Hasta que apunte el día, y huyan las sombras,
Vuélvete, amado mío; sé semejante al corzo, o como el cervatillo
Sobre los montes de Beter.


El ensueño de la esposa

Capítulo 3

1 Por las noches busqué en mi lecho al que ama mi alma;
Lo busqué, y no lo hallé.

2 Y dije: Me levantaré ahora, y rodearé por la ciudad;
Por las calles y por las plazas
Buscaré al que ama mi alma;
Lo busqué, y no lo hallé.

3 Me hallaron los guardas que rondan la ciudad,
Y les dije: ¿Habéis visto al que ama mi alma?

4 Apenas hube pasado de ellos un poco,
Hallé luego al que ama mi alma;
Lo así, y no lo dejé,
Hasta que lo metí en casa de mi madre,
Y en la cámara de la que me dio a luz.

5 Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén,
Por los corzos y por las ciervas del campo,
Que no despertéis ni hagáis velar al amor,
Hasta que quiera.

El cortejo de bodas

6 ¿Quién es ésta que sube del desierto como columna de humo,
Sahumada de mirra y de incienso
Y de todo polvo aromático?

7 He aquí es la litera de Salomón;
Sesenta valientes la rodean,
De los fuertes de Israel.

8 Todos ellos tienen espadas, diestros en la guerra;
Cada uno su espada sobre su muslo,
Por los temores de la noche.

9 El rey Salomón se hizo una carroza
De madera del Líbano.

10 Hizo sus columnas de plata,
Su respaldo de oro,
Su asiento de grana,
Su interior recamado de amor
Por las doncellas de Jerusalén.

11 Salid, oh doncellas de Sion, y ved al rey Salomón
Con la corona con que le coronó su madre en el día de su desposorio,
Y el día del gozo de su corazón.


El esposo alaba a la esposa

Cap 4

1 He aquí que tú eres hermosa, amiga mía; he aquí que tú eres hermosa;
Tus ojos entre tus guedejas como de paloma;
Tus cabellos como manada de cabras
Que se recuestan en las laderas de Galaad.

2 Tus dientes como manadas de ovejas trasquiladas,
Que suben del lavadero,
Todas con crías gemelas,
Y ninguna entre ellas estéril.

3 Tus labios como hilo de grana,
Y tu habla hermosa;
Tus mejillas, como cachos de granada detrás de tu velo.

4 Tu cuello, como la torre de David, edificada para armería;
Mil escudos están colgados en ella,
Todos escudos de valientes.

5 Tus dos pechos, como gemelos de gacela,
Que se apacientan entre lirios.

6 Hasta que apunte el día y huyan las sombras,
Me iré al monte de la mirra,
Y al collado del incienso.

7 Toda tú eres hermosa, amiga mía,
Y en ti no hay mancha.

8 Ven conmigo desde el Líbano, oh esposa mía;
Ven conmigo desde el Líbano.
Mira desde la cumbre de Amana,
Desde la cumbre de Senir y de Hermón,
Desde las guaridas de los leones,
Desde los montes de los leopardos.

9 Prendiste mi corazón, hermana, esposa mía;
Has apresado mi corazón con uno de tus ojos,
Con una gargantilla de tu cuello.

10 ¡Cuán hermosos son tus amores, hermana, esposa mía!
¡Cuánto mejores que el vino tus amores,
Y el olor de tus ungüentos que todas las especias aromáticas!

11 Como panal de miel destilan tus labios, oh esposa;
Miel y leche hay debajo de tu lengua;
Y el olor de tus vestidos como el olor del Líbano.

12 Huerto cerrado eres, hermana mía, esposa mía;
Fuente cerrada, fuente sellada.

13 Tus renuevos son paraíso de granados, con frutos suaves,
De flores de alheña y nardos;

14 Nardo y azafrán, caña aromática y canela,
Con todos los árboles de incienso;
Mirra y áloes, con todas las principales especias aromáticas.

15 Fuente de huertos,
Pozo de aguas vivas,
Que corren del Líbano.

16 Levántate, Aquilón, y ven, Austro;
Soplad en mi huerto, despréndanse sus aromas.
Venga mi amado a su huerto,
Y coma de su dulce fruta.

sábado, 28 de junio de 2025

DIA 28 DE JUNIO - ECLESIASTES 10-12



Excelencia de la sabiduría

Capítulo 10

1 Las moscas muertas hacen heder y dar mal olor al perfume del perfumista; así una pequeña locura, al que es estimado como sabio y honorable.

2 El corazón del sabio está a su mano derecha, mas el corazón del necio a su mano izquierda.

3 Y aun mientras va el necio por el camino, le falta cordura, y va diciendo a todos que es necio.

4 Si el espíritu del príncipe se exaltare contra ti, no dejes tu lugar; porque la mansedumbre hará cesar grandes ofensas.

5 Hay un mal que he visto debajo del sol, a manera de error emanado del príncipe:

6 la necedad está colocada en grandes alturas, y los ricos están sentados en lugar bajo.

7 Vi siervos a caballo, y príncipes que andaban como siervos sobre la tierra.

8 El que hiciere hoyo caerá en él; y al que aportillare vallado, le morderá la serpiente.

9 Quien corta piedras, se hiere con ellas; el que parte leña, en ello peligra.

10 Si se embotare el hierro, y su filo no fuere amolado, hay que añadir entonces más fuerza; pero la sabiduría es provechosa para dirigir.

11 Si muerde la serpiente antes de ser encantada, de nada sirve el encantador.

12 Las palabras de la boca del sabio son llenas de gracia, mas los labios del necio causan su propia ruina.

13 El principio de las palabras de su boca es necedad; y el fin de su charla, nocivo desvarío.

14 El necio multiplica palabras, aunque no sabe nadie lo que ha de ser; ¿y quién le hará saber lo que después de él será?

15 El trabajo de los necios los fatiga; porque no saben por dónde ir a la ciudad.

16 ¡Ay de ti, tierra, cuando tu rey es muchacho, y tus príncipes banquetean de mañana!

17 ¡Bienaventurada tú, tierra, cuando tu rey es hijo de nobles, y tus príncipes comen a su hora, para reponer sus fuerzas y no para beber!

18 Por la pereza se cae la techumbre, y por la flojedad de las manos se llueve la casa.

19 Por el placer se hace el banquete, y el vino alegra a los vivos; y el dinero sirve para todo.

20 Ni aun en tu pensamiento digas mal del rey, ni en lo secreto de tu cámara digas mal del rico; porque las aves del cielo llevarán la voz, y las que tienen alas harán saber la palabra.


Capítulo 11

1 Echa tu pan sobre las aguas; porque después de muchos días lo hallarás.

2 Reparte a siete, y aun a ocho; porque no sabes el mal que vendrá sobre la tierra.

3 Si las nubes fueren llenas de agua, sobre la tierra la derramarán; y si el árbol cayere al sur, o al norte, en el lugar que el árbol cayere, allí quedará.

4 El que al viento observa, no sembrará; y el que mira a las nubes, no segará.

5 Como tú no sabes cuál es el camino del viento, o cómo crecen los huesos en el vientre de la mujer encinta, así ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas.

6 Por la mañana siembra tu semilla, y a la tarde no dejes reposar tu mano; porque no sabes cuál es lo mejor, si esto o aquello, o si lo uno y lo otro es igualmente bueno.

7 Suave ciertamente es la luz, y agradable a los ojos ver el sol;

8 pero aunque un hombre viva muchos años, y en todos ellos tenga gozo, acuérdese sin embargo que los días de las tinieblas serán muchos. Todo cuanto viene es vanidad.

Consejos para la juventud

9 Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios.

10 Quita, pues, de tu corazón el enojo, y aparta de tu carne el mal; porque la adolescencia y la juventud son vanidad.


Capítulo 12

1 Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento;

2 antes que se oscurezca el sol, y la luz, y la luna y las estrellas, y vuelvan las nubes tras la lluvia;

3 cuando temblarán los guardas de la casa, y se encorvarán los hombres fuertes, y cesarán las muelas porque han disminuido, y se oscurecerán los que miran por las ventanas;

4 y las puertas de afuera se cerrarán, por lo bajo del ruido de la muela; cuando se levantará a la voz del ave, y todas las hijas del canto serán abatidas;

5 cuando también temerán de lo que es alto, y habrá terrores en el camino; y florecerá el almendro, y la langosta será una carga, y se perderá el apetito; porque el hombre va a su morada eterna, y los endechadores andarán alrededor por las calles;

6 antes que la cadena de plata se quiebre, y se rompa el cuenco de oro, y el cántaro se quiebre junto a la fuente, y la rueda sea rota sobre el pozo;

7 y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio.

8 Vanidad de vanidades, dijo el Predicador, todo es vanidad.

Resumen del deber del hombre

9 Y cuanto más sabio fue el Predicador, tanto más enseñó sabiduría al pueblo; e hizo escuchar, e hizo escudriñar, y compuso muchos proverbios.

10 Procuró el Predicador hallar palabras agradables, y escribir rectamente palabras de verdad.

11 Las palabras de los sabios son como aguijones; y como clavos hincados son las de los maestros de las congregaciones, dadas por un Pastor.

12 Ahora, hijo mío, a más de esto, sé amonestado. No hay fin de hacer muchos libros; y el mucho estudio es fatiga de la carne.

13 El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre.

14 Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala.

viernes, 27 de junio de 2025

DIA 27 DE JUNIO - ECLESIASTES 7-9



Contraste entre la sabiduría y la insensatez

Capítulo 7

1 Mejor es la buena fama que el buen ungüento; y mejor el día de la muerte que el día del nacimiento.

2 Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete; porque aquello es el fin de todos los hombres, y el que vive lo pondrá en su corazón.

3 Mejor es el pesar que la risa; porque con la tristeza del rostro se enmendará el corazón.

4 El corazón de los sabios está en la casa del luto; mas el corazón de los insensatos, en la casa en que hay alegría.

5 Mejor es oír la reprensión del sabio que la canción de los necios.

6 Porque la risa del necio es como el estrépito de los espinos debajo de la olla. Y también esto es vanidad.

7 Ciertamente la opresión hace entontecer al sabio, y las dádivas corrompen el corazón.

8 Mejor es el fin del negocio que su principio; mejor es el sufrido de espíritu que el altivo de espíritu.

9 No te apresures en tu espíritu a enojarte; porque el enojo reposa en el seno de los necios.

10 Nunca digas: ¿Cuál es la causa de que los tiempos pasados fueron mejores que estos? Porque nunca de esto preguntarás con sabiduría.

11 Buena es la ciencia con herencia, y provechosa para los que ven el sol.

12 Porque escudo es la ciencia, y escudo es el dinero; mas la sabiduría excede, en que da vida a sus poseedores.

13 Mira la obra de Dios; porque ¿quién podrá enderezar lo que él torció?

14 En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera. Dios hizo tanto lo uno como lo otro, a fin de que el hombre nada halle después de él.

15 Todo esto he visto en los días de mi vanidad. Justo hay que perece por su justicia, y hay impío que por su maldad alarga sus días.

16 No seas demasiado justo, ni seas sabio con exceso; ¿por qué habrás de destruirte?

17 No hagas mucho mal, ni seas insensato; ¿por qué habrás de morir antes de tu tiempo?

18 Bueno es que tomes esto, y también de aquello no apartes tu mano; porque aquel que a Dios teme, saldrá bien en todo.

19 La sabiduría fortalece al sabio más que diez poderosos que haya en una ciudad.

20 Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque.

21 Tampoco apliques tu corazón a todas las cosas que se hablan, para que no oigas a tu siervo cuando dice mal de ti;

22 porque tu corazón sabe que tú también dijiste mal de otros muchas veces.

23 Todas estas cosas probé con sabiduría, diciendo: Seré sabio; pero la sabiduría se alejó de mí.

24 Lejos está lo que fue; y lo muy profundo, ¿quién lo hallará?

25 Me volví y fijé mi corazón para saber y examinar e inquirir la sabiduría y la razón, y para conocer la maldad de la insensatez y el desvarío del error.

26 Y he hallado más amarga que la muerte a la mujer cuyo corazón es lazos y redes, y sus manos ligaduras. El que agrada a Dios escapará de ella; mas el pecador quedará en ella preso.

27 He aquí que esto he hallado, dice el Predicador, pesando las cosas una por una para hallar la razón;

28 lo que aún busca mi alma, y no lo encuentra: un hombre entre mil he hallado, pero mujer entre todas éstas nunca hallé.

29 He aquí, solamente esto he hallado: que Dios hizo al hombre recto, pero ellos buscaron muchas perversiones.


Capítulo 8

1 ¿Quién como el sabio? ¿y quién como el que sabe la declaración de las cosas? La sabiduría del hombre ilumina su rostro, y la tosquedad de su semblante se mudará.

2 Te aconsejo que guardes el mandamiento del rey y la palabra del juramento de Dios.

3 No te apresures a irte de su presencia, ni en cosa mala persistas; porque él hará todo lo que quiere.

4 Pues la palabra del rey es con potestad, ¿y quién le dirá: ¿Qué haces?

5 El que guarda el mandamiento no experimentará mal; y el corazón del sabio discierne el tiempo y el juicio.

6 Porque para todo lo que quisieres hay tiempo y juicio; porque el mal del hombre es grande sobre él;

7 pues no sabe lo que ha de ser; y el cuándo haya de ser, ¿quién se lo enseñará?

8 No hay hombre que tenga potestad sobre el espíritu para retener el espíritu, ni potestad sobre el día de la muerte; y no valen armas en tal guerra, ni la impiedad librará al que la posee.

9 Todo esto he visto, y he puesto mi corazón en todo lo que debajo del sol se hace; hay tiempo en que el hombre se enseñorea del hombre para mal suyo.

Desigualdades de la vida

10 Asimismo he visto a los inicuos sepultados con honra; mas los que frecuentaban el lugar santo fueron luego puestos en olvido en la ciudad donde habían actuado con rectitud. Esto también es vanidad.

11 Por cuanto no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto para hacer el mal.

12 Aunque el pecador haga mal cien veces, y prolongue sus días, con todo yo también sé que les irá bien a los que a Dios temen, los que temen ante su presencia;

13 y que no le irá bien al impío, ni le serán prolongados los días, que son como sombra; por cuanto no teme delante de la presencia de Dios.

14 Hay vanidad que se hace sobre la tierra: que hay justos a quienes sucede como si hicieran obras de impíos, y hay impíos a quienes acontece como si hicieran obras de justos. Digo que esto también es vanidad.

15 Por tanto, alabé yo la alegría; que no tiene el hombre bien debajo del sol, sino que coma y beba y se alegre; y que esto le quede de su trabajo los días de su vida que Dios le concede debajo del sol.

16 Yo, pues, dediqué mi corazón a conocer sabiduría, y a ver la faena que se hace sobre la tierra (porque hay quien ni de noche ni de día ve sueño en sus ojos);

17 y he visto todas las obras de Dios, que el hombre no puede alcanzar la obra que debajo del sol se hace; por mucho que trabaje el hombre buscándola, no la hallará; aunque diga el sabio que la conoce, no por eso podrá alcanzarla.


Capítulo 9

1 Ciertamente he dado mi corazón a todas estas cosas, para declarar todo esto: que los justos y los sabios, y sus obras, están en la mano de Dios; que sea amor o que sea odio, no lo saben los hombres; todo está delante de ellos.

2 Todo acontece de la misma manera a todos; un mismo suceso ocurre al justo y al impío; al bueno, al limpio y al no limpio; al que sacrifica, y al que no sacrifica; como al bueno, así al que peca; al que jura, como al que teme el juramento.

3 Este mal hay entre todo lo que se hace debajo del sol, que un mismo suceso acontece a todos, y también que el corazón de los hijos de los hombres está lleno de mal y de insensatez en su corazón durante su vida; y después de esto se van a los muertos.

4 Aún hay esperanza para todo aquel que está entre los vivos; porque mejor es perro vivo que león muerto.

5 Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido.

6 También su amor y su odio y su envidia fenecieron ya; y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol.

7 Anda, y come tu pan con gozo, y bebe tu vino con alegre corazón; porque tus obras ya son agradables a Dios.

8 En todo tiempo sean blancos tus vestidos, y nunca falte ungüento sobre tu cabeza.

9 Goza de la vida con la mujer que amas, todos los días de la vida de tu vanidad que te son dados debajo del sol, todos los días de tu vanidad; porque esta es tu parte en la vida, y en tu trabajo con que te afanas debajo del sol.

10 Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría.

11 Me volví y vi debajo del sol, que ni es de los ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes, ni aun de los sabios el pan, ni de los prudentes las riquezas, ni de los elocuentes el favor; sino que tiempo y ocasión acontecen a todos.

12 Porque el hombre tampoco conoce su tiempo; como los peces que son presos en la mala red, y como las aves que se enredan en lazo, así son enlazados los hijos de los hombres en el tiempo malo, cuando cae de repente sobre ellos.

13 También vi esta sabiduría debajo del sol, la cual me parece grande:

14 una pequeña ciudad, y pocos hombres en ella; y viene contra ella un gran rey, y la asedia y levanta contra ella grandes baluartes;

15 y se halla en ella un hombre pobre, sabio, el cual libra a la ciudad con su sabiduría; y nadie se acordaba de aquel hombre pobre.

16 Entonces dije yo: Mejor es la sabiduría que la fuerza, aunque la ciencia del pobre sea menospreciada, y no sean escuchadas sus palabras.

17 Las palabras del sabio escuchadas en quietud, son mejores que el clamor del señor entre los necios.

18 Mejor es la sabiduría que las armas de guerra; pero un pecador destruye mucho bien.

jueves, 26 de junio de 2025

DIA 26 DE JUNIO - ECLESIASTES 4-6



Capítulo 4

1 Me volví y vi todas las violencias que se hacen debajo del sol; y he aquí las lágrimas de los oprimidos, sin tener quien los consuele; y la fuerza estaba en la mano de sus opresores, y para ellos no había consolador.

2 Y alabé yo a los finados, los que ya murieron, más que a los vivientes, los que viven todavía.

3 Y tuve por más feliz que unos y otros al que no ha sido aún, que no ha visto las malas obras que debajo del sol se hacen.

4 He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.

5 El necio cruza sus manos y come su misma carne.

6 Más vale un puño lleno con descanso, que ambos puños llenos con trabajo y aflicción de espíritu.

7 Yo me volví otra vez, y vi vanidad debajo del sol.

8 Está un hombre solo y sin sucesor, que no tiene hijo ni hermano; pero nunca cesa de trabajar, ni sus ojos se sacian de sus riquezas, ni se pregunta: ¿Para quién trabajo yo, y defraudo mi alma del bien? También esto es vanidad, y duro trabajo.

9 Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo.

10 Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante.

11 También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo?

12 Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto.

13 Mejor es el muchacho pobre y sabio, que el rey viejo y necio que no admite consejos;

14 porque de la cárcel salió para reinar, aunque en su reino nació pobre.

15 Vi a todos los que viven debajo del sol caminando con el muchacho sucesor, que estará en lugar de aquél.

16 No tenía fin la muchedumbre del pueblo que le seguía; sin embargo, los que vengan después tampoco estarán contentos de él. Y esto es también vanidad y aflicción de espíritu.


La insensatez de hacer votos a la ligera

Capítulo 5

1 Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios; porque no saben que hacen mal.

2 No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras.

3 Porque de la mucha ocupación viene el sueño, y de la multitud de las palabras la voz del necio.

4 Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes.

5 Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas.

6 No dejes que tu boca te haga pecar, ni digas delante del ángel, que fue ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se enoje a causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos?

7 Donde abundan los sueños, también abundan las vanidades y las muchas palabras; mas tú, teme a Dios.

La vanidad de la vida

8 Si opresión de pobres y perversión de derecho y de justicia vieres en la provincia, no te maravilles de ello; porque sobre el alto vigila otro más alto, y uno más alto está sobre ellos.

9 Además, el provecho de la tierra es para todos; el rey mismo está sujeto a los campos.

10 El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto. También esto es vanidad.

11 Cuando aumentan los bienes, también aumentan los que los consumen. ¿Qué bien, pues, tendrá su dueño, sino verlos con sus ojos?

12 Dulce es el sueño del trabajador, coma mucho, coma poco; pero al rico no le deja dormir la abundancia.

13 Hay un mal doloroso que he visto debajo del sol: las riquezas guardadas por sus dueños para su mal;

14 las cuales se pierden en malas ocupaciones, y a los hijos que engendraron, nada les queda en la mano.

15 Como salió del vientre de su madre, desnudo, así vuelve, yéndose tal como vino; y nada tiene de su trabajo para llevar en su mano.

16 Este también es un gran mal, que como vino, así haya de volver. ¿Y de qué le aprovechó trabajar en vano?

17 Además de esto, todos los días de su vida comerá en tinieblas, con mucho afán y dolor y miseria.

18 He aquí, pues, el bien que yo he visto: que lo bueno es comer y beber, y gozar uno del bien de todo su trabajo con que se fatiga debajo del sol, todos los días de su vida que Dios le ha dado; porque esta es su parte.

19 Asimismo, a todo hombre a quien Dios da riquezas y bienes, y le da también facultad para que coma de ellas, y tome su parte, y goce de su trabajo, esto es don de Dios.

20 Porque no se acordará mucho de los días de su vida; pues Dios le llenará de alegría el corazón.


Capítulo 6

1 Hay un mal que he visto debajo del cielo, y muy común entre los hombres:

2 El del hombre a quien Dios da riquezas y bienes y honra, y nada le falta de todo lo que su alma desea; pero Dios no le da facultad de disfrutar de ello, sino que lo disfrutan los extraños. Esto es vanidad, y mal doloroso.

3 Aunque el hombre engendrare cien hijos, y viviere muchos años, y los días de su edad fueren numerosos; si su alma no se sació del bien, y también careció de sepultura, yo digo que un abortivo es mejor que él.

4 Porque éste en vano viene, y a las tinieblas va, y con tinieblas su nombre es cubierto.

5 Además, no ha visto el sol, ni lo ha conocido; más reposo tiene éste que aquél.

6 Porque si aquél viviere mil años dos veces, sin gustar del bien, ¿no van todos al mismo lugar?

7 Todo el trabajo del hombre es para su boca, y con todo eso su deseo no se sacia.

8 Porque ¿qué más tiene el sabio que el necio? ¿Qué más tiene el pobre que supo caminar entre los vivos?

9 Más vale vista de ojos que deseo que pasa. Y también esto es vanidad y aflicción de espíritu.

10 Respecto de lo que es, ya ha mucho que tiene nombre, y se sabe que es hombre y que no puede contender con Aquel que es más poderoso que él.

11 Ciertamente las muchas palabras multiplican la vanidad. ¿Qué más tiene el hombre?

12 Porque ¿quién sabe cuál es el bien del hombre en la vida, todos los días de la vida de su vanidad, los cuales él pasa como sombra? Porque ¿quién enseñará al hombre qué será después de él debajo del sol?

miércoles, 25 de junio de 2025

DIA 25 DE JUNIO - ECLESIASTES 1-3



Todo es vanidad

Capítulo 1

1 Palabras del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén.

2 Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad.

3 ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol?

4 Generación va, y generación viene; mas la tierra siempre permanece.

5 Sale el sol, y se pone el sol, y se apresura a volver al lugar de donde se levanta.

6 El viento tira hacia el sur, y rodea al norte; va girando de continuo, y a sus giros vuelve el viento de nuevo.

7 Los ríos todos van al mar, y el mar no se llena; al lugar de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo.

8 Todas las cosas son fatigosas más de lo que el hombre puede expresar; nunca se sacia el ojo de ver, ni el oído de oír.

9 ¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol.

10 ¿Hay algo de que se puede decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido.

11 No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después.

La experiencia del Predicador

12 Yo el Predicador fui rey sobre Israel en Jerusalén.

13 Y di mi corazón a inquirir y a buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo; este penoso trabajo dio Dios a los hijos de los hombres, para que se ocupen en él.

14 Miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu.

15 Lo torcido no se puede enderezar, y lo incompleto no puede contarse.

16 Hablé yo en mi corazón, diciendo: He aquí yo me he engrandecido, y he crecido en sabiduría sobre todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; y mi corazón ha percibido mucha sabiduría y ciencia.

17 Y dediqué mi corazón a conocer la sabiduría, y también a entender las locuras y los desvaríos; conocí que aun esto era aflicción de espíritu.

18 Porque en la mucha sabiduría hay mucha molestia; y quien añade ciencia, añade dolor.


Capítulo 2

1 Dije yo en mi corazón: Ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás de bienes. Mas he aquí esto también era vanidad.

2 A la risa dije: Enloqueces; y al placer: ¿De qué sirve esto?

3 Propuse en mi corazón agasajar mi carne con vino, y que anduviese mi corazón en sabiduría, con retención de la necedad, hasta ver cuál fuese el bien de los hijos de los hombres, en el cual se ocuparan debajo del cielo todos los días de su vida.

4 Engrandecí mis obras, edifiqué para mí casas, planté para mí viñas;

5 me hice huertos y jardines, y planté en ellos árboles de todo fruto.

6 Me hice estanques de aguas, para regar de ellos el bosque donde crecían los árboles.

7 Compré siervos y siervas, y tuve siervos nacidos en casa; también tuve posesión grande de vacas y de ovejas, más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén.

8 Me amontoné también plata y oro, y tesoros preciados de reyes y de provincias; me hice de cantores y cantoras, de los deleites de los hijos de los hombres, y de toda clase de instrumentos de música.

9 Y fui engrandecido y aumentado más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; a más de esto, conservé conmigo mi sabiduría.

10 No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de todo mi trabajo; y esta fue mi parte de toda mi faena.

11 Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol.

12 Después volví yo a mirar para ver la sabiduría y los desvaríos y la necedad; porque ¿qué podrá hacer el hombre que venga después del rey? Nada, sino lo que ya ha sido hecho.

13 Y he visto que la sabiduría sobrepasa a la necedad, como la luz a las tinieblas.

14 El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el necio anda en tinieblas; pero también entendí yo que un mismo suceso acontecerá al uno como al otro.

15 Entonces dije yo en mi corazón: Como sucederá al necio, me sucederá también a mí. ¿Para qué, pues, he trabajado hasta ahora por hacerme más sabio? Y dije en mi corazón, que también esto era vanidad.

16 Porque ni del sabio ni del necio habrá memoria para siempre; pues en los días venideros ya todo será olvidado, y también morirá el sabio como el necio.

17 Aborrecí, por tanto, la vida, porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa; por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu.

18 Asimismo aborrecí todo mi trabajo que había hecho debajo del sol, el cual tendré que dejar a otro que vendrá después de mí.

19 Y ¿quién sabe si será sabio o necio el que se enseñoreará de todo mi trabajo en que yo me afané y en que ocupé debajo del sol mi sabiduría? Esto también es vanidad.

20 Volvió, por tanto, a desesperanzarse mi corazón acerca de todo el trabajo en que me afané, y en que había ocupado debajo del sol mi sabiduría.

21 ¡Que el hombre trabaje con sabiduría, y con ciencia y con rectitud, y que haya de dar su hacienda a hombre que nunca trabajó en ello! También es esto vanidad y mal grande.

22 Porque ¿qué tiene el hombre de todo su trabajo, y de la fatiga de su corazón, con que se afana debajo del sol?

23 Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su corazón no reposa. Esto también es vanidad.

24 No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo. También he visto que esto es de la mano de Dios.

25 Porque ¿quién comerá, y quién se cuidará, mejor que yo?

26 Porque al hombre que le agrada, Dios le da sabiduría, ciencia y gozo; mas al pecador da el trabajo de recoger y amontonar, para darlo al que agrada a Dios. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.


Todo tiene su tiempo

Capítulo 3

1 Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.

2 Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado;

3 tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar;

4 tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar;

5 tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar;

6 tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar;

7 tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar;

8 tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz.

9 ¿Qué provecho tiene el que trabaja, de aquello en que se afana?

10 Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él.

11 Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin.

12 Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse, y hacer bien en su vida;

13 y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor.

14 He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres.

15 Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó.

Injusticias de la vida

16 Vi más debajo del sol: en lugar del juicio, allí impiedad; y en lugar de la justicia, allí iniquidad.

17 Y dije yo en mi corazón: Al justo y al impío juzgará Dios; porque allí hay un tiempo para todo lo que se quiere y para todo lo que se hace.

18 Dije en mi corazón: Es así, por causa de los hijos de los hombres, para que Dios los pruebe, y para que vean que ellos mismos son semejantes a las bestias.

19 Porque lo que sucede a los hijos de los hombres, y lo que sucede a las bestias, un mismo suceso es: como mueren los unos, así mueren los otros, y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia; porque todo es vanidad.

20 Todo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo.

21 ¿Quién sabe que el espíritu de los hijos de los hombres sube arriba, y que el espíritu del animal desciende abajo a la tierra?

22 Así, pues, he visto que no hay cosa mejor para el hombre que alegrarse en su trabajo, porque esta es su parte; porque ¿quién lo llevará para que vea lo que ha de ser después de él?

martes, 24 de junio de 2025

DIA 24 DE JUNIO - PROVERBIOS 29-31



Capítulo 29

1 El hombre que reprendido endurece la cerviz,
De repente será quebrantado, y no habrá para él medicina.

2 Cuando los justos dominan, el pueblo se alegra;
Mas cuando domina el impío, el pueblo gime.

3 El hombre que ama la sabiduría alegra a su padre;
Mas el que frecuenta rameras perderá los bienes.

4 El rey con el juicio afirma la tierra;
Mas el que exige presentes la destruye.

5 El hombre que lisonjea a su prójimo,
Red tiende delante de sus pasos.

6 En la transgresión del hombre malo hay lazo;
Mas el justo cantará y se alegrará.

7 Conoce el justo la causa de los pobres;
Mas el impío no entiende sabiduría.

8 Los hombres escarnecedores ponen la ciudad en llamas;
Mas los sabios apartan la ira.

9 Si el hombre sabio contendiere con el necio,
Que se enoje o que se ría, no tendrá reposo.

10 Los hombres sanguinarios aborrecen al perfecto,
Mas los rectos buscan su contentamiento.

11 El necio da rienda suelta a toda su ira,
Mas el sabio al fin la sosiega.

12 Si un gobernante atiende la palabra mentirosa,
Todos sus servidores serán impíos.

13 El pobre y el usurero se encuentran;
Jehová alumbra los ojos de ambos.

14 Del rey que juzga con verdad a los pobres,
El trono será firme para siempre.

15 La vara y la corrección dan sabiduría;
Mas el muchacho consentido avergonzará a su madre.

16 Cuando los impíos son muchos, mucha es la transgresión;
Mas los justos verán la ruina de ellos.

17 Corrige a tu hijo, y te dará descanso,
Y dará alegría a tu alma.

18 Sin profecía el pueblo se desenfrena;
Mas el que guarda la ley es bienaventurado.

19 El siervo no se corrige con palabras;
Porque entiende, mas no hace caso.

20 ¿Has visto hombre ligero en sus palabras?
Más esperanza hay del necio que de él.

21 El siervo mimado desde la niñez por su amo,
A la postre será su heredero.

22 El hombre iracundo levanta contiendas,
Y el furioso muchas veces peca.

23 La soberbia del hombre le abate;
Pero al humilde de espíritu sustenta la honra.

24 El cómplice del ladrón aborrece su propia alma;
Pues oye la imprecación y no dice nada.

25 El temor del hombre pondrá lazo;
Mas el que confía en Jehová será exaltado.

26 Muchos buscan el favor del príncipe;
Mas de Jehová viene el juicio de cada uno.

27 Abominación es a los justos el hombre inicuo;
Y abominación es al impío el de caminos rectos.


Las palabras de Agur

Capítulo 30

1 Palabras de Agur, hijo de Jaqué; la profecía que dijo el varón a Itiel, a Itiel y a Ucal.

2 Ciertamente más rudo soy yo que ninguno,
Ni tengo entendimiento de hombre.

3 Yo ni aprendí sabiduría,
Ni conozco la ciencia del Santo.

4 ¿Quién subió al cielo, y descendió?
¿Quién encerró los vientos en sus puños?
¿Quién ató las aguas en un paño?
¿Quién afirmó todos los términos de la tierra?
¿Cuál es su nombre, y el nombre de su hijo, si sabes?

5 Toda palabra de Dios es limpia;
El es escudo a los que en él esperan.

6 No añadas a sus palabras, para que no te reprenda,
Y seas hallado mentiroso.

7 Dos cosas te he demandado;
No me las niegues antes que muera:

8 Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí;
No me des pobreza ni riquezas;
Manténme del pan necesario;

9 No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová?
O que siendo pobre, hurte,
Y blasfeme el nombre de mi Dios.

10 No acuses al siervo ante su señor,
No sea que te maldiga, y lleves el castigo.

11 Hay generación que maldice a su padre
Y a su madre no bendice.

12 Hay generación limpia en su propia opinión,
Si bien no se ha limpiado de su inmundicia.

13 Hay generación cuyos ojos son altivos
Y cuyos párpados están levantados en alto.

14 Hay generación cuyos dientes son espadas, y sus muelas cuchillos,
Para devorar a los pobres de la tierra, y a los menesterosos de entre los hombres.

15 La sanguijuela tiene dos hijas que dicen: ¡Dame! ¡dame!
Tres cosas hay que nunca se sacian;
Aun la cuarta nunca dice: ¡Basta!

16 El Seol, la matriz estéril,
La tierra que no se sacia de aguas,
Y el fuego que jamás dice: ¡Basta!

17 El ojo que escarnece a su padre
Y menosprecia la enseñanza de la madre,
Los cuervos de la cañada lo saquen,
Y lo devoren los hijos del águila.

18 Tres cosas me son ocultas;
Aun tampoco sé la cuarta:

19 El rastro del águila en el aire;
El rastro de la culebra sobre la peña;
El rastro de la nave en medio del mar;
Y el rastro del hombre en la doncella.

20 El proceder de la mujer adúltera es así:
Come, y limpia su boca
Y dice: No he hecho maldad.

21 Por tres cosas se alborota la tierra,
Y la cuarta ella no puede sufrir:

22 Por el siervo cuando reina;
Por el necio cuando se sacia de pan;

23 Por la mujer odiada cuando se casa;
Y por la sierva cuando hereda a su señora.

24 Cuatro cosas son de las más pequeñas de la tierra,
Y las mismas son más sabias que los sabios:

25 Las hormigas, pueblo no fuerte,
Y en el verano preparan su comida;

26 Los conejos, pueblo nada esforzado,
Y ponen su casa en la piedra;

27 Las langostas, que no tienen rey,
Y salen todas por cuadrillas;

28 La araña que atrapas con la mano,
Y está en palacios de rey.

29 Tres cosas hay de hermoso andar,
Y la cuarta pasea muy bien:

30 El león, fuerte entre todos los animales,
Que no vuelve atrás por nada;

31 El ceñido de lomos; asimismo el macho cabrío;
Y el rey, a quien nadie resiste.

32 Si neciamente has procurado enaltecerte,
O si has pensado hacer mal,
Pon el dedo sobre tu boca.

33 Ciertamente el que bate la leche sacará mantequilla,
Y el que recio se suena las narices sacará sangre;
Y el que provoca la ira causará contienda.


Exhortación a un rey

Capítulo 31

1 Palabras del rey Lemuel; la profecía con que le enseñó su madre.

2 ¿Qué, hijo mío? ¿y qué, hijo de mi vientre?
¿Y qué, hijo de mis deseos?

3 No des a las mujeres tu fuerza,
Ni tus caminos a lo que destruye a los reyes.

4 No es de los reyes, oh Lemuel, no es de los reyes beber vino,
Ni de los príncipes la sidra;

5 No sea que bebiendo olviden la ley,
Y perviertan el derecho de todos los afligidos.

6 Dad la sidra al desfallecido,
Y el vino a los de amargado ánimo.

7 Beban, y olvídense de su necesidad,
Y de su miseria no se acuerden más.

8 Abre tu boca por el mudo
En el juicio de todos los desvalidos.

9 Abre tu boca, juzga con justicia,
Y defiende la causa del pobre y del menesteroso.

Elogio de la mujer virtuosa

10 Mujer virtuosa, ¿quién la hallará?
Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas.

11 El corazón de su marido está en ella confiado,
Y no carecerá de ganancias.

12 Le da ella bien y no mal
Todos los días de su vida.

13 Busca lana y lino,
Y con voluntad trabaja con sus manos.

14 Es como nave de mercader;
Trae su pan de lejos.

15 Se levanta aun de noche
Y da comida a su familia
Y ración a sus criadas.

16 Considera la heredad, y la compra,
Y planta viña del fruto de sus manos.

17 Ciñe de fuerza sus lomos,
Y esfuerza sus brazos.

18 Ve que van bien sus negocios;
Su lámpara no se apaga de noche.

19 Aplica su mano al huso,
Y sus manos a la rueca.

20 Alarga su mano al pobre,
Y extiende sus manos al menesteroso.

21 No tiene temor de la nieve por su familia,
Porque toda su familia está vestida de ropas dobles.

22 Ella se hace tapices;
De lino fino y púrpura es su vestido.

23 Su marido es conocido en las puertas,
Cuando se sienta con los ancianos de la tierra.

24 Hace telas, y vende,
Y da cintas al mercader.

25 Fuerza y honor son su vestidura;
Y se ríe de lo por venir.

26 Abre su boca con sabiduría,
Y la ley de clemencia está en su lengua.

27 Considera los caminos de su casa,
Y no come el pan de balde.

28 Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada;
Y su marido también la alaba:

29 Muchas mujeres hicieron el bien;
Mas tú sobrepasas a todas.

30 Engañosa es la gracia, y vana la hermosura;
La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada.

31 Dadle del fruto de sus manos,
Y alábenla en las puertas sus hechos.

lunes, 23 de junio de 2025

DIA 23 DE JUNIO - PROVERBIOS 25-28



Comparaciones y lecciones morales

Capítulo 25

1 También estos son proverbios de Salomón, los cuales copiaron los varones de Ezequías, rey de Judá:

2 Gloria de Dios es encubrir un asunto;
Pero honra del rey es escudriñarlo.

3 Para la altura de los cielos, y para la profundidad de la tierra,
Y para el corazón de los reyes, no hay investigación.

4 Quita las escorias de la plata,
Y saldrá alhaja al fundidor.

5 Aparta al impío de la presencia del rey,
Y su trono se afirmará en justicia.

6 No te alabes delante del rey,
Ni estés en el lugar de los grandes;

7 Porque mejor es que se te diga: Sube acá,
Y no que seas humillado delante del príncipe
A quien han mirado tus ojos.

8 No entres apresuradamente en pleito,
No sea que no sepas qué hacer al fin,
Después que tu prójimo te haya avergonzado.

9 Trata tu causa con tu compañero,
Y no descubras el secreto a otro,

10 No sea que te deshonre el que lo oyere,
Y tu infamia no pueda repararse.

11 Manzana de oro con figuras de plata
Es la palabra dicha como conviene.

12 Como zarcillo de oro y joyel de oro fino
Es el que reprende al sabio que tiene oído dócil.

13 Como frío de nieve en tiempo de la siega,
Así es el mensajero fiel a los que lo envían,
Pues al alma de su señor da refrigerio.

14 Como nubes y vientos sin lluvia,
Así es el hombre que se jacta de falsa liberalidad.

15 Con larga paciencia se aplaca el príncipe,
Y la lengua blanda quebranta los huesos.

16 ¿Hallaste miel? Come lo que te basta,
No sea que hastiado de ella la vomites.

17 Detén tu pie de la casa de tu vecino,
No sea que hastiado de ti te aborrezca.

18 Martillo y cuchillo y saeta aguda
Es el hombre que habla contra su prójimo falso testimonio.

19 Como diente roto y pie descoyuntado
Es la confianza en el prevaricador en tiempo de angustia.

20 El que canta canciones al corazón afligido
Es como el que quita la ropa en tiempo de frío, o el que sobre el jabón echa vinagre.

21 Si el que te aborrece tuviere hambre, dale de comer pan,
Y si tuviere sed, dale de beber agua;

22 Porque ascuas amontonarás sobre su cabeza,
Y Jehová te lo pagará.

23 El viento del norte ahuyenta la lluvia,
Y el rostro airado la lengua detractora.

24 Mejor es estar en un rincón del terrado,
Que con mujer rencillosa en casa espaciosa.

25 Como el agua fría al alma sedienta,
Así son las buenas nuevas de lejanas tierras.

26 Como fuente turbia y manantial corrompido,
Es el justo que cae delante del impío.

27 Comer mucha miel no es bueno,
Ni el buscar la propia gloria es gloria.

28 Como ciudad derribada y sin muro
Es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda.


Capítulo 26

1 Como no conviene la nieve en el verano, ni la lluvia en la siega,
Así no conviene al necio la honra.

2 Como el gorrión en su vagar, y como la golondrina en su vuelo,
Así la maldición nunca vendrá sin causa.

3 El látigo para el caballo, el cabestro para el asno,
Y la vara para la espalda del necio.

4 Nunca respondas al necio de acuerdo con su necedad,
Para que no seas tú también como él.

5 Responde al necio como merece su necedad,
Para que no se estime sabio en su propia opinión.

6 Como el que se corta los pies y bebe su daño,
Así es el que envía recado por mano de un necio.

7 Las piernas del cojo penden inútiles;
Así es el proverbio en la boca del necio.

8 Como quien liga la piedra en la honda,
Así hace el que da honra al necio.

9 Espinas hincadas en mano del embriagado,
Tal es el proverbio en la boca de los necios.

10 Como arquero que a todos hiere,
Es el que toma a sueldo insensatos y vagabundos.

11 Como perro que vuelve a su vómito,
Así es el necio que repite su necedad.

12 ¿Has visto hombre sabio en su propia opinión?
Más esperanza hay del necio que de él.

13 Dice el perezoso: El león está en el camino;
El león está en las calles.

14 Como la puerta gira sobre sus quicios,
Así el perezoso se vuelve en su cama.

15 Mete el perezoso su mano en el plato;
Se cansa de llevarla a su boca.

16 En su propia opinión el perezoso es más sabio
Que siete que sepan aconsejar.

17 El que pasando se deja llevar de la ira en pleito ajeno
Es como el que toma al perro por las orejas.

18 Como el que enloquece, y echa llamas
Y saetas y muerte,

19 Tal es el hombre que engaña a su amigo,
Y dice: Ciertamente lo hice por broma.

20 Sin leña se apaga el fuego,
Y donde no hay chismoso, cesa la contienda.

21 El carbón para brasas, y la leña para el fuego;
Y el hombre rencilloso para encender contienda.

22 Las palabras del chismoso son como bocados suaves,
Y penetran hasta las entrañas.

23 Como escoria de plata echada sobre el tiesto
Son los labios lisonjeros y el corazón malo.

24 El que odia disimula con sus labios;
Mas en su interior maquina engaño.

25 Cuando hablare amigablemente, no le creas;
Porque siete abominaciones hay en su corazón.

26 Aunque su odio se cubra con disimulo,
Su maldad será descubierta en la congregación.

27 El que cava foso caerá en él;
Y al que revuelve la piedra, sobre él le volverá.

28 La lengua falsa atormenta al que ha lastimado,
Y la boca lisonjera hace resbalar.


Capítulo 27

1 No te jactes del día de mañana;
Porque no sabes qué dará de sí el día.

2 Alábete el extraño, y no tu propia boca;
El ajeno, y no los labios tuyos.

3 Pesada es la piedra, y la arena pesa;
Mas la ira del necio es más pesada que ambas.

4 Cruel es la ira, e impetuoso el furor;
Mas ¿quién podrá sostenerse delante de la envidia?

5 Mejor es reprensión manifiesta
Que amor oculto.

6 Fieles son las heridas del que ama;
Pero importunos los besos del que aborrece.

7 El hombre saciado desprecia el panal de miel;
Pero al hambriento todo lo amargo es dulce.

8 Cual ave que se va de su nido,
Tal es el hombre que se va de su lugar.

9 El ungüento y el perfume alegran el corazón,
Y el cordial consejo del amigo, al hombre.

10 No dejes a tu amigo, ni al amigo de tu padre;
Ni vayas a la casa de tu hermano en el día de tu aflicción.
Mejor es el vecino cerca que el hermano lejos.

11 Sé sabio, hijo mío, y alegra mi corazón,
Y tendré qué responder al que me agravie.

12 El avisado ve el mal y se esconde;
Mas los simples pasan y llevan el daño.

13 Quítale su ropa al que salió fiador por el extraño;
Y al que fía a la extraña, tómale prenda.

14 El que bendice a su amigo en alta voz, madrugando de mañana,
Por maldición se le contará.

15 Gotera continua en tiempo de lluvia
Y la mujer rencillosa, son semejantes;

16 Pretender contenerla es como refrenar el viento,
O sujetar el aceite en la mano derecha.

17 Hierro con hierro se aguza;
Y así el hombre aguza el rostro de su amigo.

18 Quien cuida la higuera comerá su fruto,
Y el que mira por los intereses de su señor, tendrá honra.

19 Como en el agua el rostro corresponde al rostro,
Así el corazón del hombre al del hombre.

20 El Seol y el Abadón nunca se sacian;
Así los ojos del hombre nunca están satisfechos.

21 El crisol prueba la plata, y la hornaza el oro,
Y al hombre la boca del que lo alaba.

22 Aunque majes al necio en un mortero entre granos de trigo majados con el pisón,
No se apartará de él su necedad.

23 Sé diligente en conocer el estado de tus ovejas,
Y mira con cuidado por tus rebaños;

24 Porque las riquezas no duran para siempre;
¿Y será la corona para perpetuas generaciones?

25 Saldrá la grama, aparecerá la hierba,
Y se segarán las hierbas de los montes.

26 Los corderos son para tus vestidos,
Y los cabritos para el precio del campo;

27 Y abundancia de leche de las cabras para tu mantenimiento, para mantenimiento de tu casa,
Y para sustento de tus criadas.


Proverbios antitéticos

Capítulo 28

1 Huye el impío sin que nadie lo persiga;
Mas el justo está confiado como un león.

2 Por la rebelión de la tierra sus príncipes son muchos;
Mas por el hombre entendido y sabio permanece estable.

3 El hombre pobre y robador de los pobres
Es como lluvia torrencial que deja sin pan.

4 Los que dejan la ley alaban a los impíos;
Mas los que la guardan contenderán con ellos.

5 Los hombres malos no entienden el juicio;
Mas los que buscan a Jehová entienden todas las cosas.

6 Mejor es el pobre que camina en su integridad,
Que el de perversos caminos y rico.

7 El que guarda la ley es hijo prudente;
Mas el que es compañero de glotones avergüenza a su padre.

8 El que aumenta sus riquezas con usura y crecido interés,
Para aquel que se compadece de los pobres las aumenta.

9 El que aparta su oído para no oír la ley,
Su oración también es abominable.

10 El que hace errar a los rectos por el mal camino,
El caerá en su misma fosa;
Mas los perfectos heredarán el bien.

11 El hombre rico es sabio en su propia opinión;
Mas el pobre entendido lo escudriña.

12 Cuando los justos se alegran, grande es la gloria;
Mas cuando se levantan los impíos, tienen que esconderse los hombres.

13 El que encubre sus pecados no prosperará;
Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.

14 Bienaventurado el hombre que siempre teme a Dios;
Mas el que endurece su corazón caerá en el mal.

15 León rugiente y oso hambriento
Es el príncipe impío sobre el pueblo pobre.

16 El príncipe falto de entendimiento multiplicará la extorsión;
Mas el que aborrece la avaricia prolongará sus días.

17 El hombre cargado de la sangre de alguno
Huirá hasta el sepulcro, y nadie le detendrá.

18 El que en integridad camina será salvo;
Mas el de perversos caminos caerá en alguno.

19 El que labra su tierra se saciará de pan;
Mas el que sigue a los ociosos se llenará de pobreza.

20 El hombre de verdad tendrá muchas bendiciones;
Mas el que se apresura a enriquecerse no será sin culpa.

21 Hacer acepción de personas no es bueno;
Hasta por un bocado de pan prevaricará el hombre.

22 Se apresura a ser rico el avaro,
Y no sabe que le ha de venir pobreza.

23 El que reprende al hombre, hallará después mayor gracia
Que el que lisonjea con la lengua.

24 El que roba a su padre o a su madre, y dice que no es maldad,
Compañero es del hombre destruidor.

25 El altivo de ánimo suscita contiendas;
Mas el que confía en Jehová prosperará.

26 El que confía en su propio corazón es necio;
Mas el que camina en sabiduría será librado.

27 El que da al pobre no tendrá pobreza;
Mas el que aparta sus ojos tendrá muchas maldiciones.

28 Cuando los impíos son levantados se esconde el hombre;
Mas cuando perecen, los justos se multiplican.

domingo, 22 de junio de 2025

DIA 22 DE JUNIO - PROVERBIOS 22-24



Capítulo 22

1 De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas,
Y la buena fama más que la plata y el oro.

2 El rico y el pobre se encuentran;
A ambos los hizo Jehová.

3 El avisado ve el mal y se esconde;
Mas los simples pasan y reciben el daño.

4 Riquezas, honra y vida
Son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová.

5 Espinos y lazos hay en el camino del perverso;
El que guarda su alma se alejará de ellos.

6 Instruye al niño en su camino,
Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.

7 El rico se enseñorea de los pobres,
Y el que toma prestado es siervo del que presta.

8 El que sembrare iniquidad, iniquidad segará,
Y la vara de su insolencia se quebrará.

9 El ojo misericordioso será bendito,
Porque dio de su pan al indigente.

10 Echa fuera al escarnecedor, y saldrá la contienda,
Y cesará el pleito y la afrenta.

11 El que ama la limpieza de corazón,
Por la gracia de sus labios tendrá la amistad del rey.

12 Los ojos de Jehová velan por la ciencia;
Mas él trastorna las cosas de los prevaricadores.

13 Dice el perezoso: El león está fuera;
Seré muerto en la calle.

14 Fosa profunda es la boca de la mujer extraña;
Aquel contra el cual Jehová estuviere airado caerá en ella.

15 La necedad está ligada en el corazón del muchacho;
Mas la vara de la corrección la alejará de él.

16 El que oprime al pobre para aumentar sus ganancias,
O que da al rico, ciertamente se empobrecerá.

Preceptos y amonestaciones

17 Inclina tu oído y oye las palabras de los sabios,
Y aplica tu corazón a mi sabiduría;

18 Porque es cosa deliciosa, si las guardares dentro de ti;
Si juntamente se afirmaren sobre tus labios.

19 Para que tu confianza sea en Jehová,
Te las he hecho saber hoy a ti también.

20 ¿No te he escrito tres veces
En consejos y en ciencia,

21 Para hacerte saber la certidumbre de las palabras de verdad,
A fin de que vuelvas a llevar palabras de verdad a los que te enviaron?

22 No robes al pobre, porque es pobre,
Ni quebrantes en la puerta al afligido;

23 Porque Jehová juzgará la causa de ellos,
Y despojará el alma de aquellos que los despojaren.

24 No te entremetas con el iracundo,
Ni te acompañes con el hombre de enojos,

25 No sea que aprendas sus maneras,
Y tomes lazo para tu alma.

26 No seas de aquellos que se comprometen,
Ni de los que salen por fiadores de deudas.

27 Si no tuvieres para pagar,
¿Por qué han de quitar tu cama de debajo de ti?

28 No traspases los linderos antiguos
Que pusieron tus padres.

29 ¿Has visto hombre solícito en su trabajo? Delante de los reyes estará;
No estará delante de los de baja condición.


Capítulo 23

1 Cuando te sientes a comer con algún señor,
Considera bien lo que está delante de ti,

2 Y pon cuchillo a tu garganta,
Si tienes gran apetito.

3 No codicies sus manjares delicados,
Porque es pan engañoso.

4 No te afanes por hacerte rico;
Sé prudente, y desiste.

5 ¿Has de poner tus ojos en las riquezas, siendo ningunas?
Porque se harán alas
Como alas de águila, y volarán al cielo.

6 No comas pan con el avaro,
Ni codicies sus manjares;

7 Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él.
Come y bebe, te dirá;
Mas su corazón no está contigo.

8 Vomitarás la parte que comiste,
Y perderás tus suaves palabras.

9 No hables a oídos del necio,
Porque menospreciará la prudencia de tus razones.

10 No traspases el lindero antiguo,
Ni entres en la heredad de los huérfanos;

11 Porque el defensor de ellos es el Fuerte,
El cual juzgará la causa de ellos contra ti.

12 Aplica tu corazón a la enseñanza,
Y tus oídos a las palabras de sabiduría.

13 No rehúses corregir al muchacho;
Porque si lo castigas con vara, no morirá.

14 Lo castigarás con vara,
Y librarás su alma del Seol.

15 Hijo mío, si tu corazón fuere sabio,
También a mí se me alegrará el corazón;

16 Mis entrañas también se alegrarán
Cuando tus labios hablaren cosas rectas.

17 No tenga tu corazón envidia de los pecadores,
Antes persevera en el temor de Jehová todo el tiempo;

18 Porque ciertamente hay fin,
Y tu esperanza no será cortada.

19 Oye, hijo mío, y sé sabio,
Y endereza tu corazón al camino.

20 No estés con los bebedores de vino,
Ni con los comedores de carne;

21 Porque el bebedor y el comilón empobrecerán,
Y el sueño hará vestir vestidos rotos.

22 Oye a tu padre, a aquel que te engendró;
Y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies.

23 Compra la verdad, y no la vendas;
La sabiduría, la enseñanza y la inteligencia.

24 Mucho se alegrará el padre del justo,
Y el que engendra sabio se gozará con él.

25 Alégrense tu padre y tu madre,
Y gócese la que te dio a luz.

26 Dame, hijo mío, tu corazón,
Y miren tus ojos por mis caminos.

27 Porque abismo profundo es la ramera,
Y pozo angosto la extraña.

28 También ella, como robador, acecha,
Y multiplica entre los hombres los prevaricadores.

29 ¿Para quién será el ay? ¿Para quién el dolor? ¿Para quién las rencillas?
¿Para quién las quejas? ¿Para quién las heridas en balde?
¿Para quién lo amoratado de los ojos?

30 Para los que se detienen mucho en el vino,
Para los que van buscando la mistura.

31 No mires al vino cuando rojea,
Cuando resplandece su color en la copa.
Se entra suavemente;

32 Mas al fin como serpiente morderá,
Y como áspid dará dolor.

33 Tus ojos mirarán cosas extrañas,
Y tu corazón hablará perversidades.

34 Serás como el que yace en medio del mar,
O como el que está en la punta de un mastelero.

35 Y dirás: Me hirieron, mas no me dolió;
Me azotaron, mas no lo sentí;
Cuando despertare, aún lo volveré a buscar.


Capítulo 24

1 No tengas envidia de los hombres malos,
Ni desees estar con ellos;

2 Porque su corazón piensa en robar,
E iniquidad hablan sus labios.

3 Con sabiduría se edificará la casa,
Y con prudencia se afirmará;

4 Y con ciencia se llenarán las cámaras
De todo bien preciado y agradable.

5 El hombre sabio es fuerte,
Y de pujante vigor el hombre docto.

6 Porque con ingenio harás la guerra,
Y en la multitud de consejeros está la victoria.

7 Alta está para el insensato la sabiduría;
En la puerta no abrirá él su boca.

8 Al que piensa hacer el mal,
Le llamarán hombre de malos pensamientos.

9 El pensamiento del necio es pecado,
Y abominación a los hombres el escarnecedor.

10 Si fueres flojo en el día de trabajo,
Tu fuerza será reducida.

11 Libra a los que son llevados a la muerte;
Salva a los que están en peligro de muerte.

12 Porque si dijeres: Ciertamente no lo supimos,
¿Acaso no lo entenderá el que pesa los corazones?
El que mira por tu alma, él lo conocerá,
Y dará al hombre según sus obras.

13 Come, hijo mío, de la miel, porque es buena,
Y el panal es dulce a tu paladar.

14 Así será a tu alma el conocimiento de la sabiduría;
Si la hallares tendrás recompensa,
Y al fin tu esperanza no será cortada.

15 Oh impío, no aceches la tienda del justo,
No saquees su cámara;

16 Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse;
Mas los impíos caerán en el mal.

17 Cuando cayere tu enemigo, no te regocijes,
Y cuando tropezare, no se alegre tu corazón;

18 No sea que Jehová lo mire, y le desagrade,
Y aparte de sobre él su enojo.

19 No te entremetas con los malignos,
Ni tengas envidia de los impíos;

20 Porque para el malo no habrá buen fin,
Y la lámpara de los impíos será apagada.

21 Teme a Jehová, hijo mío, y al rey;
No te entremetas con los veleidosos;

22 Porque su quebrantamiento vendrá de repente;
Y el quebrantamiento de ambos,
¿quién lo comprende?

23 También estos son dichos de los sabios:
Hacer acepción de personas en el juicio no es bueno.

24 El que dijere al malo: Justo eres,
Los pueblos lo maldecirán, y le detestarán las naciones;

25 Mas los que lo reprendieren tendrán felicidad,
Y sobre ellos vendrá gran bendición.

26 Besados serán los labios
Del que responde palabras rectas.

27 Prepara tus labores fuera,
Y disponlas en tus campos,
Y después edificarás tu casa.

28 No seas sin causa testigo contra tu prójimo,
Y no lisonjees con tus labios.

29 No digas: Como me hizo, así le haré;
Daré el pago al hombre según su obra.

30 Pasé junto al campo del hombre perezoso,
Y junto a la viña del hombre falto de entendimiento;

31 Y he aquí que por toda ella habían crecido los espinos,
Ortigas habían ya cubierto su faz,
Y su cerca de piedra estaba ya destruida.

32 Miré, y lo puse en mi corazón;
Lo vi, y tomé consejo.

33 Un poco de sueño, cabeceando otro poco,
Poniendo mano sobre mano otro poco para dormir;

34 Así vendrá como caminante tu necesidad,
Y tu pobreza como hombre armado.